—Hola hola guapetona—Marie escuchó la voz de Griffin Arlen por la otra línea. Lo había llamado apenas llegó a su habitación, no tenía muchos amigos hombres y necesitaba escuchar la opinión de un hombre en ese momento, más cuando estaba ya un poco más experimentado que sus amigos—. ¿Por qué tengo el honor de recibir tu llamada y más a estas horas de la noche? —se rió, en definitiva Griffin Arlen no era una persona seria pero eso a Marie le gustaba.
— ¿Recuerdas al chico del que hablamos la vez del estudio?
—Dean se llamaba, ¿no? —ella afirmó—. ¿Qué sucede con él? ¿Ya lo viste? ¿Hiciste que llorara por tu rechazo como planeamos?
—Le dije que fuéramos sólo amigos.
—Uhhh, eso duele más. La friendzone es el peor enemigo del hombre—suspiró—. Nunca me ha pasado pero a Gino le pasó una vez cuando estábamos en la secundaria y fue muy feo, para él claro, yo sólo me burlaba.
—Me haces creer que eras un patán en la secundaria.
—Patán no pero era un chico bastante intenso. Axel no me soportaba porque según él siempre lo metía en problemas, incluso lo hice abandonar la Escuela de Leyes y revelarse con su familia—se rió recordando su pasado—. Bueno, me fui por una tangente. Dime para qué llamabas.
—Hoy Dean fue a buscarme a la cafetería.
—Te dije que eso haría, es lo que uno siempre hace cuando está arrepentido—le dijo—, pero tú no puedes ceder tan fácil. Recuerda lo que hablamos del autocontrol, no puedes aceptarlo a la primera por muy bueno que esté el chico.
—Bueno, Dean no encaja exactamente en la definición de estar bueno pero sí, es alguien atractivo, al menos para mis ojos—suspiró, Griffin pensó en qué podría decirle esta vez.
—Mira, no soy el mejor consejero que hay pero sé más o menos ciertas estrategias con las chicas que aprendí en los primeros años de fama, y es que, si quieres que esa persona te siga buscando tú no debes ceder tan fácil pero tampoco debes hacerte la difícil para que pierda el interés.
»Muéstrale un poco de que sí cedes pero no tanto, un beso, un manoseo, eso no vendría mal pero no le digas que sí quieres intentar algo con él porque ahí cediste. Sigue diciéndole eso de ser amigos y bla bla bla, algo como amigos con derechos pero sin esos derechos en específicos, ¿comprendes? —ella negó—. Un toqueteo está bien pero no te acuestes con él. No cedas.
—No estaba pensando en acostarme con él.
—Nadie nunca piensa en acostarse con la otra persona, sólo sucede—respondió—. Mira, ¿qué harás mañana?
—Tengo clases en la mañana y debo trabajar en la tarde, tengo presentación—Griffin asintió a pesar de que ella no estuviese viendo—. ¿Por qué?
—Tenía pensado invitarte a comer pero eso se puede dejar para otro día—le dijo—. Me debo ir, llámame si algo nuevo sucede con tu chico. Recuerda lo que te dije, puedes buscarlo mañana y dejar un poco la mano a la vista pero hasta ahí, sólo la mano no el brazo entero, ¿entendiste?
—Sí, tranquilo—Griffin terminó de decirle un par de consejos más y luego cortó la llamada.
~•~
Al día siguiente, Marie se preparó para ir a su trabajo, había llegado de clases antes del mediodía y aprovechó el tiempo que le quedaba mientras la comida se terminaba de cocinar para alistarse. Acomodó su vestimenta de ese día y se lo llevó todo a la cama para irse a tomar una ducha en el baño, se lavó el pelo para tenerlo más aseado y al salir del baño se echó crema con sabor a pera por si acaso Dean se aparecía en la cafetería ese día.
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La Musa y Marie
Teen FictionDean solía dibujar paisajes y siluetas incompletas, se había convertido en un artista sin inspiración quién soñaba buscar por todos lados a aquella persona que lograra cambiar su perspectiva por completo pero nunca pensó que la encontraría en un caf...