Capítulo 3

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- ¡Ahí va!- escuché a Thiago y le vi tirar la pelota, hacia a Bianca y mirándome.

- ¡Mía!

Sonreí y salté, parando la pelota en mi pecho con las dos manos y cayendo de pie aunque con un poco de desestabilidad. Bianca me miró asustada y Thiago me aplaudió orgulloso de haber creado a la mejor portera de Córdoba.

- ¡Pásala!

- ¡Tuya!- le tiré el balón lejos en venganza.

- ¡Boluda!

- ¿Se puede saber qué hacen? Tania, estás embarazada y tu hermano es tan listo que dice, vamos a tirarle un balón a ver si se cae, se hace daño y tenemos un problema.

- En realidad no me lo ha tirado a mí, sino a ti, yo solo te he salvado de un balonazo en la cabeza.

- ¡¿Qué?!

- No te podes callar eh.- Thiago me fulminó con la mirada.- Era para que la parara, sabía que lo haría.

- Sos un boludo.

- Uh, la nena aprendió demasiado argentino.

- Te vas a enterar.

- ¡No!

Salí corriendo por el jardín mientras mi hermano me perseguía y Bianca intentaba pararlo con cuidado de no caerse. Al final, me capturó y me levantó por los aires agarrándome por la cintura y dándome vueltas.

- ¡Niños! ¡Paren de jugar y vengan a comer, tienen que tomar fuerzas antes de...!

- ¡Vieja, aún no lo sabe!

- Valentina, es una sorpresa.

- ¿El qué?

- Te vamos a llevar a un sitio sorpresa que casi nuestra vieja dice.

- Lo siento, pibe, pero me tienen harta todos, así que vengan a comer y cállensen.

- Como mande, coronel.

Los tres entramos de vuelta a la casa y nos sentamos en la mesa, conversando con mis padres sobre tonterías varias. Después mi hermano me obligó a preparar una mochila y luego me llevó corriendo hacia el coche.

- ¿A dónde me van a llevar ahora?

- Shh, no te lo vamos a decir y lo sabes.- Bianca me enseñó una venda.- Póntelo.

- Está bien.- reí mientras la ponía.- No veo nada, lo juro.

- Pues vámonos.

El auto se empezó a mover y yo me puse mirando la ventanilla, aunque no veía nada. Escuchaba la música de fondo, a mi hermano cantando bajo para que Bianca no le mande callar y ella hablarme como si le hiciera caso.

- Vale, llegamos pero no te la quites.

Los dos salieron del coche y me abrieron la puerta. Supe que mi hermano me había ayudado a salir del coche y luego empecé a andar de su brazo que me guiaba como si fuera un ciego. Entonces nos paramos, sonó el timbre de una puerta y luego esta cerrarse.

- Vale, estamos ya, pero ni se te ocurra quitarte la venda.

- ¿Y qué hago, bailo?

- No seas boluda, quédate aquí.

- Está bien.

Mi hermano me soltó y me quedé de pie en el mismo sitio que me había dejado escuchando cosas moverse a mí alrededor. Después sentí a Bianca tocarme y me fue quitando las vendas poco a poco.

- ¡Tía guay y sexy Tania!

- ¡No! ¡Thiago, Mateo, Leo, Anto, están aquí!

- Ya sé que estamos aquí.- dijo Leo sonriendo.- Corre a darle un abrazo, Thiago.

- ¡Sí!

Me agaché un poco y saltó para que lo levantara en el aire y empecé a dar vueltas haciéndolo reír. Cuando sentí un gran mareo paré y le abracé, después le bajé y fui a por los demás.

- ¡Ven aquí pulga mía!

- Mateo está...o ya entiendo.

- Luego voy a por ti, Anto.- dije abrazando a su marido.

- Y yo encantada de la vida.- la abracé fuertemente y después saludé a su hijo pequeño.- ¿Qué tal has estado?

- Bueno...- miré a mi hermano y moví mis labios sin hacer ningún ruido, sabía que lo entendería.- ¿Lo saben?

- No.- él también movió sus labios sin decir palabra y luego sonrió.

- Los he tenido mejores.- toqué mi vientre y miré a Leo.- Vení acá, tío sexy y guay Leo.

- ¿Yo? ¿Tío guay y sexy? ¿Por qué?- le miré sin parar y sonreí moviendo mi mano en el vientre.- No...

- Sí, ya van dos Martínez nuevos.

- ¿¡Estás embarazada!?- Anto me miró sonriendo y me abrazó.- ¡Sí! ¡Al fin tendré una mini Tania!

- ¡Voy a ser tío!

- Detrás de mí, pulga.

- Bueno, pero voy a ser tío.- Leo me abrazó y después me sonrió.- Y... ¿Quién es el afortunado?

- Tiene que ser alguien importante para que des el paso.

- Y encima haya olvidado a la Joya.- dijo Leo mirando a Anto y luego me miró a mi.- Nos contó que terminasteis y eso.

- Ya...el afortunado...- rasqué mi brazo nerviosa, no quería que supieran que era Paulo porque sé que se lo contarían y yo me negaba a eso.

- Venga, no nos tengas en ascuas.

- Em...

- Es un chico bastante fuerte, va al gimnasio y juega bastante bien al baloncesto.- dijo Thiago poniéndose a mi lado, le miré y me sonrió.

- Sí, rubio, ojos verdes y un poco pálido de piel porque es de origen francés aunque se crió aquí.- Bianca se unió a la mentira.

- ¿En serio? Entonces es alto... ¿Dónde os conocisteis?

- En...en el parque, me dio con el balón en la cara y me enfadé con él, se lo tiré y metí canasta.

- Vaya...así que sos buena en baloncesto y no en fútbol eh.

- En fútbol también soy buena si soy portera.

- ¿Y cómo se llama? Os acabaréis de conocer porque solo hace un mes de...

- Si bueno, fue unos días después de venir acá y pasó sin más, él lo aceptó y se llama...

- Matías, como nuestro viejo.

- Tu viejo estará feliz entonces.

- Sí...

Sonreí levemente, no me gustaba mentir pero lo haría por mí y por el niño. Seguimos hablando mientras Thiago jugaba conmigo. Después, Leo quiso que saliéramos a ver Rosario, que es donde estábamos.

Caminaba de la mano de Thiago, Bianca y Thiago juntos y Leo iba con Mateo en sus brazos y Anto de su mano. Vimos la plaza, estuvimos en un parque y luego cenamos en un bar antes de despedirme de ellos.

- Ya sabéis que los próximos en moverse sois vosotros.

- Así podremos conocer al padre.

- Sí, al padre...- sonreí y les abracé.- Cuida de mis tres pulgas, Anto.

- Lo haré, chao Tania.

- ¡Chao tita Tania!- gritó Thiago despidiéndose con la mano mientras entrábamos en el coche.

- ¡Chao pequeñajo!- entramos en el coche y Thiago arrancó.- Gracias por cubrirme en lo del padre.

- No hay de que, sabemos que no te gustaría que Paulo lo supiera así que...

- Volvamos a Córdoba.- dije sonriendo y mirando hacia el frente.

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Promesas rotas (Paulo Dybala)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora