Capítulo 25: El infierno comienza.

136 12 2
                                    

Mónica y Eduardo habían pasado toda la tarde paseando por el pueblo, visitando museos y lugares muy hermosos, de verdad ambos estaban disfrutando la compañía del otro, se querían muchísimo y sentían que por fin estaban recuperando el tiempo perdido.

Estaban saliendo de uno de los museos cuando Mónica recibe un mensaje de Óscar.

"-Amor, decidí comprar algunas cositas para prepararles una deliciosa cena a ti y a tu hermano, espero la sigan pasando bien, nos vemos en un rato, te amo❤.-"

Al verlo Mónica sonríe, le encanta que Óscar sea tan atento, y que se preocupe por caerle de maravilla a su hermano.

-¿Y que te gustaría comer hermanita?- pregunta Eduardo sacándola de sus pensamientos.

-Oscar me acaba de avisar que nos esta preparando algo delicioso para cenar- responde con una sonrisa.

-¿Ah si? pues me esta cayendo muy bien el cuñado eh- ambos se ríen- Bueno, entonces que te parece si vamos por un helado?

-Vale, me apetece un montón, hace mucha calor- menciona abanicándose con la mano de manera graciosa.

-Espera aquí mientras voy por el auto al estacionamiento- Mónica asiente y el se aleja- No te vayas sin mi- dice a lo lejos.

Mónica solo se queda observando el parque que estaba justo frente al museo, había una mujer con una pequeña, le causo tanta ternura, la niña jugaba mientras la mamá le hacia mimos, ambas reían divertidas lo que provocó que Mónica sonriera al verlas, por algún instinto se lleva una mano al vientre. "¿Quería llegar a ser madre en un futuro?" se pregunto para si misma, pero algo muy desagradable la saco de ese hermoso pensamiento.

-Tu solo camina como si nada, sin gritos que te mato aquí mismo, ¿ok?- aquel hombre la sujeta del brazo y la lleva hasta una camioneta negra que estaba aparcada al otro lado de la calle, ella ni lo había notado.

-¿Quien eres tú?- aunque temía por su vida, solo siguió caminando junto aquel hombre el cual reconocía su acento, porque la llevaba apuntando con un arma por la espalda.

-¿Ya me olvidaste tan pronto zorrita?-como olvidar aquella asquerosa forma de hablar.

-Narra Mónica-

Dios mio no puede ser, ¿Donde coño estaba Eduardo? quería gritar pero temía por mí, aunque al entrar en esa camioneta temía muchísimo más, estaba temblando, ¿Ahora que?

Al entra a la camioneta noto que hay dos hombres más, y la persona que conduce es una mujer, ¿Pero esto que es? no reconozco a nadie, aquella mujer y el hombre que iba de copiloto discutían pero en otro idioma, creo que era alemán, no entiendo nada. En la parte de atrás esta otro hombre que guarda silencio, justo a mi izquierda, solo me observa las piernas cosa que me pone mas nerviosa, y a mi derecha tengo al gilipollas que entro a mi casa la otra noche, aun me apunta con el arma pero esta vez en el costado.

-¿Que coño esperas que no arrancas? llegara el otro idiota y vera que la tenemos- grita el hombre que tenia a mi izquierda.

La mujer suelta un gruñido de evidente enfado y arranca el auto, yo no puedo más, empiezo a llorar en silencio, ¿que se supone que debo hacer? cubro mi cara con ambas manos y es cuando suena mi teléfono, siento que el corazón se me va a salir, como un impulso trato de contestarlo pero el idiota de acento italiano jala mi cabello mientras que el otro me quita el móvil de las manos.

-Es Tarruella, ¿que hacemos?- pregunta.

-Que mas vas a hacer estúpido, obviamente no le contestes, destruye ese aparato- masculla la mujer.

El hombre que tenia mi móvil baja la ventanilla y lo avienta, y esa, era mi única esperanza, no puedo dejar de llorar, este es el puto infierno.

Pasiones Encontradas I Donde viven las historias. Descúbrelo ahora