Quédate.

Gracias

Vanesa
Le indique que saliera y salí tras ella, nos detuvimos frente al auto y me cruce de brazos pareciendo seria.

-Gracias.- Hable rompiendo el silencio.
-Por rendirme y dejarte el camino libre? - Respondió a la defensiva y levante una ceja.

-En parte. -Respondí con arrogancia y ella sonrió sarcástica.-Pero en realidad te doy las gracias por cuidarlos, a ella en especial.
-Puedo seguir haciéndolo, puedo luchar.

Negué tranquila.

-No vale la pena luchar contra mí, siempre gano, en todo.
-Prepotente.

Me encogí de hombros. Así soy, nada que hacer.

-Cómo es que nunca te había visto por aquí? Vaya madre responsable.

Volvió a hablar y apreté los puños tomando aire.

-No quiero discutir contigo, tampoco tengo porque darte explicaciones, solo te estaba dando las gracias por estar con ella.
-Cuidando su corazón para que luego vuelvas y lo rompas como la primera vez.

Aparte la mirada y luche por no saltar encima de ella y golpearla.

-No sabes nada. - La mire y ella agachó la cabeza.
-Lo sé, lo siento, no es fácil para mi terminar con ella.
-Ya lo hiciste.
-Porque la amo.

Apreté los puños.

-Me ama más a mí.
-Lo sé. Se ve en su mirada. - Nos miramos y ambas suspiramos bajando la guardia. -Ella es perfecta. -Hablo mirando hacia la casa y asentí.
-Lo sé.
-Puedo preguntar algo?
-Adelante.

-Por qué teniendo a todas las mujeres del país babeando por ti, ¿te fijaste justo en ella?

Reí con sinceridad y ella sonrió también.

-Supongo que el amor es así. Además, ella me dio lo que ninguna otra me podía dar.

Nos quedamos en silencio y vi que Michelle se asomó a la puerta preocupada.

-Cuídala.- La escuche hablar y le tendí la mano.
-Tenlo por seguro que lo haré.
Ella apretó mi mano con sinceridad.

-Me tengo que ir. - Se dio la vuelta, pero me miro de nuevo. -Y eres más guapa en persona, aunque lo que tienes de hermosa lo tienes arrogante.

Y sin más, tomo su maleta y se fue. Negué sonriendo y fui donde Michelle.

-Qué pasó? ¿Todo bien? ¿Se hicieron algo? ¿Por qué sonríes?

Preguntó sin respirar y reí dando un golpe juguetón en su nariz.

-Por qué no te has alistado todavía? ¿No piensas ir con nosotros?

Cambie el tema y pase por su lado ignorando su frustración. Seguí caminando cuando sentí un peso en mi espalda, unas piernas rodearme la cintura y unas manos rodearme el cuello.

-Tengo que ir con ustedes?- La sujete y sonreí.
-Sip, no quiero parecer primípara en la escuela de mi hijo.

Reímos y ella dejo un beso en mi mejilla.

Era tan cómodo el momento donde volvíamos a disfrutar y hacer bromas, sintiéndonos bien haciendo tonterías. Y lo quería para siempre.
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-Mike, donde estás? -Hable por el auricular mientras conducía a la escuela. -Perfecto, te necesito ahora mismo en la escuela de Damian.

No espere respuesta y me quiete el aparato.

-Ya se me hacía raro no verlo detrás tuyo. ¿Dónde estaba?

-Estaba en Nueva York, digamos que me escape. - Sonreí y di un apretón a su rodilla.

-Ma? - Damian hablo y le di una mirada rápida.
-Dime.
-Cuando puedo ver al abuelo?
-Pronto.
-Pronto es cuándo?