— ¿Qué onda con tu expresión? Llevas como media hora mordiéndote las uñas y ya mordiste todo tu lápiz—le dijo Levi al pelinegro mirándolo con cara de asco por la acción que éste estaba haciendo.
—Estoy esperando los resultados del concurso—contestó él, echó su espalda hacia atrás chocando con el espaldar del banco en el que estaban.
— ¿No falta como una semana para eso? —Dean asintió y Levi frunció el ceño— ¿Y estarás así toda la semana? —Dean volvió a asentir—. Yo mejor me voy—le dijo levantándose del banco.
— ¡No! —exclamó el pelinegro tomándolo del brazo—. No me dejes solo es esta agonía—pidió.
—Que dramático eres, Deandré—bufó su amigo—. Sé paciente y espera relajado, si tu es parar ti entonces será para ti.
—No quiero perder—susurró—, necesito ganar esto. Necesito que alguien me diga que lo que hago está que tus dibujos están bien.
—Pero quiero que lo diga alguien profesional, que sepa de estos temas—respondió—. Ejemplo, yo puedo decir que los libros de Paulo Coelho son demasiado aburridos pero el resto de personas especializados en eso piensan que es una auténtica obra de arte literario—ejemplificó—. O decir que Van Gogh está sobrevalorado pero medio mundo lo adora, ¿entiendes a lo que voy?
—Eso creo—se encogió de hombros—Dean suspiró frustrado.
Necesitaba de alguien que pudiese entender cómo se estaba sintiendo en ese momento, alguien que también compartiese su visión del arte, sea escrito, sea visual, sea oral; no importaba cuál en realidad, sólo necesitaba que alguien pudiese comprender todas las emociones que estaba viviendo en ese preciso momento.
—Oye, y si no ganas ¿qué harás?
— ¿Tan poca fe tienes en mí que ya especulas que no gané?
—Sólo digo que debes estar preparado para ambas opciones, si ganas lo más probable es que te emociones y festejes por la vida contándoles a todos que has ganado e invitándolos a la presentación de la obra, pero si pierdes...¿no has pensado qué hacer?
—Creo que estoy tan consciente de que voy a perder que me convencí a mí mismo que no es tan malo como se ve,
—No lo es, perder te ayuda a mejorar—respondió—, si no les gustó tu pintura quizás es porque le hace falta un toque o quizás porque no era el jurado adecuado para verla.
— ¿A qué te refieres?
—A las personas no les gusta lo mismo todo el tiempo—respondió—. A mí puede gustarme una pintura pero tú de seguro piensas que está mal hecha o viceversa, por eso es necesario tener más suerte que talento, porque talento tienes Dean, lo que necesitas es tener la suerte de que el que evalúe tu pintura sea la persona correcta.
Y Levi tenía razón, ¿cuál es la posibilidad de que la persona adecuada vea tu obra en el momento justo? No a todas las personas les gusta lo mismo y de eso se trata la vida, de varias en gustos y colores, de mirar los dos lados de la moneda, de ser el bueno pero también ser el malo. Pero sobretodo, la vida se trata de expresarnos y con el arte las expresiones se ven siempre más bonitas.
¿Sientes dolor? Dibuja. ¿Amor? Dibuja nuevamente. ¿Estás molesto? Expresa tu rabia dibujando y así pasa con el resto de las emociones. Para Dean ese era el método más factible de drenar las emociones y el que más amaba utilizar.
Cuando salió de clases esa tarde decidió ir con sus amigos a la cafetería, ellos no conocían a Marie así que él se las iba a presentar. Los tres tomaron el autobús hasta la calle del local, Dean miró por el vidrio a ver si ella estaba en ese momento, como ese día no era martes ni viernes, no iba a verla cantar pero al menos iban a verla. De eso se trata ¿no? De buscar lo que te causa una emoción y que cuando la encuentres, no la dejes ir tan fácil.
ESTÁS LEYENDO
La Musa y Marie
Teen FictionDean solía dibujar paisajes y siluetas incompletas, se había convertido en un artista sin inspiración quién soñaba buscar por todos lados a aquella persona que lograra cambiar su perspectiva por completo pero nunca pensó que la encontraría en un caf...