Caminó por el pasillo junto a la profesora McGonagall, que de vez en cuando le regalaba una sonrisa. Se detuvieron frente a una gran puerta, la entrada al Gran Comedor.
—Esperame aquí— le pidió, para que luego ella tomara otro camino y desaparecida en la oscuridad—.
Luego de unos minutos escuchó como la profesora, que hace minutos estaba con ella, comenzaba a hablar, haciendo inicio de la ceremonia de elección. Ella sonrió cuando, luego de que pasaran varios niños, escucho que se referían a ella.
—Ahora, me doy el honor de presentar a una alumna del extranjero, que se incorporará a nuestro querido colegio asistiendo a su último año— informaba Minerva— Quiero que se la trate con respeto, como si fuera un amiga más. Ella también, igual que todos, deberá someterse al sombrero seleccionador para ir a su casa. Sin más preámbulos, denle la bienvenida a Afrodita Black.
De la nada las puertas se abrieron, dando vista a la chica, que se encontró con miles de miradas curiosas en ella. Comenzó a caminar, pasando junto a la mesa donde estaban los gemelos, que le sonrieron. Siguió caminando, hasta que llegó a la silla y se sentó, para que luego le pusieran el sombrero.
—¡Ah, Afrodita!— gimió el sombrero seleccionador, para que solo ella lo escuchara— La última de las herederas de Gryffindor. Te pareces a tu madre en muchos sentidos... eres increíblemente lista igual que ella. Traviesa como tu padre...— ella rió levemente— Aunque te pareces a los Black, tienes su misma ambición, me recuerdas a Regulus... pero predomina tu valentía... creo que ya está decidido...
—¡Espera!— le habló para que el solamente la escuchara— Mándame a Slytherin, estoy segura que viste lo que planeo y necesito ese favor para que funcione. Por favor, después de todo, tu eras propiedad de mi ancestro...
El sombrero ser rió ante la observación de la chica.
—Si es lo que deseas... espero que mi ayuda te sea útil— pidió, para luego gritar;— ¡Slytherin!
Los de esa casa saltaron en aplausos, especialmente Draco Malfoy. Mientras le sacaban el sombrero pudo ver que Fred la miraba totalmente dolido y George parecía sorprendido, solo les sonrió, para levantarse y caminar hacia su mesa, sentándose junto al rubio de su primo.
—Bienvenida a la casa de las serpientes, Af— le sonrió el chico, a lo que ella respondió de la misma manera—.
Draco, mientras comía, comenzó a presentarles a sus amigos. Goyle y Grabbe encajan perfectamente en la descripción de dos orangutanes sin neuronas, luego le presentó a un azabache de ojos claros llamado Theodore Nott, el que le sonrió amablemente. También nombró a un moreno llamado Blaise Zabini que, igual que Nott, parecía buen chico. Seguidamente Malfoy le presentó a las chicas del grupo Pansy Parkinson, Daphne y Astoria Greengrars, la primera parecía mirarla con desprecio, mientras que otras dos le sonrieron amigablemente.
—Mucho gusto— le sonrió la azabache, al tiempo que Umbridge comenzaba a hablar, aunque nadie le prestaba atención
— Mi nombre, como ya habrán escuchado, es Afrodita Black.—¿Eres algo del asesino en masa Sirius Black?— preguntó Astoria sin filtros—.
—Es su hija— respondió Draco, sin dejarme tiempo a Afrodita de hacerlo— Es todo lo que necesitan saber. No se habla del tema.
Los chicos ahí sentados asintieron, sin decir nada del tema.
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Caminó hacia su habitación, que era individual. Resultó que todos los slytherins tenían la ventaja de que sus padres exigían que no compartieran habitación con nadie, así que que tenía todo el lugar para ella. Se acercó a la cama, para acostarse, per vio un pedazo de papel ahí, arriba de su almohada. La tomó, leyéndola.
Nos vemos en la torre de astronomía a las 22.30, te espero. Se puntual.
Fred Weasley.
La azabache miró el reloj, que marcaban 22.20, ella suspiró, tomando una chaqueta de su baúl. Salió de su cuarto, escabulliendose sin que nadie la viera, había aprendido hacer eso en sus años en Beauxbatons. Era una experta. Caminó hacia la torre de astronomía y llegó, teniendo la suerte de que nadie la viera.
—Weasley— saludó la azabache al ver al chico de espaldas, viendo el vacío de la noche—.
—Black— saludó, dondose vuelta, su cara era inexpresiva, fruncía el ceño y sus labios estaban rectos—.
—¿Pasa algo?— preguntó, acercándose, a lo que el se separó—.
—Afro, estás en Slytherin— dijo, como si fuera el mayor pecado que podía cometer— Y yo en Gryffindor, espero que sepas qué significa eso.
La azabache lo miró unos minutos, meditando, para luego levantar una ceja.
—¿Me quieres terminar por estar en otra casa?
—No es eso— suspiró el pelirrojo— es Slytherin, Afrodita. Es la casa enemiga. Me pasé toda mi vida odiando a sus integrantes.
Ella soltó un suspiro, acercándose al pelirrojo, mientras el retrocedía hasta chocar la pared. Se acercó, poniéndose de puntillas de pie, quedando sus labios a unos centímetros.
—Yo no quiero terminar contigo, Weasley.— le susurró— Mi casa no me define, me define lo que defiendo y creo. Sí me vas a querer, quiéreme así, serpiente. Y también busca otra excusa mejor para dejarme. Ésta no es válida.
Fred parecía querer responder, pero ella no lo dejó, solamente lo besó. Aunque primero el pelirrojo se negó, luego siguió el beso.
— ¿Ahora que dices?
—Maldita seas, Black— bufó, tomándola de la cintura y acercándola más, para volver a besarla—.
Ella sonrió, para luego separarse lentamente, le dio otro pequeño beso.
—¿Entonces?
—Es raro, Afro, debes entenderme. Estás en Slytherin y te sentaste junto a Malfoy... no es fácil de asimilar.
—Primero, ya te dije que mi casa no me define. Segundo, Draco es mi primo, su madre era muy amiga de mamá y de tía Apolline, por eso lo conozco.
—¿Qué haremos? Nos miraran raro cuando andemos por los pasillos, nos pueden excluir en nuestras casas...
Afrodita lo pensó, la verdad era que no le convenía que la vieran con Fred, podría arruinar sus planes.
—¿Quién dijo que deben saber que salimos?— preguntó, sonriéndole— Podemos tener citas y encuentros a escondidas.
—¿Y si nos encuentran?
—¿Le tienes miedo al peligro, gatito?— preguntó Afrodita, rozando sus labios—.
—Nunca, Black— sonrió, para luego besarla.
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Los secretos de una Black
ФанфикUna vida de secretos en Francia. Una familia de rubios que te tratan como una hija. La curiosidad. El pasado. El futuro. La herencia que pesa. La vida. La muerte. Segunda parte de "Ella es igual a mi".