Capítulo 14

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- Dale, vete a ayudarle.

- Pero yo no sirvo para eso y además quiero estar contigo.

- Pero esos dos te necesitan, si los dejas solos no harán nada.

- Pero...

- ¿Quieres que te vuelvan a querer o qué?

- Vale, vale, lo haré, vaya forma de ganarme a mis suegros.

- A mí ya me tenés ganada desde que aceptaste a tu hijo.- dijo mi madre apareciendo y desapareciendo por la cocina.

- Termínate el desayuno y vete ya, que al final se van sin ti.

- Tampoco tendría problemas.- se levantó de la mesa y se acercó a mí, encerrándome entre sus brazos y pegada al frigo.- Así paso más tiempo con vos.

- Siempre repites lo mismo.

- Vine para hacer eso, no para reparar autos con tu familia.

- Sólo hoy y esta mañana, después me tendrás todo el tiempo que quieras.

- Prométemelo y te juro que repararé todos los autos que deba reparar sin rechistar.

- Te lo prometo.

Él sonrió mirándome a los ojos y pude sentir aquel cosquilleo dentro de mí, mi corazón latiendo rápido y sin coordinación alguna, mi respiración acelerando y cortándose a mitad de camino por sentir sus labios sobre los míos. Se movían lentos, con dulzura y demostrándome cuanto me echó de menos y cuanto me quiere y yo hice lo mismo volviendo a acariciar su pelo, que aunque fuera poco, había

- Te quiero, os quiero.

- Yo también te quiero.- sonreí al escucharle.- Vete o te encarcelo en una torre y no te dejo salir.

- Vale, vale, ya me voy.- se alejó de mi y cuando iba a volver a cocinar volvió a agarrar mi mano y me acercó con velocidad hacia él, haciendo chocar nuestros cuerpos.- Te quiero.

Me besó ahora con más rapidez y deseo y luego salió corriendo, dejándome exhausta en la puerta de la cocina. Abrí mis ojos al oír risas cerca de mí.

- Mírala, completamente enamorada.

- Callaos ya, pesadas.

- ¿Qué haremos hoy?

- Yo terminar de hacer esto y luego dormir.

- Eso es que ayer no dormiste eh.

- Normal, con ese chico en la cama cualquiera.

- Mira que sois pesadas eh, no, dormí pero estoy cansada.

- Bienvenida al embarazo, querida amiga.

- Chicas, prometedme que no hablaréis sobre los embarazos siempre.

- No lo haremos, solo hasta que pasen siete u ocho meses.

- Ah bueno, espera, ¿Qué?- reímos por la cara de Ariadna y las dos me empezaron a ayudar en la cocina.- Hoy hay que salir eh.

- ¿A dónde vas a ir tu con dos embarazadas?

- No sé, pero no aguanto más en esta casa o en el hotel.

- Yo te puedo llevar a donde quieras.

- Pol, cariño, también estoy cansada de ti.- reímos y Pol se fue.- Es demasiado pesado.

- No seas así, es...rubio.

Las tres reímos y terminamos para irnos al salón. Pol y Ariadna se marcharon poco después y Bianca decidió jugar a la Play conmigo, por suerte era peor que yo y la gané. Después Bianca se llevó a Lleò de mi lado y yo me puse a ver las rede sociales, que estaban llenas de notificaciones sobre la relación entre Paulo y yo.

La puerta sonó y miré la hora, la mañana se me había pasado volando. Miré hacia atrás y vi a mi padre pasar riendo con mi hermano a la cocina, esperé a Paulo y al final pasó en frente de mi.

Este chico no hacía más que acalorarme. Toda la cara llena de grasa y una camiseta blanca mojada de agua y supongo que también de sudor, además, estaba levantada, pues se estaba limpiando el sudor de la cara dejando ver sus abdominales.

- Hola, ¿Pasa algo?

- ¿Por qué me haces esto, señor mío?

- ¿Qué he hecho?- me miró divertido y sonrió haciendo que me mordiera el labio inferior.- Oh, ya, pensé que no te gustaban los chicos sudorosos.

- Y no me gustan pero tú, eres especialmente sexy mojado aunque es mejor si es agua y no sudor.

- No des pegas.- me agarró las manos y me levantó del sofá.- Si te encanto.

- Por supuesto que me encantas.- sonreí y coloqué su rostro entre mis manos, acariciándolo.- Me enamoras.

Él sonrió y le besé mientras mis manos fueron poco a poco hasta rodear su cuello. Sus manos fueron hasta mi cintura para pegarme más a él y a mí en ese momento no me importó su sudor ni que estuviera manchado de grasa de los autos, lo que sí me importó fue que Thiago nos interrumpiera.

- ¿Qué quieres ahora, pelotudo?- le fulminé con la mirada y ellos dos rieron.

- Nada, solo que ya está todo puesto y falta el sucio de tu novio y tú.

- Sucio sí, pero sexy, no como vos.

- Te ganó.- Paulo me abrazó desde atrás.- Ella ha hablado.

- Pelotudos, todos están contra mí.

Se fue haciéndose el enfadado y Paulo subió a ducharse después de darme un beso y yo me fui junto a los demás a comer. Él llegó después y se unió a nuestra charla, después él y yo subimos a la habitación y nos quedamos todo el día allí, hablando, riendo y por supuesto dándonos besos y abrazos.

Promesas rotas (Paulo Dybala)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora