60. Colin: Al Olimpo

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—Queréis entrar en el Olimpo—repite por tercera vez Calíope y me obligo a no bufar.

—Exacto. Tenemos una llave y todo —se la muestra Tyler.

—La verdad, siendo dioses deberíamos de buscar maneras más imaginativas de cerrar las puertas de nuestros dominios—niego con la cabeza.

—Necesitamos que nos lleves a la puerta.

Después de discutir en la sala de los objetos, Patrick, Tyler, Oliver y yo hemos venido en busca de Calíope para implorarle por su ayuda. Después de todo para algo tiene que servir ese maldito trato que hicimos, ¿verdad? Se lo recuerdo en silencio con la mirada cuando sus ojos se posan en mí.

Estamos en la casa de mi antepasado, una casa llena de chimeneas y en la que las llamas viajan por las paredes ya ennegrecidas sin remedio.

—El lugar ideal para criar a mi sobrino —ha comentado Oliver cuando una de las llamas ha tocado su camiseta y esta ha empezado a arder.

—¿Qué dicen vuestros padres sobre esto?

—No han dicho nada porque no se lo hemos ni mencionado. Están muy ocupados con las defensas de la ciudad —le informa Tyler—. Rescatar a Alana y el cuerpo de Amy no es una prioridad para ellos en este momento.

—Somos dioses, Cal —me siento a su lado y acaricio vagamente su mano en un intento de convencerla—. Podemos hacer esto sin necesidad de tener que pedir permiso.

Asiente con la cabeza y levanta la mano para que Tyler deposite en ella la pequeña llave. Este hace lo ordenado y ella mueve la llave hacia arriba para poder verla bien.

—¿Cómo la habéis conseguido? —no puede evitar la curiosidad.

—Nos la ha enviado Hedoné. Ya ves, la hija del dios del amor nos está ayudando —se ríe Tyler.

—En realidad...

Calíope se queda en silencio y me sorprende descubrir que puedo notar cierta culpabilidad en sus facciones. Creo que hay algo que quiere decirnos, pero que duda en si es conveniente hacerlo.

—¿Os acordáis de Hunter? —pregunta finalmente y añade con un tono demasiado bajo cuando todos asentimos con la cabeza—. En realidad es Eros.

—¿Eh? —la pregunta es unánime.

—Hunter es en realidad Eros, dios del amor de los griegos.

Se hace el silencio en el grupo, hasta que la sorpresa e incredulidad desaparecen de las expresiones de todos para dar paso al enojo. Oliver silba impresionado mientras que Tyler afirma que ya sabía que había algo raro en él y yo lanzo insultos al aire.

—Podías haberlo mencionado cuando me hablabas del Olimpo —le gruño a Calíope—. No sé, las casas de los dioses menores están alrededor del Panteón que forman las casas de los dioses principales y ¡ah! Hunter es Eros.

—Ese traidor... —murmura Oliver.

—Sabía que algo pasaba con él —vuelve a repetir Tyler.

—Claro, ahora todos los sabíamos, ¿no?

Inmediatamente empezamos a discutir sobre si nos imaginábamos algo o no. De reojo veo que Calíope pone los ojos en blanco y nos deja hablar.

—Pienso darle una buena patada en su inmortal culo en cuanto lo encuentre en el Olimpo —aseguro notando que mi pelo tiene ganas de entrar en ebullición—. Cal, ¡al Olimpo!

—¿Os dais cuenta de que tenemos que salir de aquí para ir al Olimpo? —nos detiene momentáneamente.

Bien, ese era un punto en el que no habíamos caído ninguno. Estamos ocupados ideando planes cada vez más descabellados, cuando se oye un grito: ¡DIOS ENEMIGO DENTRO DE LA CIUDAD!

Todos salimos de la casa y nos encontramos con cientos de halcones sobrevolando la ciudad y atacando a todo aquel que esté al descubierto. Los niños gritan mientras se meten en las casas y los familiares mortales usan lo que tienen a mano para defenderse. Los ahora dioses (incluso aquellos cuyos poderes acaban de despertar) utilizan sus poderes que parecen haberse vuelto más fuertes con la recién adquirida inmortalidad y poco a poco algunos halcones van cayendo simplemente para que nuevos aparezcan.

Achicharro sin miedo a todo lo que se acerca y Patrick lanza rayos por doquier. Tyler por su parte se encarga de los árboles, cuyas ramas golpean a los halcones cuando pasan cerca.

—¡Es Horus! —logra hacerse oír Calíope.

—¿Cómo ha entrado?

Nadie sabe la respuesta. La duda es, si ha entrado él, ¿lo harán otros?

—¡Basta! —Ariana levanta los brazos y forma en el aire una especie de escudo invisible que los halcones no pueden traspasar y darnos así un pequeño respiro.

—¡Vamos a lanzar un ataque para alejar a los que están fuera! —grita alguien—. Cuanto más cerca estén, el peligro es mayor.

Y de esta manera logramos encontrar una manera de salir. Seguimos al resto cuando vuelven al castillo y a Inglaterra, intentando quedarnos siempre atrás y en un segundo plano.

Los mayores se suben a las murallas desde donde dirigen al resto. Los siete primogénitos de más edad se nombran generales y nos dividen para poder defender el lugar desde todos los ángulos.

—¿Notarán que nos hemos ido?

—Probablemente.

Pero no nos echamos atrás y nos ponemos a atacar. Tyler lanza redes con su cetro intentando atrapar a todos los dioses que pueda. Yo lanzo bolas de fuego que puedo dirigir gracias a la vela y Patrick combate los rayos de otros dioses con los suyos propios. Oliver forma un pequeño triangulo con sus cuerdas y lo toca con la cuerda sobrante. El sonido, muy agradable para nuestros oídos, parece doloroso para cualquier otro dios que esté cerca.

Al poco, Calíope encuentra un hueco entre los dioses y nos hace un gesto a todos para que la sigamos. Tyler hace un gesto y unas flores empiezan a crecer en el suelo hasta que nos rodean por la cintura y con rapidez nos lanzan por encima de las murallas hacía el otro lado. Por suerte, Ariana nos ayuda desde lo alto de las murallas y nos hace aterrizar con lentitud justo en la orilla.

—¡Rápido! —nos mete prisa Calíope.

—No tendremos que ir a Grecia, ¿verdad? —corremos tras ella.

—Al contrario que vuestros pequeños dominios, los de los demás dioses se han ido expandiendo a lo largo de los años. Hay puertas a cada ciudad de dioses en... prácticamente todas partes si uno sabe dónde buscar. Y teniendo en cuenta todos los dioses que hay por aquí... seguro que hay unas cuantas.

La seguimos mientras se aleja del castillo corriendo entre los árboles. Noto que los va palpando hasta que encuentra lo que busca: un viejo árbol que tiene un punto dorado en el tronco que empieza a brillar cuando Calíope acerca la mano.

—Bien, esto es una puerta principal. La trasera tiene que estar cerca —y se pone a investigar en el árbol palpando las raíces que sobresalen de la tierra hasta que se detiene en una—. Aquí está. Tyler seria de ayuda que la raíz saliera un po...

No ha terminado la frase que Tyler prácticamente hace un arco de más de dos metros de alto con la raíz que sale de la tierra desperdigándola y manchando a todos.

—Gracias —Calíope se detiene para escupir—, Tyler.

—Un placer —se regodea.

Calíope se acerca y mueve la llave en el hueco dejado por la raíz que de repente cambia y a través de él, pueden verse... ¿nubes?

—¿Vamos? —y ella misma es la primera en atravesar la puerta trasera al Olimpo.



Herederos de los diosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora