El Café

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Apenas entre, me sobresalte, la oficina estaba oscura y se veía una sombra en la silla, me tome el atrevimiento de encender las luces y me encontré a Vanesa sonriendo. Por más enojada que estuviera con ella, no podía negar que su sonrisa hizo que mi corazón se acelerara.

-Es un poco tarde para estar aquí no crees?- Hable mientras me acercaba a su escritorio.
-Lo sé, se me ha pasado el tiempo volando - Ella seguía sonriendo y me recargue en su escritorio con las piernas cruzadas. Cuando la mire bien noté que sus ojos estaban rojos y un poco hinchados, mire alrededor y había 2 botellas de whisky desocupadas y algo que no supe que era.

-Estas bien? Pregunte con cuidado y ella me miró con sus profundos ojos verdes.
-Ahora que estas aquí si - Yo suspire y nos quedamos viendo-Lo siento- Habló sin dejar de mirarme y fruncí el ceño.

-Por qué?
-Por lo de hace un rato, no era mi intención obligarte a hacer algo que no querías.

Por un momento pensé que se disculparía por acostarse con otra mujer, pero luego elimine ese pensamiento porque era muy estúpido.

-Está bien. Entonces hasta mañana.
-No espera.- Se levantó y quedó frente a mí, me di cuenta de su aliento a alcohol e hice una mueca corriendo la cara.-Quédate conmigo un rato por favor.
-Vanesa, estas borracha.
-No lo estoy.- Ella negó pero era evidente que lo estaba.
-Deberías ir a casa también.- Me aleje y camine a la puerta, cuando la iba a abrir una mano me lo impidió y me di la vuelta para encontrarme de nuevo con esos hermosos ojos.
-No quiero que te vayas.- Me tomó la cara y acarició mi mejilla.- Eres tan hermosa

A este punto mis piernas estaban débiles y mis mejillas acaloradas, su mirada bajo a mis labios y se acercó, cerré los ojos y espere que llegara el momento glorioso y esperado. Pero cuando no sentí nada, los abrí y la vi con la cabeza inclinada mirando al suelo, sus manos subieron y quedaron a cada lado de mi cara dejándome entre ella y la puerta.

-Me siento estúpida- Ella habló y sin pensarlo dos veces  mis dedos se enredaron en su cabello. Escuche su suspiro y acaricie suavemente la zona. ¿Estaba yendo demasiado lejos?

-Deberías irte a casa y descansar.
-No quiero ir a casa.- Era testaruda como nadie, nos quedamos un rato ahí en silencio y recordé que en casa me esperaba mi hija. Pero no podía irme y dejarla ahí, ¿o sí? ella no quería ir a casa, pero yo tenía que irme, que se supone que debía hacer?

-Bajaremos juntas y le diré al tu chofer que te lleve a donde sea que quieras ir.

Hable decidida y la vi levantar la mirada.

-Pero quiero estar aquí contigo.
-Vanesa, mi hija me espera en casa, no puedo llegar a la hora que me dé la gana solo porque mi jefa estaba haciendo un berrinche - Ella levanto las cejas en señal de sorpresa y me di cuenta de mis palabras.- Lo siento.

-No, tienes razón, solo deja que busque mi saco que esta...-Se tambaleo un poco mientras se iba al mini bar y buscaba su saco.-Pues hace un momento estaba aquí.- Se me escapó una pequeña risa y la quede mirando, ella estaba con sus manos en la cintura mirando a su alrededor y parecía muy concentrada buscando su saco.
-Oh! Aquí esta- Rodé los ojos ya que estaba en el piso junto a los sillones. Se acercó de nuevo y pareció recordar algo, se devolvió a su escritorio y cogió su celular, me sonrió y salimos de la oficina.
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-Gracias Simón pero puedes irte a casa, no te necesitamos.- Mire a Vanesa y luego a su chofer que nos miraba confundido.
-Vanesa que haces? Él te llevara a casa.
-Pero no quiero ir a casa, te acompañare a ti.- Dios, gente testaruda y Vanesa.

-Puedo llevarlas a....

-Simón cierra la boca.
-Simón por favor, solo llévala a casa.
-Simón vete a casa, yo acompañare a esta bella dama a su palacio.- Su sonrisa me cautivo y sonreí como idiota, por qué tenía que ser tan perfecta?. - Ves? Aceptó.- Vanesa le dio un suave empujón a su chofer y él sonrió divertido.
-Bueno vámonos.- Ella empezó a caminar y la seguí, reí porque ella caminaba de lado a lado y me encanto ver esa faceta divertida. Pero estaba borracha así que rápidamente entre a una cafetería y compre un café bien cargado, cuando estaba pagando ella entro y se acercó.

-Hey, aquí estas, pensé que te habías ido- La mire sonriendo y me fije en la mujer de la caja quien también la miraba, rodé los ojos y recibí el cambio para salir de allí casi arrastrando a Vanesa conmigo.

-Oye despacio, me voy a tropezar.
Cuando llegamos a una esquina le pase el café y ella hizo una mueca.-Odio el café.
-Pues es lo único que va a quitar el alcohol de tu cuerpo.- Miro el café y luego a mí y finalmente se lo tomó, seguimos caminando y rogué para que le hiciera efecto, al parecer funcionó(en sentido opuesto) ya que sentí su mano tomar la mía con cariño y hacer caricias en ella con su pulgar. Mi suspiro fue inevitable al sentir su mano en la mía. Parecíamos una pareja común y corriente y sentí mi corazón latir como loco. Ella tenía su otra mano entre el bolsillo de su pantalón y su semblante era relajado. Era inexplicable la sensación que sentía al tener su mano acariciando la mía, pero disfrute el momento y deje que las cosas siguieran su camino, no quería presionar, solo quería que esta noche no terminara.

Quédate.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora