Tú no...

123 13 13
                                    

«Alright,
give up
get down,
it's just the hardest part of living»

Hush Killer

Había demasiada gente en el locutorio de Defying. El plan original de hablar sobre su reciente descubrimiento acerca de la draculización había quedado en nada. A los pocos segundos de desvelar la milagrosa "resurrección" de Party Poison, los Killjoys habían empezado a gritarse unos a otros, y había sido imposible detenerlos.

Hush lo entendía, claro que sí. Muchos habían perdido mucho en la guerra. Familia, amigos... ella misma no se atrevía a volver a apretar un gatillo. ¿Y si bajo esa máscara estaban Jack, Ghoul, Jet... o peor, Kobra? Aquella molesta esperanza había surgido en su pecho, y aunque sabía que era vana, que nunca les encontraría, o tal vez ya estuvieran muertos (por segunda vez), no podía acallarla. Sí, claro que entendía a los Killjoys. Pero eso no significaba que no estuviera harta de sus puñeteras discusiones interminables.

Además, su conciencia no dejaba de remorderse por la muerte de Cherry. Y lo que podría pasar después. Tras encontrar a Poison, había corrido a avisar a los demás. Y entonces lo habían hablado. Si BL/Ind usaba a los caídos en batalla como soldados... si de algún modo conseguía devolverlos a la vida... ¿qué debían hacer cuando con sus muertos? ¿Llevarse sus cuerpos, enterrarlos, ponerlos a salvo de esos maníacos sin respeto alguno por la muerte, evitar que fueran convertidos en el enemigo contra el que tanto habían luchado? ¿O dejar que se los llevaran con la estúpida esperanza de que, algún día, pudieran encontrarlos de nuevo bajo una máscara blanca? Si antes no habían vuelto a matarlos, claro está, ni habían caído bajo su fuego.

Fuera como fuera, lo que pasase con Poison lo decidiría todo. Cuando abriese los ojos (si es que los abría, nadie sabía qué podía pasar tras arrancarle la máscara), ¿les recordaría? ¿O seguiría siendo un drac aun sin el plástico blanco?

Quizá por eso habían decidido que se llevarían el cadáver de Cherry, que yacía ahora en el dormitorio de Defying, tan hermosa como siempre.

La luna comenzaba a asomar tras las dunas, mientras los últimos rayos del mortecino sol le calentaban la piel. Era esa hora en que ya no es de día, pero el sol no ha terminado de ocultarse, y una fantasmagórica luz iluminaba el desierto.

Se recostó sobre el remolque de la camioneta, como solía hacer cuando era pequeña, para contemplar las nubes teñidas con pinceladas de colores. Qué paz. Casi podía obviar el dolor sordo por la muerte de su amiga, casi podía apartar la confusión por volver a ver el rostro de su antiguo mentor, casi podía olvidar que, a unos pocos metros de ella, se discutía el destino de todos los Killjoys. Casi.

Cerró los ojos, y disfrutó de la canción que el viento del desierto dibujaba sobre su piel. Aquel era su hogar, siempre lo había sido. Cuánto lo había añorado en aquella celda.

De pronto, un golpe sacudió la camioneta. Molesta, entreabrió un poco los ojos y se incorporó, para ver aparecer la cabeza castaña de Blast Solar junto al vehículo. Sus ojos lobunos, con ese color amarillo (Hush nunca había sabido si eran lentillas o naturales, y no iba a preguntárselo, pero igualmente daban miedo), estaban fijos en ella, y algo en su expresión la asustó. Era el mejor amigo de Cyanide y de Gun, sí, y el leal compañero de Cherry y Diamond, pero ella nunca había pasado mucho tiempo con él, y no tenía intención de empezar ahora. Siempre la había asustado.

-Blast -saludó, intentado que su voz no reflejara la inquietud que sentía-, hola. ¿Qué haces aquí?

-Demasiado ruido dentro. ¿Puedo subir?

Danger Days II: The Aftermath is SecondaryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora