Capítulo 27

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- ¿Te gusta?

- Claro que me gusta, me encantaría ir contigo a la playa aunque no es que haga mucho calor.

- Bueno, la temperatura al lado del mar cambia y yo te puedo dar todo el calor que quieras.- reí y me agarró suavemente de la cintura.- ¿O me equivoco?

- No y creo que yo tampoco al decir que yo también te podré dar el calor que quieras.

Sonrió y me besó, aunque se separó al notar que mi hermano le había dado una colleja y la risa acompañada de Bianca.

- Es mi hermana, delante de mí no.

- Tú haces lo mismo con Bianca y es mi mejor amiga.

- Eso es verdad.

- No es lo mismo.

- Porque el rey Thiago no lo hace de esa forma, ¿No?

- Exacto.

- Vale, paren que ya veo una pelea de hermanos.

- Paulo también dice la verdad.

- Vale, ya, yo gano y tú no.

- ¿Así? Pues te la devuelvo.

- ¡Oye!- se quejó por la colleja que le di y Paulo y Bianca rieron.- Al final te doy a ti.

- Venga.

- Chicos, paren de hacer tonterías.

Mi padre apareció por la puerta con la mano en el costado y cara de agotado. Sin decir más se fue al salón y sin ni siquiera limpiarse el sudor y la suciedad se tiró al sofá.

- ¿Estás bien?

- Cansado, hija, cansado.

- Viejo, ya te dije que no estás para estos trotes.

- Hijo, cállate.

Reí y mi hermano se fue a la cocina y yo junto a él. Parecía enfadado, tal vez algo cansado. Intenté no mirarlo, pero se me hacía imposible.

- ¿Me vas a hablar ya o me vas a seguir mirando?

- Te sigo mirando.- sonreí y le toqué el hombro, acariciándolo.- ¿Pasa algo?

- ¿No notas que nuestro viejo está más cansado?

- El trabajo y la edad, Thiago.

- Lo sé y debería dejarlo y descansar.

- Thiago...

- Al final pasará algo, Tania y es nuestro viejo, hay que cuidarlo.

- Thiago, él es mayor y ya sabes que desde pequeño ha estado trabajando, quitarle el trabajo es como quitarle el fútbol a Paulo o a ti el periodismo. Entiéndelo, Thiago, de alguna forma arreglar autos es su vida.

- Pues vaya vida.- suspiró y miró hacia abajo.- ¿No deberíamos hacer algo?

- Ayudarle, solo eso, porque no creo que lo deje.

- Está bien.

Le sonreí y volví con los demás. No había sitio para mi, mi padre ocupaba todo el sofá, Paulo estaba en un sillón y Bianca en otro, los dos con los móviles en la mano y mi padre dormido. Fui donde Paulo y le quité el móvil, él me miró confundido pero sonrió al ver que me sentaba en sus piernas y guardaba el móvil.

- Creo que soy más guapa que un celular, ¿No?

- Muchísimo más inteligente, también.- me sonrió aún más y miró los labios.- Eres mi celular preferido.

- ¿Tu celular preferido?

- Claro.- miró mis ojos y otra vez mis labios empezando a susurrar.- Me encanta acariciar la pantalla.- acarició mi vientre y luego mi rostro suavemente.- Estar guapo para las fotos.- me guiñó el ojo y reí levemente.- Y por supuesto teclear.- sonreí y por fin dio un beso de nuevo interrumpido.

- Iros a un hotel, por favor.

- Cállate.

- Ya estoy yo aquí, mi amor.

Thiago apareció y Bianca se sentó en sus piernas. Al final, poco a poco y entre besos me dormí acurrucada, de una manera incómoda, en Paulo.

Sentí como alguien daba cortos besos en mis labios, mis mejillas y mi cuello. Fui abriendo poco a poco los ojos hasta ver a Paulo sonreírme.

- Hay que hacer las maletas si te quieres ir mañana conmigo.

- ¿No puedo seguir durmiendo?- cerré los ojos de nuevo.

- No, ya descansarás luego, porque cuando estemos solos en la playa no creo que descanses mucho.

Abrí mis ojos de nuevo y le vi, sonriéndome con una sonrisa divertida, aguantándose la risa. Me guiñó el ojo y cerré de nuevo los ojos, entonces, sonriendo agarré un cojín y se lo estampé en la cara, haciéndole reír.

- Eres un guarro.

- Pero me quieres.

- Como no quererte.- pellizque sus mejillas.- Si eres lo más bonito del mundo.

- Vale, vale, no hacía falta pellizcar.- reí al ver como se frotaba dolorido la cara.

- Me voy a hacer las maletas.

- Te acompaño.

Me levanté y él hizo lo mismo agarrando mi mano. Fuimos juntos hasta la habitación mía que compartía con él y saqué sus maletas y las mías y empecé a colocar mi ropa y él la suya. Terminé y cerré la maleta, la fui a poner a los pies de la cama cuando sentí unas manos en mi cintura abrazándome.

- ¿Ya terminaste?

- Sí, ¿Por...?

No pude terminar la frase porque ya me había dado la vuelta, me tenía en frente suya y con sus labios sobre los míos. Se movían con lentitud pero con ganas de que nos caigamos en la cama y eso hicimos.

Fue pasando sus manos por todo mi cuerpo y yo acariciaba su pelo, su espalda y pecho y abdominales. Él se quitó la camiseta y yo iba a hacer lo mismo con la mía cuando la puerta se abrió y apareció mi padre adormilado.

- Oh por dios, tapaos un poco.

- ¡Papá!- quité a Paulo de mi lado y le sonreí.- ¿No estabas dormido?

- Sí, cariño, lo estaba. Pero tu madre ya ha llegado y vamos a comer, por favor, Paulo, ponte algo.

- Ya...vamos.

Sonreí aún más nerviosa, mi padre bufó y volvió a cerrar la puerta. Miré a Paulo que me sonreía divertido y nos empezamos a reír.

- No tiene gracia.

La puerta se abrió, apareció él, que dijo eso, y se volvió a cerrar haciéndonos reír aún más. Le tiré la camiseta a Paulo y me levanté de la cama, le di la mano y nos fuimos los dos con los demás.

Promesas rotas (Paulo Dybala)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora