Capítulo 4

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- Tenés que ir a por más de esto, esta riquísimo.

- Claro, pues te esperas a otro día.- dije tumbándome en el sofá.- Hoy no hay ganas, boludo.

- Mirá, ya se te va notando.

- Cállate.

- Pero Bianca es mejor que vos.- sonrió con la tarrina de helado en sus manos y se sentó a mi lado con mis piernas sobre las suyas. Sí, solo mi hermano podía comer helado cuando hacía frío.- ¿Cuándo te toca la siguiente ecografía?

- Mañana.- bufé.- ¿Me vas a acompañar otra vez?

- Por supuesto, Marc está con el argentino y Pol con Ariadna, Bianca con nuestra vieja, así que te toca volver conmigo.

- ¿Y papá?

- En el trabajo, como siempre.

- Está bien, pero no me avergüences.

- No, no.- rió y le fulminé con la mirada.- Es broma, no haré nada si vas a por más de esto.

- Está bien.

Suspiré y me levanté, fui a por mi bolso y salí de casa al supermercado. Ya de paso me llevé la lista de la compra y así hacia algo. Saqué el celular y empecé a hablar con Leo, que quería conocer al padre. Entonces choqué con un hombre bastante musculoso, lo sé por el golpe que me dio que me caí al suelo.

- Eh, cuidado por donde mirás.- me apoyé en las rodillas y me levanté.

- ¿Estás bien?- le escuché y me paralicé al momento.

Estaba de espaldas, por lo que no le vi y no quise darme la vuelta. Pero si quería ir al supermercado y no a la carretera tenía que hacerlo. Giré sobre mi misma y entonces se me iluminó aquello que solo era oscuro en mi interior.

Tenía el pelo un poco más largo de la última vez que lo vi. Iba con una camiseta vaquera, pantalones negros y unas zapatillas de deporte, todo junto unas gafas de sol. Al parecer alguien tenía convocatoria y no avisó...

- Tania...

- Ho...hola.- algo se revolvió dentro de mí a escucharle hablar.- ¿Qué haces vos acá?

- Convocatoria con Argentina y estamos caminando por acá, ¿Y vos?

- ¡Paulo!- miré hacia la derecha, Higuain se paralizó al verme.- ¡Tania!

- Higuain.- le abracé amistosamente, solo unos segundos y me separé.- ¿Qué...qué tal?

- Bien, por aquí dando una vuelta por la hermosa Argentina.

- ¿Leo está con vosotros?

- No, bueno sí pero está un poco más atrás, con Kun.

- Ya...creo que me voy.

- Chao.

- Chao, Tania.- quise irme pero no había manera, la re cagaste de nuevo, Tania.

- ¡¿Ya estás ligando, Dybala?! ¡¿Tan pronto?!- Leo apareció junto Kun riendo.- Tania...sos vos.

- Hola, se ve que alguien no avisa cuando viene a Córdoba.

- Era una sorpresa que ya no es sorpresa.- me abrazó e intentó susurrarme, pero el boludo se ve que no podía.- ¿Qué tal con tu rubio de baloncesto?

- ¿Rubio de baloncesto?- los dos me miraron confundidos.

- Nadie, chao.- fulminé con la mirada a Leo antes de salir corriendo de allí.

Llegué al supermercado y pude respirar tranquila, todo en un mismo tiempo era demasiado para mí. Entré y compré lo que necesitaba para volver, con el mismo ritmo que había venido, a mi casa.

- ¿Qué pasa? Vienes corriendo.

- He...- intenté respirar.- ¿Me puedes ayudar?

- Claro, perdona.- se levantó y me ayudó con la compra.- ¿Qué ha pasado?

- He encontrado a Paulo, a Paulo con Higuain y Leo de convocatoria con Argentina.

- ¿Qué? ¿Y qué ha pasado?

- ¿Pues qué va a pasar, boludo? Que me doy cuenta de que el muy pelotudo me sigue encantado como al principio y Leo le ha dicho que estoy con un jugador de baloncesto rubio.

- ¿Qué? Cuando se lo cuente a Bianca...

- Tuve que decirle que no dijera nada, ayúdame a sentarme que me duelen las piernas de correr.

- Pero, ¿Y el bebé?

- Nada de nada.

- Bueno, al menos algo que no ha pasado.

- Sí, ahora se cree que estoy con un rubio un mes después de estar con él.

El timbre sonó y yo masajeaba mis pies doloridos mientras Thiago iba a abrir, aparecieron un pequeño emocionado y Anto con su otro hijo en brazos.

- ¡Tania!

- Ven acá anda.- le abracé y le senté en mis piernas.- Con que vienen sin avisar.

- Sí, pero solo nosotros, Leo está en...

- La convocatoria de Argentina.

- ¿Cómo lo sabes? ¿Ahora ves los deportes?

- No, pero me he tropezado con Paulo y allí estaba Leo para reventarlo todo.

- ¿En serio?- le pasó a Thiago su hijo Mateo.- ¿Y?

- Le ha dicho que estoy con un rubio jugador de baloncesto.

- ¡No! Leo siempre siendo sincero.

- Sí, súper sincero.- ella me miró confundida.- Nada, estoy cansada, ya está.

- Está bien, Thiago déjame a Mateo y prepara un vaso de agua o té, relaja bastante a la madre y al hijo.

- Marchando.- el dejó a Mateo con su madre y se fue a la cocina.- Ya llegué.

- ¡¿Cómo está el próximo Dybala favorito?!- gritó Bianca entrando por la puerta.- Oh, mierda...

Promesas rotas (Paulo Dybala)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora