Epílogo III: Viejos buenos tiempos

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«Today (here we are and we won't stop breathing),
today (yell it out 'till your heart stop beating

Fun Ghoul

Los ojos de Girl brillaban, expectantes, mientras seguían cada movimiento de sus labios a la espera de la conclusión de la historia.

- ... y así es como el valiente caballero sir Ghoul fue rescatado por la intrépida princesa Geraldine, y se enamoró de ella sin remedio alguno...

-¿Qué sarta de tonterías le estás contando a la niña?

El sonido de la puerta al abrirse y la luminosa sonrisa de Gerard les interrumpieron, congelándolos como a niños pillaos en falta. El pelirrojo les observaba, apoyado en la puerta, sus labios dibujando una sonrisa que le susurraba mil promesas, sus ojos verdes más vivos que nunca y mirándole a él, sólo a él.

-Nada -le devolvió una sonrisa que pretendía ser inocente, y la de Gerard se hizo aún más amplia- . Sólo le decía lo que pasó.

-Ah, ¿entonces ahora soy una princesa? -el pelirrojo se cruzó de brazos, y fingió ofenderse.

-No -revolvió inconscientemente el cabello de Girl- . Eres el hombre que me salvó la vida (dos veces), lo primero que vi al despertar, y el hombre del que, según recordé hace poco, siempre he estado enamorado. Ah, y una diva. Lo que, en realidad, sí te convierte un poco en una princesa...

Girl fingió arcadas, y entre risas, se zafó de sus brazos.

-Qué malditos ñoños estáis hechos. E idiotas. Sobre todo idiotas.

Gerard se acercó al sofá donde ellos estaban sentados, pero en vez de hacerse sitio a su lado, como él esperaba, le aferró del chaleco, y tiró de él hacia arriba.

Apenas le había dado tiempo a gritar por la sorpresa, cuando los cálidos labios de Gee ya habían aprisionado los suyos. El calor que emanaba de ellos amenazaba con provocar su autodestrucción, y el hambre que latía en su lengua era quizá la culpable de que Gerard le estuviese devorando.

Se abandonó a aquel beso, bebiendo de la felicidad que el pelirrojo le transmitía. Había pasado tanto tiempo sin probar sus labios, sin recordar apenas su nombre ni su rostro, que no deseaba alejarse de ellos siquiera un instante.

-Sois jodidamente empalagosos -protestó Girl. Con la emoción del beso de Gerard, casi había olvidado que ella seguía allí.

-Tú no tienes derecho a quejarte -contestó Gee- . Nadie te obliga a mirar.

-Ya bueno, creí que también me querías a mí, no sólo a él.

-Vives aquí, ¿no es prueba suficiente?

-Pero si esperas que os empiece a llamar papá, vas jodido.

-¿De dónde sacas ese vocabulario? No recuerdo que dijeras tantas palabrotas antes.

-¡De vosotros! -y la carcajada fue colectiva.

Una melodía de guitarra inundó sus oídos desde fuera de la casa, y una enorme melena acaparó su campo de visión.

-¿De qué os reís aquí?

-¡Ray!

El del afro provocó un abrazo colectivo lleno de risas y sentimientos largamente silenciados que se prolongó durante varios minutos, hasta que las risas acabaron y sólo quedaron los sentimientos. Había pasado casi un año desde que vencieron a BL/Ind, y aunque al principio las cosas con Ray estuvieron un poco tensas (Gerard nunca quiso decirle por qué), poco a poco habían ido mejorando, volviendo a ser los amigos que eran antes. Pero ya no vivían juntos, no como antes, y Frank no podía evitar echarle de menos a cada día que pasaba. A él, y a todo lo que su presencia implicaba en los viejos días de la guerra. La camaradería, la unión, las sonrisas, los relatos y las bromas. Puede que fueran tiempos oscuros, pero ellos siempre habían encontrado el sol en su amistad. Y ahora, que todo había acabado, no podía dejar de echar de menos la complicidad que los cuatro habían compartido en la adversidad.

Danger Days II: The Aftermath is SecondaryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora