CAPÍTULO 1

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Cada día era igual tener que levantarme temprano, presentarme en una oficina con una corbata que casi corta mi respiración, comenzaba hacerse pesado, pero no podía negarme, debía seguir cumpliendo mi castigo, ser irresponsable y un rebelde sin causa me paso la cuenta; ahora debía consolidarme como el mejor gerente general fuera de mis tierras, pero de qué quejarme; no podía mentirme lo estaba haciendo demasiado bien.

-Si pensamos que la mayoría de nuestros inversionistas son padres abnegados quizás la idea de proponerles planes especiales para que puedan traer a sus familias nos permitirían abrirnos a más mercados, en especial si una gran cantidad extranjeros visitan nuestro continente, extranjeros que tiene familia. – volvía hacer los mismo, dejar mis cartas en la mesa sintiéndome un triunfador a la espera que mis empleados procesaran mis palabras, y sí; ahí estaba lo que necesitaba mis aplausos y halagos.

-Park lo has hecho otra vez, realmente te has esforzado muchacho, tu padre debe estar muy orgulloso de ti. – sonreí como siempre le hacía, después de todo nadie debía saber que mi padre no está orgulloso de mí, o tal vez sí, pero nunca lo ha dicho, desde que supo lo de mi hijo solo vi decepción en sus ojos.

Porque sí, tengo un pequeño angelito de tres años.

-Solo hago mi trabajo, uhm, disculpe. – murmuré al sentir mi celular comenzar a sonar.

Salí de la junta tomando mi celular, solo basto que viese quien llamaba para saber que significaba.

-¿Sun Hee?- pregunté suspirando, ya tenía una idea de que pasaba.

-¡Basta! Me advirtieron de esto, es un demonio, no me importa dónde esté, sino vuelve ahora mismo prometo dejarlo solo, sin importar que pase. - ¡maldita sea! Maldije mentalmente, sabía que algo como esto pasaría.

–Volveré de inmediato, cuídale hasta que vuelva.- dije molesto.

Me acerqué nuevamente a la sala de juntas todos estaba felices conversando, quise sonreí pero no pude en mi cabeza solo estaba aquel angelito que siempre causa problemas; JiHyun es mi pequeño diablito de tres años, por diversos asuntos en mi etapa rebelde embaracé a temprana edad a la que en ese entonces era una chica con la que salí un par de veces. Actualmente solo somos nosotros dos, es difícil para mí poder cuidar a mi pequeño, más aun cuando mi padre se empeña en mantenerme alejado, aunque está bien después de todo siento que lo merezco, pero mi hijo no.

-Bueno señores realmente lo siento pero como muchos sabrán tengo un hijo de tres años, sé que es irresponsable de mi parte irme así como así, pero todos somos adultos, muchos de ustedes tiene familia y si mi bebé me necesita solo me iré, lo siento y espero que mi idea sea evaluada, volveré apenas mi niño esté mejor; muchas gracias.- incliné levemente mi cuerpo para luego salir, él sabía, se lo advertí la vez que me obligó a tomar este trabajo, así que no habrá problemas.

No fue difícil conseguir un boleto de avión, lo difícil era llegar pronto a Seúl, odiaba el tener que viajar siempre pero no podía quejarme, esa fue la condición de mi padre; intente descansar en el trascurso del viaje pero no pude hacerlo, en mi cabeza solo estaba aquella preocupación ¿qué haría? Había perdido la cuenta de cuantas niñeras pasaron por mi casa, lo peor es que pensé que esta era la indicada, JiHyun estaba comportándose bien, o eso creía.

Al llegar tomé el primer taxi que encontré le di mi dirección a la vez que cogía mi celular haciendo un nuevo anuncio de niñeras, seguramente ya no podría ir a la misma agencia buscando una. Al bajarme corrí como si mi vida dependiese de aquello, introduje la llave en la ranura entrando.

Mis ojos se abrieron de sorpresa al encontrar a Sun Hee, su cabello estaba cubierto de pintura, aquellas que le compre al pequeño JiHyun cuando dijo que quería ser pintor, iba a decir algo pero ella se adelantó.

NUESTRO DULCE ÁNGELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora