Capítulo 37

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- Te quiero.- me volvió a besar y reí.- Te amo, te adoro y te echaré de menos.

- Siempre decimos lo mismo.

- Porque es verdad.- me dio un beso más y me abrazó, esta vez besando mi cabeza.- Dime todo lo que le pasa a nuestros pequeños, ¿Vale?

- Tranquilo, lo haré y te avisaré cuando tengo cita para las ecografías por si puedes venir.

- Si no puedo no me importa, iré aunque sea corriendo.- reí y le di yo ahora un beso corto.

- Y si no puedes, ya vendrán mis catalanes conmigo.

- Y si no puedo, mándamelas.

- Lo haré, tranquilo.- le volví a besar.- Te amo.

- Y yo.

Me sonrió y fuimos separando nuestras manos para irme hacia el avión sin ante mandarle un beso. Me senté en el asiento e hice mi rutina en los aviones, poner mis audífonos, las baladas españolas y cerrar los ojos esperando a dormirme.

- ¿Tania?- abrí mis ojos y le vi sonriendo.- ¿Qué haces aquí?

- Antoine, cuánto tiempo.- le sonreí.- Vine a ver a mi nocio.

- ¿Vive en Italia?

- Trabaja en Italia, ¿Y tú?

- ¿Yo? Pues vine a visitar a parte de mi familia que vive aquí y ahora mismo.- se sentó a mi lado.- Ser tu compañero.

- Me parece bien.- reí.- ¿Quién vive aquí?

- Mi hermana con mi cuñado y mis sobrinos.

- ¿Así?

- Sí, es gracioso porque ella es menor que ella y mis padre me tuvieron antes de casarse, me dejaron con mi abuela y se fueron de luna de miel a Roma, cuando mi hermana iba a nacer decidieron tenerla aquí y ella es italiana.

- ¿Es italiana? Tú debes saber muchos idiomas.

- Solo español, francés, inglés un poco e italiano.

-¿Te parece poco?

- Bueno, quiero saber alemán.- reímos.- En fin que ella se quedó aquí a vivir cuando fue mayor, conoció a un italiano, se enamoraron y tuvieron su luna de miel en España, donde decidieron que naciera su primer hijo y su segundo hijo es italiano.

- Vaya.

- Ahora acababan de venir de un viaje en el que mi cuñado se tuve que quedar aquí.

- Me acabo de enterar de toda la vida de tu hermana.- volvimos a reír.- ¿Cómo se llaman tus sobrinos?

- Pedro y Claudio.

- ¿Pedro?

- Sí, le tiene un miedo tremendo a los aviones y mi hermana me contó que cuando volvieron conocieron a una chica que le ayudó.

- Ya, fui yo.

- ¿En serio?

- Sí, le puse El Rey León y le prometí que todo estaría bien.

- Pues has ayudado a mi hermana, que ya venía enfadada por tener que sentarse lejos de su hijo.

- Pues me alegro.

- ¿Qué tal estás tú y tus mellizos?

- Bien, todo bien, el padre también.- le sonreí.- ¿Vas a Cataluña?

- Sí, a trabajar junto a mis dos amigos argentinos.

- ¿En serio? Yo también trabajo allí, en Barcelona para ser más exactos.

- A ver si nos vemos.

- Sí.- le sonreí.

Compartí uno de mis audífonos con él y me dormí después de un tiempo hasta que él me despertó cuando íbamos a aterrizar, me puse el cinturón y tocamos tierra. Salimos del avión y fuimos juntos a por las maletas, cuando vi a lo lejos a Pol y Marc me despedí de él y fui junto a ellos dos.

- ¡Hola!

- ¡Tania!- los dos gritaron al unísono y vinieron corriendo a abrazarme.

- ¿Y Ariadna?

- No sé, la dejé dormir porque me dijo que estaría para darte la bienvenida.

- Pues vamos a por ella, aún queda una hora para el trabajo.

- Marchando una de Ariadna.

Reímos y fui junto a ellos, Pol llevando mi maleta, hacia el coche. Estuvimos cantando todo el viaje hasta que llegamos. Salí primero y me dieron las llaves para que fuera a despertar a Ariadna sin tener que esperarles.

Abrí la puerta y la dejé abierta para que pudieran entrar. A continuación, subí las escaleras para ir a la habitación de ellos dos, pero al llegar no había nadie allí, sino en el baño o eso parecía.

- ¿Ari?

Escuchaba sollozos, a alguien llorar y esperando a que la puerta estuviera cerrada con pestillo giré el pomo, equivocándome. Abrí la puerta y la cerré rápido al verla tirada en el suelo, llorando con una botella de vodka a su lado.

- Hey, ¿Qué pasa? Tranquila, vamos, tranquila Ari, ya estoy aquí.- me agaché rápido y la abracé con fuerza.- Ya está...

Acariciaba su espalda de arriba abajo lentamente mientras que ella sollozaba en mi hombro, mojando mi camiseta. En un momento Marc vino a ver qué pasaba, yo le dije que estábamos bien y que se fuera abajo con Pol, todo esto in abrir la puerta.

- Ari, dime que pasa y te ayudaré.- me separé y sujeté su rstro con suavidad.- Venga, tranquila.

- Es...- sollozó con fuerza y la abracé de nuevo hasta que se volvió a tranquilizar.

- Venga, tranquila, dime qué pasa.

- Es que...he ido al médico y...

- ¿Y qué? ¿Qué pasa?

- Es...

- Ariadna, dime qué pasa, me estás asustan...

- No puedo tener hijos, Tania, no puedo tener hijos.

La miré durante unos segundos en silencio, suspiré y volví a abrazarla con fuerza, esta vez sin decir nada. Estuvimos así un tiempo hasta que me di cuenta de que los chicos se preocuparían más.

- Ariadna, todo estará bien.

- No, no lo estará, ¿Cómo le digo esto a Pol?

- No hace falta, todo tiene solución.

- Esto no, Tania, tú vas a tener mellizos y Bianca un hijo y yo...yo nada.

- Siempre se puede adoptar, Ariadna.

- No es lo mismo, no...no es de mi sangre.

- Está bien, ahora vamos a lavarnos la cara y salir de aquí para que los chicos no se asusten, ¿Entendido?

- Pero...

- Pero nada, esto se solucionará. Pediré cita para otro médico, una segunda opinión.

- Tania...

- Y si no se puede arreglar, entonces se lo contarás a Pol, porque esto es de los dos.

- Está...bien.

Le sonreí dulcemente y volví a abrazarla, después nos levantamos del suelo, le lavé la cara y ayudé a que se maquillara como siempre hacía. Después bajamos juntas y lo chicos no sospecharon nada, vaya bienvenida a España.

Promesas rotas (Paulo Dybala)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora