(La chica de la foto es Afrodita, se las presento físicamente después de tanto tiempo. Espero que sea como se la imaginaron)
La joven azabache tomó el periódico, leyéndolo de nuevo. Veía atentamente las fotos de los prófugos, las miradas dementes y las sonrisas burlista le producían un escalofrío. Miraba la foto de Bellatrix Lenstrage, con el único pensamiento de que ella era la que la iba a entrenar y se notaba a lenguas que estaba loca de remate.
-¿Notaste que todos te miran?- preguntó Draco, en un susurró-.
Afrodita levantó la mirada, notando que la mayoría de la mesa de Slytherin la observaba, algunos lo hacían con miedo y otros le regalaban una sonrisa maniática, junto con un guiño de ojo.
-Tal vez sea porque mi padre es el nuevo líder de los locos mortífagos que escaparon de Azkaban- opinó, encogiéndose de hombros-. Posiblemente sea algo bueno, podría amenazar que papá vendrá con su ejército a matar a cualquiera que me trate mal. Sí, suena interesante.
El rubio que estaba a su lado soltó una carcajada, viendo con diversión a su prima. La chica de ojos grises comenzó a bebés de su zumo de naranja, notando que un chico se acercaba a donde ella se encontraba.
-Afrodita...- dijo,sentándose a su otro lado, dónde anteriormente había estado Theodore Nott-. ¿Qué tal? Me preguntaba si te gustaría salir éste fin de semana a Hogsmeade conmigo.
Draco intentó resistir una sonrisa burlona, pero no pudo, solamente salió, ganándose un golpe de su prima, que ahora estaba pensando qué mentir para evitar tener que salir con aquí chico castaño.
-Hey, Grest- le sonrió inocentemente-. Me encantaría, pero tengo un novio en Francia, no podría salir con chicos aquí. Y también quedé con Zabini y Nott en que les explicaría algunos contrahechizos.
Bueno, no era del todo mentira. No tenía un novio francés, pero si un novio, que ahora la miraba intensamente desde el otro lado del Gran Comedor, queriendo saber qué pasaba entre su novia y ese slytherin que se había sentado a su lado. También era verdad que había quedado con Blaise y Theodore, pero no para enseñarles contrahechizos, sino para explicarles cuándo comenzarían a servirle al Señor Tenebroso.
El castaño la miró decepcionado, para despedirse con un débil "adiós". Afrodita volvió a dirigir su vista a Malfoy, que ahora miraba enojado a la chica.
-¿Hasta cuándo seguirás con esa mentira de que tienes un novio francés- preguntó, irritado-.
A Draco Malfoy no se le había olvidado la confesión de su prima de que salía con un Weasley. Y tampoco le hacía gracia eso. El odiaba a los Weasley y ella estaba saliendo con uno, aparte de eso también eran traidores de la sangre, un crimen fatal para el rubio.
La chica solo lo miró, para sonreírle, tranquilizandolo con la mirada.
.-.-.-.-.-.-.
Luego de unas cansadoras clases y un entrenamiento más que estresante Afrodita subía las escaleras, arrastrando su escoba. Estaba cansada y en lo único que pensaba era en su hermosa y cómoda cama. Llegó a su puerta, donde entró, lanzando su escoba hacia una esquina, entrando al baño para darse una larga y reconfortante ducha.
Luego de uno minutos salió, secándose su cabello con una toalla azul. Se lanzó a la cama, dispuesta a cerrar sus ojos para dormir. Pensó un minuto en que tenía mucha tarea que hacer, que debía ir a la sala común y ver a Zabini, Nott y Malfoy, también debía mandarle una carta a Fred para que se encontraran ésa noche. Pero no. Decidió quedarse ahí, acostada, a punto de dormir.
-¡Afrodita!- la chica escuchó con dolor como una voz, que provenía debajo de su almohada, la llamaba-.
La azabache se lo pensó un minuto, haciendo una mueca de fastidio. Se puso boca arriba, sacando un espejo de debajo de la almohada, allí no se reflejó ella, sino que observó a un hombre, con algunas arrugas, de ojos grises y de cabello negro azulado, que la miraba con una sonrisa, mientras si sus ahora blancos dientes.
-Hola, papá- dijo, soltando un suspiro-. ¿Pasa algo?
-Nah- se encogió de hombros, buenos a su hija, divertido-. Solo quería saber cómo estás y cómo te cayó la noticia de los mortífagos que escaparon de Azkaban.
Afrodita soltó una risa sarcástica.
-¿Estás bromeando?- hizo una mueca-. ¡Estaba por dormir y me despertaste para hablar de eso!
-Siempre un gusto despertarte, hija- el hombre le sonrió con sorna-.
-Y yo que te amaba- gruñó-. Bueno, ya que estamos, la mayoría de los alumnos de Slytherin no parecían muy sorprendidos por la noticia. Es más, escuché que algunos soltaban comentarios alegres. Otros estaban aterrorizados. Los de las demás casas parecían como si esperaran que aparecieran en Hogwarts, justo como tu.
El azabache soltó una carcajada un tanto ladruna, logrando que la chica sonriera. Ahora Sirius se parecía un poco más al hombre que mostraban las fotos de su madre, que ese humor siempre hacia Slytherin. Antes que pudiera decir otra palabra, escuchó que alguien tocaba la puerta, soltó un suspiro, parecía que no iba a dormir tranquila.
-Te hablo luego, papá. Alguien busca.- dijo, a lo que su padre asintió y ella escondió el espejo-.
Afrodita se levantó, caminando hacia la puerta, la abrió lentamente, para ver a su rubio primo apoyado en la pared esperando, encarnó una ceja, para hacerse a un lado, dejando que entrara a su cuarto.
-¿Necesitas algo en especial?- preguntó la azabache una vez que cerró la puerta otra vez, observó que ahora el rubio estaba sentado en una silla que había en el cuarto, mirando el suelo-.
El chico no habló, ni siquiera levantó la mirada. La chica de ojos grises bufó, caminando hacia su cama y lanzándose allí, pues seguía muy cansada.
-Necesito que aclaremos unas cosas...- murmuró Draco después de unos minutos-. Lo de Weasley... ¿es en serio?
Ella frunció el ceño, sin mirar al chico, hizo una mueca, para luego soltar un suspiro.
-Creo que sí... es diferente a todos los chicos con los que he salido.- explicó-. Fred es... simplemente genial. Tal vez no lo creas y lo dudes porque los odias, pero él no es más que un pelirrojo simpático y muy buen besador.
-Lo último estaba de más.- el joven hizo una mueca-. Sigo sin entender cómo es posible, ¡estás en Slytherin! Y el es una león...
-Bueno, fue lo mismo que me dijo el cuando quedé aquí, pero te diré lo que le dije a el... mi casa no me define pero, si lo hace, debe quererme como soy.
-Me molesta que mientas sobre eso...
-¿Sobre que tengo un novio francés?
-Sí...
-No podría decirlo, porque podrían reaccionar peor que tú... aparte, no sería muy conveniente teniendo en cuenta mi posición.
Draco suspiró, asintiendo. Tenía razón, no podría decir eso porque significaría un castigo... o algo peor.
(Una más porque quiero y puedo)
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Los secretos de una Black
Fiksi PenggemarUna vida de secretos en Francia. Una familia de rubios que te tratan como una hija. La curiosidad. El pasado. El futuro. La herencia que pesa. La vida. La muerte. Segunda parte de "Ella es igual a mi".