Capítulo 40

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- ¡Tania!

- ¿Qué pasa?- fui a la cocina donde me estaba llamando Bianca.- Oh no...

- Oh sí.

- ¡Merda! ¿Tenía que ser ahora?

- Yo no lo he elegido.

- Vale, respira, tú respira.

- Eso hago, si no estaría muerta.

- Shhh, estoy intentando llamar a Thiago.

Mi madre se había ido a comprar con Marc y Nicolás, que se ofrecieron a ayudar y mi padre estaba en el trabajo con Thiago y Paulo, así que estábamos solas con Lleò, que no serviría de ayuda. Saltó el contestador y tiré el móvil hacia cualquier sitio de la casa, enfadada.

- ¿No contesta?

- No, no lo hace.- suspiré y fui arriba.- ¡Ve buscando las llaves del coche!

Grité mientras buscaba las cosas del bebé y las metía en una mochila, después fui a por mi bolso y guardé las llaves de casa. Bajé al primer piso y busqué el móvil, guardándolo y a continuación, salí de la casa.

- ¿Estás bien?

- Sí, tengo pocas contracciones.

- Bien.- le quité las llaves del coche de mi padre y abrí mi puerta y la del copiloto.- Entra.

- ¿Cuál es el plan, Tania?

- El plan es llevarte al hospital.

- Pero si tú...

- Si é, no tengo carnet pero sé porque mi padre me enseñó por si algún día me sacaba el carnet. Llama a Pol o a alguno de los chicos, necesitamos ayuda.

- Está bien, llamaré a Paulo que seguro que lo coge.

- Vale.

Giré la llave y el motor rugió mientras que Bianca llamaba a Paulo. Di al pedal de acelerar y el coche salió un poco, pero después paró.

- ¡Merda!

- ¿Qué pasa?- separó un poco el móvil de su oreja pero lo volvió a acercar rápido.- Paulo, soy Bianca.

- ¿Tenías que estropearte ahora?

Salí del coche y abrí el capó, empecé a meter mis manos dentro de cada aparato viendo que estaba mal y cuando encontré la avería fui a por las herramientas con las manos llenas de grasa.

- Ya viene para acá.

- Dile que se vaya al hospital, puedo arreglar esto.

- Vale.- puso una mueca de dolor, la miré y aumenté el ritmo en arreglar el auto.- Ya le mandé el mensaje.

- Esto ya está.- de una patada lancé la caja de herramientas dentro del garaje y me subí al coche.- Vale, vamos allá, ¿estás bien?

- Sí, tranquila, todo va más lento por ahora.

Asentí con la cabeza y volví a girar la llave, le di al pedal y salimos del garaje y de la parcela. Una vez en frente de la casa vi como el garaje se iba cerrando y entonces cambié de marcha y fui dirección al hospital.

- ¿Cómo vas?

- Van en aumento.- la miré de reojo y ella me miró con rostro de dolor.- Tengo miedo, Tania.

- No tiene por qué tenerlo, eres fuerte y puedes con esto.- solté la mano del cambio de marcha y agarré la suya.- Y vas a traerme al sobrino vas guapo que pueda tener.

Promesas rotas (Paulo Dybala)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora