#16- Hechizos de veelas.

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Ambas chicas entraron a la habitación, era un lugar demasiado fino como para ser una habitación de entrenamiento. Afrodita rió, pues era algo muy típico de la academia Beauxbatons, simplemente arremango su chaqueta, sacando su varita y cerrando la puerta de la habitación.

-Bien, Eur...- le sonrió, lanzando su cabello para atrás- Comenzaremos el entrenamiento ahora. Como no sabemos qué tienes que hacer contra el dragón específicamente, vamos a hacer un hechizo un poco más... complejo.

La azabache sacó un pañuelo y, ante la mirada atónita de la rubia, lo transformó en un dragón de no menos de un metro. Se veía tranquilo, hasta que comenzó a juguetear en los pies de la niña de ojos grises.

-Éste es un Opaleye de las Antípodas, es un bebé, por eso es tan pequeño- señaló al dragón de escamas iridiscentes y nacaradas y ojos sin pupila, multicolores y centelleantes, a Fleur parecía gustarle- Es uno de los dragones más inofensivos que existen y también el más bello. El no suele enojarse demasiado y tampoco mata, así que será dócil.

-¿Qué hechizo usaremos?- preguntó, viendo cómo su prima sacaba un poco de carne cruda y le deba al dragón-.

-Es uno no convencional, es como un invento mío- explicó- Lo cree fusionando dos hechizos... lo hice con... eh, ya sabes... lo hice un Rumanía, cuando compartía mucho tiempo con dragones. Lo malo es que solo las veelas lo podrán hacer.

La rubia asentía, realmente entendía lo que su prima decía, estaba totalmente concentrada

-Es bastante sencillo, solos debes mirarlo a los ojos, como si quisieras hechizar a alguien, como si quisieras enamorar a alguien. Así...

Se arrodilló, viendo a los ojos del pequeño dragón, comenzó a murmurar algo, moviendo sus manos suavemente, el dragón pareció caer en un sueño, para luego comenzar a quedar rígido, parecía bajo un sueño profundo.

-Lo más fácil siempre es dormirlos- explicó- Pero también puedes hacerlos más dócil, para dejar ser tocado, etc.

Fleur asintió, para ver como el dragón salía de la ensoñación, volviendo a jugar con el pedazo de carne.

-No tiene ningún hechizo fijo- sonrió- Solo es como una canción, dice "en pedazo se partirá y tú caso me harás, siempre caerás... suena una canción y en mis​ encantos caerás...", es como cuando intentas hacer que alguien caiga en tus hechizo, combinado con las canciones de las sirenas- explicó- Bien, inténtalo. Es muy necesario que te concentres en tu objetivo.

La rubia suspiró, acercándose al dragón y poniéndose en cunclillas, para poder verlo a los ojos. Comenzó a recitar la canción, pero no pasó absolutamente nada. Frunció el ceño, frustrada.

-Tienes que hacer un movimiento de manos- explicó- Como si estuvieras tocando Para Elisa de Beethoven.

Afrodita vio como su prima ponía cara de confusión, claro que ella no conocía esa melodía.

-Bien, creo que será más difícil de lo que esperaba- suspiró, cruzando sus brazos- También tendré que darte lecciones de música, evidentemente tendré que pedirle a Madame que me aumente en sueldo- bromeó-.

.-.-.-.-.-.-.

La azabache vio a dos chicos pelirrojos, sentados bajo un árbol, con la cabeza junta y cuchichiando. Ella frunció el ceño, acercándose.

-¿Por qué tan juntos?- preguntó al llegar junto a ellos, sonriéndoles-.

-Solo negocios, francesa- acotó George, invitando a la chica a sentarse con un ademán- ¿Tu qué haces...?

Antes de que pudiera terminar la pregunta, apareció un tercer pelirrojo, parecido en algunas facciones con los gemelos. La azabache levantó una ceja, curiosa.

-Madre mía, como se reproducen los pelirrojos- rió, logrando que el recién llegado la mirara, sin poder dejar de hacerlo-.

-Af, te presento a nuestro hermano menor, Ronnie. Ronnie, te presento a Afrodita Delacour, deja de babear tanto- pidió Fred, logrando que su hermano gemelo riera y el otro se pusiera rojo.

-Un gusto, Ronnie.- le sonrió-.

-No, Af, solo debes ser amable con nosotros, los otros pelirrojos no importan- aclaró George, logrando que Afrodita riera.

-Un placer verlos, chicos- la azabache se levantó, lanzando su cabello para atrás- pero tengo entrenamiento. Adieu!

La chica de ojos grises caminó lejos del lugar, con dirección a donde apartaba la carroza de Francia. Ron seguía viendo en dirección por donde había desaparecido la chica.

-¿Me arreglarían una cita con ella?- preguntó el menor, viendo a sus dos hermanos, que comenzaron a reír.

-Olvidalo- hablaron al mismo tiempo, negando.

-Afrodita ya está apartada, Ronnie- sonrió George- Y nunca saldría contigo. Digo, es bella, inteligente, buena jugadora de quidditch y bromista. ¿Qué oportunidad tienes?

-Bueno, ni siquiera parece que ustedes estén a su altura- comentó Ron, mirando a los chicos con el ceño fruncido-.

-No estamos, pero eso no nos detiene. ¿Cierto, Feorge?

-Exactamente, Gred.

Los secretos de una BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora