Capítulo 38

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- Todo estará bien.

- ¿Segura?

- Sí.- volví a estornudar.- Odio el invierno, pero lo amo a la vez.

Nos levantamos del sofá y Lleò hizo lo mismo, esperando a ver a dónde íbamos. Entonces, sonó el timbre y mi móvil a la vez, Ariadna fue a ver quién era y yo a ver quién me llamaba.

- ¿Sí?

- Soy Paulo, ¿Qué tal está mi novia y mis mellizos de siete meses?

- Todos bien, ya te lo dije ayer.- sonreí.- ¿Qué haces? ¿Pasa algo?

- No, solo quería saber cómo amaneciste.

- ¡Ya está aquí el tío Rubio!

- Cállate Marc.- miré a Ariadna.- Estamos bien, Paulo, tranquilo.

- Ya sabes que en este mes puedes tener un parto prematuro, tengo que preocuparme.

- Solo queda una semana para Navidades, las cuales pasaremos juntos en Argentina.

- Yo estaré en Laguna Larga y vos en Córdoba, ¿Recordás?

- Vale, no contaba con eso, pero nos veremos más y tranquilo que todo estará bien.

- Creo que no deberías viajar a Argentina, quiero decir, ¿Y si el parto es el avión?

- Por dios, Paulo, sos un dramático.- rodé los ojos.- Tengo que irme, luego me llamas y me vuelves a preguntar sobre mi estado y no te preocupes tanto de mi y preocúpate más de marcar goles, anda.

- Como mandes, sargenta.- terminé la llamada y bufé.

- ¿Todo bien?

- Sí, ¿Qué haces aquí?

- Vine a verte, pero alguien se me adelantó.

- Ya, es que íbamos a comprar.

- ¿Puedo ir yo? Hace frío y...

- No, no puedes, son cosas de chicas.

- Soy gay.

- Pero no chica.- le sonreí y le abracé.- Tienes la Play y el ordenador, si quieres nos esperas aquí y cuando venga ya hablamos.

- Como mande, sargenta.

Le sonreí y miré a Ariadna, cogí mi bolso, el abrigo y salimos de mi casa. Llamé a un taxi y entramos en el coche en dirección a la ginecóloga donde yo iba y que hoy atendería a Ariadna. Pagué al taxi al llegar y entramos en la clínica, saludé a lo que conocía y esperé a que nos tocara.

- Ariadna, tranquilízate.

- No puedo.

- Todo saldrá bien, lo prometo.- acaricié sus manos y la sonreí dulcemente.

- ¿Señorita Capdevilla?

- Soy yo.

- Y yo la acompaño.

Nos levantamos y entramos en la sala. Saludé a la ginecóloga mientras que Ariadna se tumbaba en la camilla y yo me senté en la silla que me ofreció, porque no debía estar mucho tiempo de pie.

- Y bien, ¿Cuál es el problema?

- Pues...

- Me han dicho que no puedo tener hijos.- dijo directa Ariadna, siempre tan sincera y sin rodeos.

- Está bien, veamos i e cierto y si lo es, si tiene solución.

Sujeté la mano de Ariadna con fuerza y miré a la ginecóloga esperando a que diera una solución, mientras, recibía mensajes de Marc dándonos prisa, si supiera donde estamos...

- Pues...

- ¿Qué? ¿Qué pasa?

- Es cierto.- se levantó y se sentó en su escritorio, empezando a teclear en el ordenador.- Eres infértil.

- Te lo dije, Tania.

- ¡Merda! ¿No hay ninguna solución?

- Sí.- nos miró y siguió escribiendo.- Pero no es sencilla.

- ¿Cómo es?

- Una operación, se tiene que operar y por las fechas...se tardará.

- No hay prisa.

- En ese caso, os avisaran cuando sea, acabo de mandar la petición.

- Pero, ¿Cuánto suelen tardar?

- Meses.

- ¿Meses?

- Sí.

- ¿No podrías hacer algo para que no tardara tanto?

- Lo intentaré, Tania, pero no prometo nada.

- Gracias, Laia.

Le sonreí a la ginecóloga y nos despedimos de ella más felices que cuando veníamos. Pedimos un taxi para volver con Marc, que al vernos se confundió al vernos tan felices y con las manos vacías.

- Es que no nos gustaba nada.

- ¿Una partida?

- Yo siempre.- Marc me sonrió y nos sentamos, yo más lento al tener una barriga cada día más grande.

Jugamos toda la tarde con música de fondo y cerveza para ellos dos, yo solo tomaba Coca- Cola. Se nos unió Pol por la tarde, que no se separó de Ariadna porque ella no le dejaba, ahora ya estaba más feliz que estos días que ha estado tan distante.

- Aún no me creo que ya estemos otra vez en vacaciones.

- Hoy ya se termino todo.- dijo Marc.- ¡Uy! Te salvas por los pelos de ese golazo, Tania.

- Como digas.

- Y pensar que no podemos ir de fiesta porque Tania está más embarazada que nunca.

- Podéis ir, me puedo quedar sola.

- ¿Y si te pones de parto?

- Por dios, que solo estoy de siete meses y todo va bien, no hay porque pensar que vaya a dar a luz hoy mismo.

- Pero...

- Venga, a las ocho os quiero fuera de mi casa.

- ¿Ocho? Es muy temprano.

- Para ir a arreglaros, idiota.- di una colleja a Marc y me levanté del sofá de un salto.- ¡Gol! ¡Marqué!

Sentí un dolor inmenso en la barriga que me hizo tocarla y sentarme. Los tres dejaron lo que hacían para venir a socorrerme, Marc tiró el mando al suelo, Pol escupió la cerveza y Ariadna se lanzó a donde estaba desde las piernas de Pol.

- ¿Estás bien?

- Joder, Marc llama a una ambulancia.

- Y tu a Paulo, ay dios ahora no.

- Chicos...

- ¡¿Has llamado ya?!

- Tú respira, Tania, todo saldrá bien.

- No le digas que respire, ¡Dile que puje!

- ¡Chicos!- le quité el móvil a Marc y a Pol.- Estoy bien, solo ha sido una molestia y ya.

- ¿Segura? Eres primeriza y no sabes muy bien cuando viene el bebé.

- Los bebés, que son dos.

- Creo que eso ya lo sé.- Ariadna le dio una colleja a Pol.- ¿Estás bien de verdad?

- Sí, no he roto aguas ni nada.- sonreí.- Pol, limpia eso y Marc, ve a por el mando, Ariadna.

- Dime

- Tráeme más Coca- Cola, que acabo de ganar a Marc en el último minuto.

Promesas rotas (Paulo Dybala)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora