Capítulo 46

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Me desperté al escuchar a Diana llorar y miré donde se encontraban ella y su hermano, que dormía por ahora. Me acomodé en la camilla del hospital, ya que aún seguía allí y la sostuve en mis brazos para empezar a alimentarla. Minutos después su hermano también empezó a llorar e hice malabares para tenerlos a los dos en mis brazos.

Miré en la silla que había en la pared, allí estaba mi madre dormida. Busqué a mi padre por la habitación y justamente la puerta se abrió, apareciendo un gran rayo de luz porque era muy temprano por la mañana.

- ¿Papá?

- No vine solo.- mi padre apareció con una lata de Coca- Cola en la mano, me sonrió y se acercó a mi madre.- Mirá a quien vi por los pasillos.

- ¿Dónde están mis nietos?

- ¿Y mis sobrinos?

- Acá.- les sonreí a Alicia y Mauricio.

- Míralos.- Alicia se acercó a mi sonriendo y empezó a contemplar a mis mellizos.- ¿Qué tal está la mamá?

- Bien, mejor que en el parto.- reí levemente y Mauricio se acercó por el otro lado de la cama.- ¿Y vosotros?

- Bien ahora que vemos a estos dos, ¿Cómo se llaman?

- Bruno y Diana.

- Son hermosos.

Les sonreí y se sentaron en unas sillas que les prestó mi padre, que decidió quedarse de pie. Estuvimos hablando hasta que los dos terminaron casi al mismo tiempo y los dejé dormir juntos, no quería separarlos nunca.

- ¿Saben algo de Paulo?

- La última vez que hablamos estaba a punto de entrar al avión.

- Hola, ¿Familia Martínez?

- Sí.

- Acá tenés el alta y felicidades.

- Gracias.- sonreí a la enfermera y mi padre tomó el papel.- ¿Nos podemos ir ya?

- Sí, por las pruebas que les han hecho están sanos y perfectos para salir ya y vos igual.

- Pues dame la ropa, está en la mochila.

Me levanté, fui al baño y me cambié sin parar de mirar mi barriga que poco a poco volvía a su lugar. Salí de la habitación y Alicia me ayudó a cambiar a Bruno y Diana mientras mi padre despertaba a mi madre y Mariano llamaba a su hermano.

- Ya está.- sonreí y sostuve en brazos a Bruno y Alicia a Diana.

- ¡¿Dónde están?!

La puerta se abrió de repente y Bruno se despertó, por suerte decidió volver a cerrar sus pequeños ojos. Miré quien estaba al otro lado y no pude evitar sonreír a verle tan cambiado y a la vez tan él. Mariano estaba detrás, sonriendo al igual que su madre y él me miró durante segundos, después bajó sus ojos hasta dar con sus hijos.

- ¿Son...?

- Sí, son ellos.

Paulo sonrió y vino más calmado hasta nosotros, estaba nervioso y a la vez feliz y lo sabía porque le conocía y porque no sabía cómo tenerlos a los dos. Mi padre le agarró con suavidad de los hombros y lo sentó en la cama, no queríamos que se cayeran al suelo por el torpe de su padre.

Me senté a su lado, pero no muy cerca y él colocó sus brazos, listo para tener a Bruno. Entonces se lo di, rozando nuestra piel después de tanto tiempo y haciendo que pequeñas bombillas se encendieran en mi interior. Después de dos meses y todo lo que me hizo sigo queriéndolo como antes.

Promesas rotas (Paulo Dybala)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora