3. Niño solitario

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Francesco Riolli, un italiano de veinticinco años a cargo de uno de los viñedos más reconocidos de la Toscana. Llevaba casi desde los once años conociendo Marcelo. En la forma en la que se habían conocido había sido muy confuso y hasta cierto punto tenebroso. Nunca había visto a un lobo y mucho menos saber que luego ese lobo se convertiría en humano.

Francesco, en una noche bastante desolada, se había escapado del orfanato en el que había estado hace un par de meses. ¿La razón? Sus padres habían tenido un accidente automovilístico y él había sido el único sobreviviente. Ni su hermanita había corrido con su misma suerte. Así que el niño rubio y callado había terminado en el orfanato con otros veinte niños.

A pesar de que aún no dejaba de llorar por su familia él niño, a su corta edad, se había convencido de que sus padres no volverían. Sería duro pero trataría de seguir adelante. Y así fue, con la ayuda de Marcelo y su familia había logrado muchas cosas en la vida.

En la noche que se escapó fue por unas calles realmente desoladas buscando esconderse de la señora Lucrecia. Esa mujer era el demonio en persona, le había gritado y zarandeado frente a todos los niños culpándolo de algo que no había hecho. Hacía mucho él niño se había dado cuenta que esa mujer era todo lo contrario a la amable y cariñosa Andrea. La que estaba a cargo del orfanato, realmente. Lucrecia siempre se había creído que ella era la dueña y señora de aquel lugar. Sí, se lo creía hasta que Andrea llegaba y ella se volvía toda una perra temblorosa de miedo. Francesco era por así decirlo el niño más callado, tímido y solitario de todos los demás niños. Por eso era el consentido, por así decirlo, de Andrea. Siempre ella le llevaba unos zeppoles y de agradecimiento recibía una tímida sonrisa.

Pero al tierno niño nadie le avisó cuán peligroso era caminar solo en una noche con una luna llena. Terminó siendo mordido por un perro, o bueno eso fue lo que él pensó, con el pasar de los días supo que había sido un lobo. Y así se convirtió en uno de los beta perteneciente a una de las familias más reconocidas de la ciudad. Había sido por error pero el joven de cabellos rizos supo enmendarlo. Le pidió a sus papás que se hicieran cargo de él y lo acogieran en su familia. Camelia y Adolfo habían aceptado gustosos.

Se hizo de una profesión a los veintitrés años. Estudió arquitectura y diseño pues eso era su pasión. Antes de que sus padres murieran en su casa construía casas, edificios y todo lo que uno podía imaginarse. Con cualquier material Francesco dejaba volar su imaginación.

Cuando se graduó sintió mucho orgullo por sí mismo pero también sintió tristeza. Se sintió solo y no es que lo estuviera, su mejor amigo, sus padres adoptivos y el resto de la manada estuvieron ahí pero él quería a sus padres y a su hermanita. Amaba a su hermana desde que se enteró de que su mamá estaba embarazada. Así que al ver a la pequeña y risueña Lucía se volvió muy consentidor con ella, en ella veía a ese hermana que siempre quizo y nunca conoció por giros que da la vida. La quería y mucho.

Se desató la corbata y se desvistió por completo. Necesitaba un baño de agua caliente. La preparación para la fiesta anual era muy cansada. A él siempre le tocaba hablar con todas las personas que harían funcionar aquella fiesta. Tenía la ayuda de Alessandro y Stella y aún así era cansado.

-Hola- dijo él al teléfono. Antes de entrar al baño comenzó a sonar su celular y sonrió al ver quien era -Mi amor, ¿cómo estás?- preguntó

-Muy bien cariño y ¿tú?-

-Ahora bien que te escucho- dijo retomando el pantalón deportivo que siempre usaba para dormir.

-Awwwn que tierno-

Francesco volvió a sonreír. Extrañaba aquella voz, esa voz que había servido de consuelo, de cariño y no hacerlo sentir solo. Hacía un par de días no la había escuchado y ahora que por fin la escuchaba podía sentirse tranquilo.

Amanda se había vuelto muy importante en su vida desde el momento que la conoció. Aquella vez que se conocieron en la fila de admisiones de la universidad en Milán fue el comienzo de algo muy bonito. La amaba claro que sí, de eso no había la menor duda. Ella había sido la persona más dedicada en hacer de Francesco Riolli el hombre más feliz del mundo a pesar de todo lo que había atravesado.

-Sabes muy bien que lo soy- dijo Francesco con un poco de orgullo.

-Sí, lo sé. Eres como un cachorrito encima de uno buscando amor- rio ella y él lo hizo entre dientes. Ella no sabía su más extraño e increíble secreto que posee -Quiero verte, te extraño- dijo y a Francesco le pareció esas palabras lo más tierno que había escuchado.

-Pero estás en Milán- dijo Francesco frunciendo el ceño.

-Lo sé, tengo un viaje a Toscana. La universidad tiene un viaje para ver los antiguos edificios para fusionarlos con los estudios.- dijo Amanda con una sonrisa. Lo extrañaba y mucho.

-Oh sí, los viajes que ellos hacen al último semestre- dijo acordándose de que él también lo hizo.

-Pasaré por allí, hazme un espacio en tu camita.- dijo riendo y Francesco también rio.

-Te estaré esperando- dijo Francesco y luego de algunos minutos después terminó la llamada.

Como por arte de magia, el humor de Francesco había mejorado mucho, y para bien. Fue un día bastante agotador y solo quería dormir pero aquella chiquilla había sido un verdadero calmante para terminar su noche muy bien. Caminó, con una sonrisa, hasta su baño y allí tomó un relajante y burbujeante baño.

Quince minutos y agua tibia le habían servido de aliciente para pensar en todo. Pensar en su vida, en sus metas, en su amor, en muchas cosas. Pero no pudo evitar pensar en su familia, aunque eso pasaba cada segundo del día. No pudo evitar imaginar como su hermanita sería, como sus padres se verían con una década en sus hombros.

Su hermana cumpliría los quince años y sabía que hubiese sido una hermosa adolescentes. Sus padres estarían orgullosos de sus hijos pero sobre todo estarían ahí si no fuese por aquel horroroso accidente. Suspiró triste y decidió que era buen momento de irse. Nuevamente su ánimo había caído y Amanda no estaría para ayudarlo.

Luego de secarse, se colocó el pantalón de pijama que usaba cada noche. Dejó la toalla, fue a su habitación y encendió el televisor. Buscó alguna serie de ciencia ficción y como cada noche veía cinco capítulos. Aunque en realidad siempre esa cantidad aumentaba y considerablemente. Pero él no tenía la culpa de que su serie preferida llegaba en su mejor momento cada vez que decidía que ese sería su último capítulo.

//Esto es una locura pero creo que conseguí a mi mate// recibió un mensaje de Marcelo y él frunció el ceño.

//¿Como dices?//

//Sí, y se está quedando en la villa del viejo Luka//

//Más te vale que no asomes tu nariz por allá si no quieres quedarte sin nariz y sin pelotas//
//Ahora déjame ver mi serie tranquilo//

//Deja de ver series de superhéroes, ellos no existen//

//Yo pensaba que los hombres lobos tampoco existían y míranos//

//Touché. // Rio al ver el último mensaje de Marcelo.

Francesco dejó su teléfono en la mesita de noche en modo de silencio. Ahora nada ni nadie lo interrumpiría para terminar de ver su amada serie. Estaba feliz de que el alfa de su manada encontrara a su mate. Estuvo mucho tiempo pensando que no la encontraría pero sí lo hizo y no podía estar feliz.

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Hola hola mis amores

Aquí un nuevo capítulo. Conociendo más a nuestro grandote 😍 Ahora sí serán capítulos semanales 👏🏾🙌🏾

Gracias a los que se preocuparon y nos tuvieron en sus oraciones. Todo está bien en la la isla. Ya tengo luz desde el jueves por la noche. Me sorprendió tanto porque de verdad pensaba que iba estar sin luz por todo ese tiempo. Ya todo volvió a la normalidad gracias a Dios.

Ahora me pondré las pilas porque de verdad durante el huracán no tuve cabeza para escribir pero ya todo está en su sitio.

Lxs amooo 💕

Tú eres mi mate「 Heart of Wolves II 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora