Sirius tomó un sorbo de su cerveza, veía perdidamente el suelo. Desde que Harry había llegado estaba raro, casi no bajaba a comer y se la pasaba escondido por la casa. No sabía qué hacer, Dumbledore le había aconsejado que no lo molestara, que simplemente lo dejara meditar solo.
El hombre pensaba tranquilamente, cuando de pronto un ruido lo hizo volver a la realidad. Primero fue el ruido de oa puerta principal abriéndose y luego fue el ruido de una caída. Comenzó a caminar hacia allí, escucho pasos que bajan de las escaleras. Llegó a la sala principal, donde vio a un chica azabache inconciente en el suelo. Escuchó como Molly soltaba un grito, logrando que sus hijos también fueran al lugar. Remus se acercó a la chica y Sirius también.
-Está muy lastimada- murmuró el licántropo, tomando el pulso de la chica-. Está muy bajo su pulso... trae el botiquín de Anna.
Sirius solo asintió, levantándose y corriendo hacia la escalera, para luego volver con un pequeño maletín que puso en el suelo, abriéndolo. Remus comenzó a sacar algunas pociones, mezclandolas. Luego de un rato, hizo que la chica se lo tomara, de a poco las heridas fueron desapareciendo.
-Subela a su cuarto- dijo el hombre, a lo que Sirius asintió, tomándola entre sus brazos-.
El hombre de ojos grises pasó entre Molly y Fred, que vieron con ojos desorbitados a Afrodita, que aún seguía inconciente. El pelirrojo quiso seguirlo, pero su madre lo tomó del brazo, dando la orden de que no lo hiciera. Sirius llevó a su hija hasta su cuarto, poniéndola en su cama. Se sentó ahí, viéndola fijamente, esperando que despertara.
Luego de una hora apareció Molly Weasley en el marco de la puerta, con un plato de comida en sus manos. Al parecer, creía que la chica ya se había despertado.
-¿Te das cuenta, no?- murmuró la mujer, viendo fijamente a la novia de su hija-. La expusiste al peligro y terminó así...
Sirius soltó un suspiro, viendo el suelo.
-Hay algo que tu nunca entenderías, Molly. Tú tienes hijos, si. Pero nosotros renunciamos a la única que teníamos porque no quisimos ponerla en peligro- hizo una mueca-. Y ahora vale la pena porque la puedo ver. Sí, tal es tú creas que la expuse, ¿pero nunca te pusiste a pensar lo que ella quiere? Afrodita es mi hija y la de Anna, salió a nosotros, no se iba a quedar de brazos cruzados cuando sabe que puede hacer algo muy útil... ella quiso esto. Sí fuera por mí, ni siquiera la dejaría salir de aquí...
-¡Pero eres su padre!- gruñó, enojada-. Tienes que ponerles los límites.
-Creció sin mi, Molly.- suspiró, viendo a la chica que aún no despertaba-. No quiero gastar el poco tiempo que tengo peleando con ella. Y, siendote sincero, ella no es del tipo de hija que te hace caso, ella hará lo que quiera, porque así es su naturaleza. Así era Anna, así soy yo. Prefiero disfrutar cada momento que tengo con ella antes de tener que pelear por cosas que sé que terminará haciendo.
Molly miraba a Sirius, ahora entendía un poquito más al hombre, aunque no aprobaba del todo su método de crianza. El hombre tenía razón, era mejor disfrutar el tiempo con su hija.
-Aunque también debo admitir que jamás le negaría la oportunidad de luchar a mi hija... Afrodita es fuerte, es una gran bruja y demasiado inteligente- Sirius sonrió, para ver a la mujer-. Te confesaré algo, Molly. Ella es feliz con Fred, jamás dejes que le haga daño... creo que realmente están enamorados. Y, entre nosotros, me gusta su pareja.
La mujer sonrió, ahora estaba de acuerdo con lo que el decía, ella también lo veía. Veía a su hijo feliz, nunca había conocido a ninguna de sus novias, Afrodita era la primera y le caía excepcionalmente bien, era buena chica y se preocupaba mucho por el y George. Antes de poder hablar, vio como la azabache se comenzaba a mover. De pronto, ella se levantó de golpe, soltando una maldición.
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Los secretos de una Black
Hayran KurguUna vida de secretos en Francia. Una familia de rubios que te tratan como una hija. La curiosidad. El pasado. El futuro. La herencia que pesa. La vida. La muerte. Segunda parte de "Ella es igual a mi".