Recuerdos

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Vanesa
Al sentir su mano en la mía, las estúpidas mariposas de las que todo el mundo habla, explotaron en mi estómago. Mi corazón latía como loco pero mantuve mi semblante relajado aunque por dentro estaba como loca.
Seguimos caminando tomadas de la mano y con mi pulgar hice suaves caricias en la suya, primero porque me sentía nerviosa y era una manera de relajarme y segundo porque su mano era tan suave y delicada y me gustaba sentirla.

-Te sientes mejor? - Escuche a Michelle preguntar y nuestras miradas se encontraron.
-Sí, gracias.- Y era verdad, el café había hecho efecto rápido y me ayudo a estar más consciente de las cosas. Sentí una brisa fría correr y su mano apretó la mía, lo tomé como señal de que tenía frío y me quité mi saco para pasárselo por encima de sus hombros. Quede en camisa y chaleco, pero no me importó.

-La próxima vez que mande a la mierda a mi chofer por favor golpéame.- Hable riendo y ella me miro divertida también.
-Pero como la señorita es una niña mimada y hace lo que quiere, pues ni modo... Sus palabras me golpearon y mi sonrisa se borró ella pareció notarlo y nos detuvimos. -Lo siento he dicho algo malo?

Negué y solté su mano para seguir adelante. Metí las manos en los bolsillos y mi mente recordó el porque era una niña mimada.

Lo tenía todo, Ricardo y Marcela se habían encargado de cumplir todos y cada uno de mis caprichos, no importaba lo que fuera, si de joven quería un auto último modelo, al día siguiente estaba en el parqueadero de la mansión donde vivíamos. Si quería todos los autos del mundo, mi padre los compraría de inmediato, pero, así como me daban todo, también me exigieron y me educaron bien, me hicieron saber lo que estaba bien y lo que estaba mal, pero también había sido rebelde. Sí, yo era mimada, prepotente, grosera, arrogante, y toda la demás mierda que la gente hablaba, ¿y me importaba? la verdad no, era la hija de personas importantes y lo mínimo que debía demostrar era eso, demostrar superioridad y poder, pero detrás de toda esa apariencia fría y dura, solo era una niña asustada del mundo y necesitada de cariño, no era una mala persona, pero tampoco era buena.

-Vanesa...- Me detuve al escuchar la voz de Michelle y me di cuenta de que habíamos llegado - Hace frío no? quieres subir un rato y tomar algo calentito?
-Está bien.- Me encogí de hombros y la seguí adentro, el edificio me seguía pareciendo aterrador pero no dije nada, había vivido en un lugar peor así que no me quejaba. Cuando llegamos arriba ella abrió la puerta y de inmediato su madre salió al encuentro borrando su sonrisa cuando me vio.

-Buenas noches señora Ferrer.
-Buenas noches.- Hable educada y como la primera vez, Michelle se fue a buscar a la pequeña dejándonos en un incómodo silencio.
-Le gustaría un café?

-Umm si gracias.
-Puede tomar asiento.- Asentí y la vi entrar en la pequeña cocina. Me senté y me limpié el sudor de mis manos, estaba nerviosa como la primera vez y me arrepentí de haber venido. ¿Qué mierda estaba haciendo aquí? ni yo lo sabía.

-Mira quien ha venido princesa - Levante la mirada y me encontré a Michelle con la pequeña en brazos, ella apenas me vio salto en los brazos de su madre y sonrió. Mi sonrisa se agrando y me levante para saludarla.

-Hola pequeño nugget - Mi voz salió estúpidamente tierna y sonreí nerviosa.
-Mm, quieres...? Michelle se refería a que yo la cargara y aún vacilante acepté, la cargue como la primera vez y se sintió más cómodo. Me senté y Michelle fue a la cocina dejándome sola con la pequeña quien con su manita toco mi nariz y me hizo sonreír.

-Eres preciosa. - Mis palabras salieron antes de que pudiera pensarlas y la senté en mis piernas para que así tuviera mejor acceso a mi nariz que al parecer le pareció genial, cerré los ojos al sentir sus manos por toda mi cara e hice una mueca cuando tomó el aro de mi nariz y lo halo.

-Auch! Espera... No... No toques eso... Oye cosa, ¡ni se te ocurra... Auch! Duele...- Aleje mi cara de sus manos y acomode mi piercing riendo.-Que mier...
-Vanesa! - Me sobresalte al escuchar el grito de Michelle y sonreí.-Ni se te ocurra terminar la frase.
-Pero ella empezó.- Me queje y Sofí me dio un golpe en la cara.
-Lo ves?- Michelle se sentó a mi lado y me paso el café, me recosté en el sofá y la mire-Hola.-Ella soltó una carcajada y reí también.

-Estas cansada?- Ella preguntó y asentí aun mirándola.
-Quiero besarte.

La vi morder su labio y mirar mi boca.

-No puedo -La mire confundida y ella se levantó para tomar a Sofí en sus brazos.- No cuando hasta hace unas horas estabas con otra mujer. No debería importarme pero lo hace, puedes hacer lo que quieras pero no puedes venir y tratarme como cualquiera.- Ella se llevó a Sofí a la cocina y volvió.
-Lo siento.
-No, tienes razón, no te preocupes.

Mi móvil sonó y leí el mensaje de Alexa invitándome a salir.

-Mi madre ha dicho si quieres quedarte a cenar- La mire y suspire, no tenía que darle explicaciones y tampoco estaba obligada a quedarme, pero vamos, ¿a quién engaño? Quería quedarme y robarle un maldito beso al fin.

"Lo siento, estoy ocupada, te veo mañana" *Enviar*

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