Capítulo 19

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- ¿Por qué tengo que ir yo?

- Porque eres mi mejor amiga y llevas dos días encerrada, venga.

- No.- me agarré a la almohada.- Yo me quedo.

- Tú te vienes.- tiró de mis piernas y empecé a gritar.- ¡Thiago ayúdame!

- ¡Thiago al rescate!

Sentí como alguien me sujetaba de la cintura y me levantaba de la cama. Empecé a darle golpes en los brazos a mi hermano mientras él y Bianca reían, bajándome al primer piso.

- ¡Viejo, vieja, ayúdenme!

- ¡Has visto! Ya no nos llama papá y mamá.

- ¡Ayudarme!

- Thiago dejá a tu hermana.

- La vamos a llevar a comprar, viejo.

- ¿Comprar el qué?

- La cuna.

- Entonces vas con ellos, nena.

- Viejo...

- No, vas y punto.

- No se puede confiar en vosotros eh.

Mi hermano me llevó en brazos hasta fuera de la casa y cuando Bianca cerró la puerta me bajó. Bianca me dio mi bolso y me subí al auto junto a ellos. Miré por la ventanilla y me acordé de la última vez que me subí a este auto, exactamente cuándo Marcos hizo que Paulo me ignorara completamente estos dos días.

- Llegamos.

- Yo me quedo aquí.

- Tú te bajas del auto como todos.

Bianca me abrió la puerta y salí suspirando del auto. Fui junto la pareja hasta la gran tienda llena de cosas de bebés. Mi hermano no paraba de hacer el tonto, Bianca de regañarle y yo de mirar todo.

- ¿Y este?

- Aburrido.

- A mi me parece mono.

- Aun no sabemos ni si va a ser nena o un pibe eh.

- Da igual, yo elijo esto.- Bianca señaló uno de cohetes y planteas.

- Pues no sé tú, pero mi hermano es gafe y seguro que va a ser una nena.

- Es mentira, va a ser el mejor defensa del mundo.

- También puede serlo siendo chica.- Bianca le miró enfadada.

- Vale, es verdad. Bueno, va a ser chico y punto.

- Hacemos algo.- los dos me miraron.- Compramos este y si es un chico os doy dinero para que compréis otro diferente.

Los dos se miraron y asintieron, poniendo el móvil que había elegido, y que también me llevé para cuando nazca el mío, en el carro de la compra. Era un móvil con una luna menguante que tenía encima de esta un elefante gris y de orejas rosas, de la luna colgaban estrellas de los mismos colores, azules y rosas. Seguimos mirando y también elegí una cuna redonda para ellos, yo aún no quería.

Salimos hacia el auto y ayudé a mi hermano a poner la cuna en el maletero, después me subí y Thiago nos llevó de vuelta a casa. Cuando llegamos mi adre estaba apoyado en su coche viejo, sí, Thiago ya se había comprado uno por fin para su familia.

- ¿Qué haces aquí, viejo?

- Os ayudo.

Vino a llevarse junto mi hermano la cuna hacia dentro y Bianca y yo entramos detrás de ellos con las demás cosas que no pesaban tanto. Después nos sentamos juntos hasta que mi adre me extendió la mano, se la di y salimos de la casa.

- ¿A dónde vamos?

- A dar una vuelta, estarás embarazada pero sos Tania Martínez, guerrera incluso con una barriga un poco más grande cada día.

Sonreí y me subí al auto junto a él, me puse el cinturón y lo puso en marcha con esos ruidos que afirmaban la edad del coche. Me llevó hasta donde él trabaja, nos bajamos y yo me senté en una silla viendo como trabajaba.

- ¿Querés dar una vuelta? Yo ya terminé.- se limpió el sudor con un trapo sucio.

- Dale, pero antes te duchas.

- Venga si aunque esté lleno de grasa seguís queriendo a tu viejo.

- Pues claro.

Sonreí y le abracé sin importar el sudor y lo manchado de grasa que estaba. Después, nos subimos juntos al coche y volvimos a casa, se duchó y volvió para irnos andando afuera.

Me llevó hasta la plaza sin parar de contarme cosas graciosas que a veces pensaba que se las inventaba tan solo para hacerme reír. Era el mejor padre del mundo. Nos sentamos en un banco y se fue a comprar helados para volver con ellos.

- Y entonces e toro embistió a tu tío, que con suerte tenías unos calzones tan grandes que solo se los quitó.

- ¿De verdad?- me empecé a reír como una loca.- Sos el viejo más gracioso que conozco.

- ¿Conoces a otro viejo?

- No, por eso.- me miró serio, pero en seguida reímos los dos.- Dale, está anocheciendo y me has hecho olvidarme de mis problemas suficiente tiempo.

- Eso era lo que quería, por eso me inventé las historias.

- ¡¿Te las inventaste?!- abrí la boca y los ojos.- ¡Lo sabía!

- Algunas, pero otras eran verdad como la de los calzones de tu tío y el toro.

- Anda que...vaya familia.

Me levanté yo primero y lo ayudé a levantarse. Nos fuimos juntos de la mano hasta la casa y llegamos justo a la cena, comimos entre risas y volví a mi habitación para dormir, olvidándome de Marcos, Paulo y el problema.

Promesas rotas (Paulo Dybala)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora