Que se preparen

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«For all of us who've seen the light,
salute the dead and lead the fight.
Who gives a damn if we lose the war;
let the walls come down, let the engines roar.»

Party Poison

La moto volaba sobre la Ruta Guano, en dirección a la ciudad, como debía haberlo hecho durante los casi dos años que había pasado convertido en una marioneta inútil.

El viento le alborotaba el cabello, de nuevo pelirrojo (como siempre debía haber sido), y la máscara limitaba su visión. Lo había echado de menos.

Quizá, hacía falta haber estado muerto para volver a sentirse tan vivo.

Había pasado un largo rato sollozando junto al cadáver de Pony. Aquella mujer le había salvado la vida, aun a costa de la suya, y con su sacrificio, le había devuelto sus recuerdos, su identidad. Había contraído con ella una deuda mayor de la que podría pagarle jamás a nadie.

Después de tomar la pistola de la Killjoy caída y pegarle un tiro en la cabeza al traidor agonizante (no por misericordia, esta vez no, era el simple y puro odio lo que movía sus acciones), había puesto patas arriba la base de los Destroya en busca de algo mínimamente parecido a un uniforme Killjoy que pudiese suplantar al maldito traje blanco de drac con el que lo encontraron, o al viejo pijama de Dust que había llevado puesto allí. Finalmente, tras dejar toda la ropa de sus amigos tirada por el suelo, había logrado encontrar algo así como unos viejos vaqueros raídos, unas botas más o menos de su talla, una camiseta negra con las mangas excesivamente cortadas, y ¡oh milagro!, su vieja chaqueta azul. ¿Qué demonios haría allí? No tendría tanta suerte como para que apareciese su máscara, así que se hizo con unas gafas de aviador y una bandana negra y roja, que esperaban que bastaran para cubrir su rostro.

Había salido fuera, esperando encontrar un vehículo con el que acercarse a la ciudad, donde, si sus deducciones (y lo que había oído en estos días pasados) no fallaban, el resto de Killjoys deberían de estar liándola, pero lo único que había allí era la moto de Pony. Había maldecido entre dientes al menos siete veces. Al que le gustaban las motos era a su hermano, no a él. ¡Ni siquiera tenía equilibrio para montar en bicicleta de niño, joder, ¿por qué iba a querer montarse a un cacharro el doble de peligroso que acarreaba el doble de posibilidades de morir?! Pero no le quedaba otro remedio, y si quería llegar a Battery City antes de una semana, debía cogerla. Y por mucho que le hubiera dolido dejar allí el cadáver de Pony, no podía perder ni un instante.

En ese momento, los vivos tenían prioridad sobre los muertos.

Y allí estaba, recorriendo el desierto del que hace un par de años había sido dueño y señor, inundando sus pulmones con el aire cálido del atardecer, sosteniendo contra su muslo una pistola láser cargada dispuesta a disparar, esta vez, contra el verdadero enemigo, y con la adrenalina corriendo por sus venas como nunca lo había hecho.

Party Poison estaba vivo de nuevo. Que se preparase BL/Ind, porque su venganza estaba al caer.

Kobra -pensaba, apretando los dientes mientras la silueta de Batt City se hacía más grande ante sus ojos- . Jet... Ghoul. Voy a por vosotros. Y que se preparen esos cabrones si os han hecho algo. Porque os recuerdo, por fin os recuerdo, y no estoy dispuesto a perderos otra vez.

Recordaba también a aquel drac que, aunque él no lo recordara, Hush había señalado que era su hermano. Tenía que encontrarlo. A él y a los demás. Y a Girl...

Danger Days II: The Aftermath is SecondaryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora