#25- Entrenar, entrenar y ¿entrenar?

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Vale, Fleur se tenía que retractar. Había pensado que entrenar con su prima una a ser divertido y hasta sencillo. Pero se había confundido gravemente. Afrodita era todo menos compasiva con el cansancio de la rubia. Nunca había entrenado tanto, pero su prima parecía en perfecta condición después de cinco horas de entrenamiento.

—Af, ¿podemos parar?— preguntó, tratando de recuperar un poco de aire en sus pulmones—.

—Claro que no, recién comenzamos. Debes estar en la mejor forma posible para la prueba.— declaró, rodando los ojos, sacando su varita— Trata otra vez de desarmarme.

La rubia suspiró, frustrada. Hace casi dos horas que intentaba sacarle la varita a su prima, pero no podía, ella esquivaba y se protegía de cada hechizo que le lanzara. Aún así sacó su varita, apuntando a la azabache.

—¡Expeliarmus!— gritó, lanzando el hechizo de su varita hacia la azabache, que lo esquivó fácilmente— Oh, ¿me estás jodiendo? ¡Por todo lo sagrado y la moda, no puede ser que no pueda desarmarte! ¿Esto es resultado de tus clubs de duelos y de vacaciones?

—Algo así— rió— Me gusta entrenar y lo sabes. Después de renunciar parcialmente a los chicos tuve más tiempos para mis cosas y aumenté mis horas de entrenamiento mágico y no mágico.— se encogió de hombros— Fue un buen uso de tiempo, supongo.

Fleur negó, sentándose en el suelo, tomando un poco de agua.

—Qué ridiculez eso de renunciar a los chicos.— rió la chica de ojos claros— Siempre te gustaron. Bah, eras peor que yo, siempre andabas buscando una nueva presa...

Afrodita soltó una carcajada, sentándose junto a su rubia prima.

—Eso fue antes, Eur. Era divertido cuando no había sabido qué era el amor— rió levemente— Creo que cambió toda mi vida. Los chicos ya no son lo mismo para mí, los veo de manera.

—Lo note, Afro.— le sonrió— Ahora cuéntame cómo te fue en la cita con ese pelirrojo gemelo.

La nombrada sonrió, negando levemente.

—Genial. Es divertido y no ve a otras chicas mientras está conmigo.— se encogió de hombros— Quedamos en salir dentro de un rato.

—¿Van a salir y estás aquí entrenando?— preguntó, levantándose rápidamente— ¡Levantate y anda, mujer!

La azabache rió, negando.

— Aún tengo una hora, Eur. Saldremos a las 19:30.

—¡Estás equivocada, pequeña aprendiz!— consultó su reloj, soltando un suspiro— ¡Son las 19:00!

—Mierda— mascullo, levantándose y tomando su chaqueta— Me voy a duchar. Aquí​ terminó el entrenamiento, nos vemos mañana.

La rubia rió, viendo como su prima salía corriendo del lugar.

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—Perdón por la tardanza.— dijo Afrodita apenas llegó junto al pelirrojo—.

—No es nada, Af— le sonrió, pasando su brazo por los hombros de la chica.

—¿A dónde iremos, señor misterio?— preguntó, logrando que el chico riera—.

—Va verás, francesa. Tú solo camina.— ella levantó una ceja en señal de pregunta, pero comenzó a caminar a su lado—.

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—Bueno, bienvenida al lugar de nuestra cita— sonrió el pelirrojo—.

—Es un lugar muy lindo— admitió la chica, desde donde estaban se podía ver el cielo y parte del bosque prohibido—.

—Sabía que te gustaría, venga, siéntate— le pidió, sentándose en el suelo, para que luego la chica lo hiciera— Es la torre de astronomía. En mi opinión, uno de los sitios más bonitos del castillo.

—¿Te pones en modo chico sensible con todas las chicas para conquistarlas?— preguntó, mirando al pelirrojo con una sonrisa burlesca—.

—En su mayoría, sí. Pero ahora estoy con una chica a la que no le gusta eso, ¿me equivoco?

—Está en lo correcto, Weasley.— el chico se acomodó, apoyando su cabeza en el hombro de la chica— ¿Cómo está George?

—Saldría con Angelina hoy— comentó vagamente—.

—¿Se ponen de acuerdo para tener citas?— preguntó soltando una risa—.

—Algo así.— rió, mirando los ojos grises de la chica— Solo sucede, no lo planeamos. Es algo de gemelos, supongo.

—Psicodélico.— le sonrió—.

—Tienes lindos ojos, Delacour.

—¿Estás alabando mis ojos para poder besarme?

—Besarte no estaría mal, pero lo digo en serio. Tus ojos son raros, los he visto pocas veces... son llamativos y como misteriosos.— le acarició la mejilla— Me gustan. Igual que tú.

—Vale, me rindo, quiero besarte.— rió, acercándose a el y haciéndolo—.

Fred sonrió, siguiendo el beso y tomándola de la cintura, acercándola un poco más. Luego de unos segundos se separaron, el le sonrió.

—¿Ahora vas a huir?— Afrodita rió, negando— Entonces, ¿puedo hacerlo otra vez?

—Las veces que quieras, Weasley.

El chico se acercó, volviendo a besarle.

Los secretos de una BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora