17: El Club de los Corazones Rotos

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Marie despertó ese día con ganas de escribir una canción. No era la mejor compositora que había, sus canciones solían ser muy vagas y los acordes casi siempre eran los mismos pero sus intenciones siempre eran mejorar en ello y poder convertirse en una de las mejores productoras musicales de la ciudad.

Había decidido hace ya más de dos años comenzar a trabajar en La Clave de Sol para así poder ganar un poco de dinero mientras le facilitaban el reconocimiento ante un público desconocido; al principio todo se le hacía muy difícil, tenía miedo de fracasar en cada canción y a veces sentía que desafinaba en las notas altas pero luego de unos meses, las cosas se pusieron tranquilas, su comodidad en el escenario era notoria y ya los nervios se habían prácticamente esfumado...hasta que Dean apareció.

Dean había llegado un viernes mientras cantaba una de sus canciones favoritas de Michael Bublé; ella recordaba muy bien ese día, había practicado varias veces frente al espejo las expresiones que haría durante esa canción, llevaba puesto un suéter cuello de tortuga que la incomodaba a más no poder y su cabello estaba hecho todo un desastre por lo que había decidido atarse una cola alta para ir a trabajar. Ella estaba segura que no podía encontrarse en peores condiciones como para conocer a una de las personas más importantes que tenía en ese momento. O al menos lo era hasta que había arruinado toda la relación que tenían.

A Marie le gustaba Dean, eso no podía negarse, le gustaba verlo detrás de la caja registradora mientras dibujaba, le gustaba pasearse por las mesas cerca de él fingiendo limpiarlas para poder observarlo de cerca, le gustaba hablar con él sobre cualquier tema y que él la entendiera con mucha facilidad, le gustaba su físico, le gustaba su personalidad, pero no le gustaba el hecho de que estuviese usándola para satisfacer un arte que ni siquiera le quería mostrar.

Dean era un chico complicado, Marie lo había notado desde el principio pero ese no era un problema para ella, no le importaba que a veces la confundiera o que se mostrara todo misterioso con los dibujos que hacía en la cafetería porque ella entendía que habían momentos en los que las personas no confiaban en su talento y les avergonzaban mostrar lo que hacían a sus conocidos pero su problema llegó al darse cuenta que él no la tomaba a ella como algo serio.

«No quiere aceptar que le gustas» Era lo que uno de sus amigos le había dicho hace unos días cuando lo había llamado por teléfono para contarle lo que había sucedido con él. Ella quería creer que era cierto pero muy dentro de sus pensamientos, había una inquietud sobre eso; ¿cómo podría su amigo estar tan seguro de eso cuando no conocía a Dean?

Marie dio un suspiro sonoro, quería dejar de pensar en él, quería poder estar tranquila, así como lo estaba antes de conocerlo, ¿cómo era posible que ese chico de cabello negro y ojos marrones había logrado hacer que su corazón latiera tan rápido? ¿Cómo? Él era un chico común y corriente, no tenía nada característico en su físico, ¡ni siquiera era el más lindo de todos! ¿Por qué no podía dejar de pensar en él?

Se levantó de la silla y decidió que lo mejor era dar un paseo, quizás podría componer la canción cuando Dean dejara de corretear por su mente en cada momento. Tomó un suéter verde y un jean para vestirse y luego salir, era todavía temprano y como era sábado no debía ir a trabajar por lo que estaba aliviada de cierto modo por no tener que ver a Dean.

Le mandó un mensaje a uno de sus amigos sabiendo que él solía despertarse temprano a trotar y le pidió que se encontraran en el parque para así charlar un rato.

~•~

—Si te soy sincero—dijo el chico dándole un sorbo al café que llevaba en las manos. Llevaban más de una hora hablando y su mañana se había convertido en una tarde de amigos—, no tengo ni la más mínima idea de lo que le pasa a tu galán.

La Musa y MarieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora