Capítulo 5

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Hola. He estado dándole vueltas a si publicar o no hoy el capítulo que tocaba. Como ya sabéis, ayer a la tarde ocurrió un atentado en Barcelona y bueno, yo soy española y no tenía ganas hoy de publicar. Pero me he dado cuenta de que pese a todo esto, hay que seguir en la normalidad y no dejar que los terroristas nos quiten lo más preciado, nuestra libertad. Así que, espero que os guste el capítulo y dejaré una canción en catalán que conocí por una serie y que siempre me ha gustado y al terminar el capítulo tenéis otra sobre Barcelona❤. Molta força Barcelona! #BarcelonaAmbTu 

- ¡¿Qué?!

- Lo que oyes.- fulminé de nuevo a Bianca.

- Así que...Dybala.

- Dybala.

- ¡Sí! Siempre quise un mini Paulo.

- Vos quieres mucho, ¿No?

- Y, ¿Qué vas a hacer?

- No decir nada, no quiero saber nada de él y no quiero que él sepa nada de mí ni de mi hijo.

- Así que es un secreto.

- Sí y espero que siga siendo así.

- Así será.- miró su celular.- Bueno, aunque será difícil porque me están diciendo que donde estoy para venir con Higuain y él.

- ¿Qué?

- Lo que oyes.

- Dile que no estás aquí.

- Tarde porque le dije que iría a verte y se acaba de acordar.

- Merda! No puedo, Anto, no puedo verle por favor, no...

- Tranquila, todo estará bien, será un hola y adiós.

- Un hola y adiós me basta para volver a enamorarme hasta los huesos.

- Tania.- me sujetó de los hombros.- Todo estará bien.

- Hermanita.- miré a Thiago, que estaba detrás de Anto.- Yo estaré contigo en todo momento, yo y Bianca, ¿Vale? Puedes irte a la habitación si quieres y así no verle o podemos salir o...

La puerta sonó y di un pequeño salto al asustarme. Miré la puerta, esperando que fueran ellos. Thiago fue lentamente hasta la puerta y la abrió, después apareció junto a él.

- ¿Óscar?

- Hola, Tania, veo que estás acompañada.

- ¿Y no ves que no sos bienvenido?- mi hermano le fulminó con la mirada y aguante la risa.

- No lo veo, ¿Me lo quieres mostrar?

- Vale, chicos, paren.- me puse entre los dos que se estaban encarando.- ¿A qué viniste?

- A hablar contigo.- sujetó mis manos pero me solté al momento.- Lo necesito.

- Está...bien.- miré a los demás.- Ahora volvemos.

Sujeté su brazo con fuerza y lo llevé hasta el jardín. Lo solté y me quedé en frente de él, para que vea que de verdad no es bienvenido.

- Adelante, habla.

- Tengo que explicártelo, explicarte todo.

- ¿Por qué? ¿Para sentirte mejor?

- No, porque siento la responsabilidad de hacerlo, quiero cerrar lo nuestro y creo que tú también y para hacerlo bien tengo que explicártelo todo.

- Bien, adelante.

- Verás, Tania, yo...no sabía que sentía, de verdad. Dejé de sentir aquello que me hizo ir hasta Barcelona para volver a verte y tuve la peor idea de todas, que si veía a otras personas tal vez mi amor por ti volviera a nacer.- bajó la cabeza y yo no dejé de mirarle.- Cuando llegaste y me viste, supe que fue un pelotudo pensando eso y que lo único que había hecho era perderte y...me di cuenta tarde que eso no hacía falta para volver a quererte, que solo necesitaba volver a ver esos precios ojos cerca de mí. Aunque cuando los vi tan cerca me miraban con furia y ganas de olvidarme.

- Eso era lo que sentía.

- Yo...quería pedirte perdón.- volvió a subir la cabeza y clavó sus ojos en los míos, transmitiendo pena pero no sabía si creerle.- Por no saber quererte.

- Óscar, lo nuestro no...iba a funcionar, yo tampoco me di cuenta que no estaba en realidad enamorada de ti y...tuve que dejarte ir para darme cuenta de ello.

- Entonces...

- Gracias por explicármelo, aunque no te justifica. Aún así, ha sido un placer haber compartido un año junto a ti.

- ¿Puedo abrazarte? Solo una vez más.

Dudé al principio, pero fui abriendo poco a poco mis brazos y él vino hacia mí con rapidez. Me abrazó con fuerza por la cintura y escondió su cabeza en mi cuello, acariciándolo con la nariz. Dejé de abrazarle para empezar a caminar con él de vuelta a dentro. Cuando llegamos al salón volví a paralizarme.

- Tania, acá es...- Leo, como los demás, miró a óscar.- ¿Qué hace él acá y con vos?

- Estábamos...hablando.- sonreí intentando mediar palabra mientras que Paulo miraba hacia el suelo, supongo que imaginándose otra cosa.- Sólo hablando.

- ¿De qué?

- De nada, nos despedíamos.- Óscar habló y le miré.- Al fin entendí que jamás volverá a ser mía.- me miró y Paulo subió su mirada.- Chao, Tania, ten suerte en la vida.

- Vos igual, chao.

Él se despidió con una sonrisa y se marchó sin dejar de mirar a Paulo, intercambiando miradas entre ellos. Leo, cuando Óscar se marchó, vino hacia mí y me abrazó como saludo, ya sin tensión en la sala.

- ¿Qué tal estás?

- Bien, como siempre, ¿Cómo querés que esté?

- No sé, ya sabes que...

- ¡Leo!- Anto habló, cortando a su pareja.- ¿No deberían estar ya en el campo entrenando?

- Que va, aún quedan unos minutos y hay un coche esperándonos fuera.

- ¡Papá, papá!- Thiago vino corriendo hacia su padre.- ¡¿Sabes qué Tania va a tener a un...?!

- ¡Perro!- gritó Thiago sabiendo que el niño iba a decir lo que se supone que era un secreto.- Va a tener un perro.

- ¿Así? ¿Y Lleò?

- También, los dos.- sonreí nerviosa, esto se estaba complicando.- Creo que me voy.

Intente no mirarle, pero era imposible desviar la mirada de tal dios griego. Subí las escaleras torpemente y con rapidez, intentando alejarme de aquel sitio para salvar mi secreto más preciado ahora mismo. Él no debería saber nada.

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Promesas rotas (Paulo Dybala)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora