44. Oliver: Siguiendo a Alana

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—¿Acaba de salir corriendo? —pregunta Tyler quien seguro que piensa que ha parpadeado demasiado lento porque hace dos segundos Alana estaba delante de él.

Las musas asienten al unísono, al parecer divertidas con los acontecimientos. Con segundos de retraso, todos nos ponemos de pies y salimos tras Alana, que de repente se ha convertido en atleta profesional y nos lleva bastante ventaja. Por suerte yo ya sé adónde vamos.

—Se le ha subido el alcohol a la cabeza —niega Amy mientras compramos los billetes del metro oyendo comentar a la gente sobre la chica que hace unos minutos ha saltado los tornos.

Las musas han vuelto a ser invisibles, incluso Calíope, aunque siento la presencia de esta última cercana a Colin, de modo que solo somos cuatro los que bajamos al andén.

El siguiente metro no tarda en llegar y tras dejar que baje la gente, nos apretujamos con los que quedan. Observo de reojo a Amy que se pega a Tyler mirando alrededor nerviosa. Es prácticamente hora punta y los cuerpos de la gente insisten en pegarse al de ella.

—¿Estás bien? —le pregunta Tyler al verla pálida.

—Sí... —responde ella alargando la i más de lo necesario y de manera que nadie la cree.

Entonces el metro frena y manda a un hombre contra ella. Amy cierra los ojos, intentando tranquilizarse, los puños apretados y su boca moviéndose formando palabras tales como: placa base, USBs, RAMs, ROMs... y llega a la tarjeta gráfica cuando Tyler la rodea con los brazos y la pega a su cuerpo. La mueve con rapidez hacia una esquina, consiguiendo que nadie la toque excepto él. Es obvio que Amy se relaja y escondo una sonrisa cuando veo que huele a Tyler y pone cara de felicidad.

—Amy, deja de olisquearme como un perro —se ríe Tyler.

—Es aquí —les informo cuando llegamos para romper su burbuja de ensueño.

Cruzamos el andén y subimos cientos de escaleras. Ni rastro de Alana. Pasamos el torno y salimos a la calle. Sorteamos a la multitud de turistas que están cámara en mano disfrutando de los alrededores a través de una lente.

Colin y Tyler nos guían hasta el Puente de la Torre, que he visto en tantas películas. Muchas veces destruido. Espero que ese no sea hoy el caso. Aunque con dioses de por medio, todo es posible. Nos alejamos de la Torre de Londres y vemos que la gente se acerca al Támesis para poder ver algo. De nuevo, la imagen del cuadro aparece por mi cabeza, de modo que mientras que todos siguen corriendo, yo me acerco a la barandilla para mirar.

—¿Qué está haciendo? —Amy empuja a una chica para colocarse a mi lado.

No respondo, la vista clavada en Alana, que está de pies sobre la barandilla azul del puente que tenemos ante nosotros. La gente empieza a gritar cuando ven que ella levanta los brazos colocándolos en posición de cruz. El sonido de los flashes se une a las voces de la gente. Y eso que creo que ninguno puede ver la cara fantasmagórica que parece formarse entre las oscuras aguas del río. Una cara que de repente abre la boca, lo cual parece ser como una señal para que Alana salte. Por lo menos, lo hace con estilo. Casi dan ganas de sacar un cartelito con un número.

Todo el mundo, incluidos nosotros, nos inclinamos para mirar el agua que está totalmente en calma. Esperamos, pero Alana no vuelve a la superficie. Hay varias posibilidades: que se la haya comido un pez, que haya residuos radiactivos en el río y se haya convertido en una súper diosa, que esté sentada en el fondo riéndose de nosotros, que... ¡dioses! Tener musas cerca me hace pensar más tonterías que de costumbre.

—¿Qué hacemos? ¿Saltamos? —pregunta Amy y parece encontrar atrayente la idea aunque sea por alejarse de la multitud.

—No creo que sea seguro —responde Tyler a su lado no muy convencido—. Ella está segura en el agua. No hay que preocuparse. Creo.

Colin se acerca hablando por el móvil cuando un par de policías llegan y empiezan a alejar a la gente, lo que nos hace descartar la idea de seguir a Alana.

—Sí, Alana acaba de saltar al Támesis. Mañana será portada en todos los periódicos —hace una pausa y añade—. Vale, os esperamos.

—¿Qué te ha dicho? —nos reunimos a su alrededor.

—Ya tienen a James y a su llave de modo que solo nos queda por recuperar la última, porque Patrick ha logrado huir y lo han encontrado en Escocia. Por desgracia no tienen pistas sobre el paradero de su llave.

—Yo la tengo —la voz incorpórea de Calíope nos hace saltar a todos—. Está en posesión de la diosa de la luna y del dios del sol. Solo pueden ser encontrados en dos momentos del día, cuando ambos astros se encuentran: al amanecer y al atardecer.

Amanecer y atardecer. Esa es la nueva misión.

—Recuerda que tú y yo tenemos otro tipo de misión —susurra Calíope supongo que para Colin, pero todos lo escuchamos—. Y tiene que ser antes de ir en busca de la llave. Después esto será una carrera y no tendremos tiempo para estas cosas.

Perfecto, lo que todo chico quiere saber: cuándo va a mojar su hermano mayor.

—Descansaremos hoy —anuncia al grupo Colin—. Y al amanecer iremos en busca de la llave.

—Menuda noche nos espera —se ríe Amy y se inclina hacia Tyler—. Puedes compartir habitación conmigo, ya que tu compañero estará "ocupado".

—Mientras no esperes que estemos "ocupados" de la misma manera...

Echan a andar de vuelta hacia el metro. Decido dejarles unos metros de privacidad y aprovecho los segundos libres para mirar al río y pensar en Alana.

—Ten cuidado, Alana. Ten cuidado.

Y sintiéndome un poco mejor, sigo al resto.

Herederos de los diosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora