La hora de los sacrificios

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«Do or die, you'll never make me,
because the world will never take my heart.
Go and try, you'll never break me,
we want it all, we wanna play this part

Dust Shot

Ya no hay vuelta atrás. No podemos volver a casa.

Se lo había dicho Jet una vez, hacía mucho tiempo. Entonces no lo entendió, pero ahora, mientras la ciudad se hacía más grande ante sus ojos, comprendía lo que había querido decir. Ya no podían echarse atrás, negarse a continuar. Se lo debían, a sí mismos, a la ciudad, y a todos los que esperaban debajo de una máscara de plástico blanca. Y pasara lo que pasara, todos perderían. La vida... o la posibilidad de regresar al desierto, su verdadero hogar.

No pasaba nada. Era su misión. Su máximo objetivo. Para eso habían vivido tantos años escondidos, luchando y perdiendo, y siguiendo pese a las pérdidas.

-¿Qué tal vas, Girl? -preguntó, apartando la vista de la carretera para mirar a la niña, sentada a su lado en el regazo de Gun. No se había separado de su lado desde que llegaron a la base de los Romance para debatir su estrategia- ¿Sabes lo que tienes que hacer?

La pequeña asintió en silencio. Ella era la única que sabía dónde colocar la bomba y cómo detonarla, por eso iba con ellos. Al principio, y después de la dramática revelación de Pony (que no había dejado a nadie de buen humor), Hush se había negado rotundamente a que viniera, pero la niña había discutido con ella, gritando y negándose a enseñar a nadie más a colocarla, y la rubia había tenido que ceder. Huelga decir que no estaba muy alegre, como indicaba su permanente ceño fruncido y sus nudillos pálidos de aferrar con demasiada fuerza el volante.

Dust volvió a mirar por la ventanilla. A su derecha, el todoterreno de los Death Before Disco acababa de adelantarlos. A su izquierda, el descapotable rojo de Disco y Cyanide no se quedaba atrás.

Shot sintió, como cada vez que veía juntos a esos dos, que la pena lo inundaba. El coche de los Romance, que tantas veces había acudido en su auxilio, que tanto se había alegrado siempre de ver, que tanta vida solía destilar, corría ahora medio vacío. Una, muerta; el otro, un traidor. Y el equipo tan mermado a nivel psíquico como físico.

Sacudió la cabeza, y la pena desapareció. Él era un superviviente, no podía permitirse sentir. No podía distraerse, y menos ahora.

«¡Killer!» la voz de Diamond surgiendo de la radio les sobresaltó. «¿Estáis viendo eso?»

-Lo veo, Disco -contestó Hush con voz neutra- . Lo veo.

«Han reaccionado bastante antes de lo que esperábamos. ¿Qué hacemos»

Hush se mordió el labio hasta hacerse sangre, y trató de cruzar una mirada con él, que la evitó. Sabía lo que venía ahora; lo sabía casi desde que sacaron a la rubia de las garras de BL/Ind. Lo sabía. No tenía más que mirar aquel puesto fronterizo plagado de dracs que les cortaba el paso, y luego aquel brillo decidido y triste en los ojos de la líder Killjoy.

Amigos, ha sido un placer conoceros -pensó con amargura.

-Disco, acercad aquí el coche -ordenó Hush- . Vais a recoger a Gun y a Girl. Cuidad de ellos; ya saben lo que tienen que hacer. Y me da igual cómo lo hagáis o quién muera (aunque intentad manteneros a salvo)... pero mantened a la puñetera niña con vida. Dust y yo os cubriremos para que podáis pasar.

Danger Days II: The Aftermath is SecondaryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora