6:Una salida con Marie

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La semana pasó rápido y Dean se levantó con ánimo ese sábado, había ido a la cafetería el viernes para preguntarle a Marie en donde se encontrarían, si él debía recogerla y a qué hora debía serlo. Ella le había pedido encontrarse directamente en el parque para que así él no tuviera que desviarse a buscarla, quizás era más fácil pero Dean tenía la necesidad de querer buscarla, sin embargo sólo aceptó lo que ella le había dicho.

Terminó de acomodarse en el espejo de su habitación para echarse un poco de colonia y así salir del cuarto, buscó a su mamá para decirle que iba a salir y de ahí se fue caminando hacia la parada del autobús más cercana. En el camino se dedicó a escuchar a Michael Bublé y así pasó unos veinte minutos sintiéndose en un concierto del mismo.

Cuando llegó al parque se acercó a una de las bancas que estaba cerca de la pequeña plaza que había, por mala suerte no había traído su libreta de dibujos por lo que sólo podía permanecer sentado esperando a que Marie llegara, sin embargo—y para no aburrirse tanto—decidió observar atentamente a las personas. Había leído una vez que eso ayudaba mucho al momento de inspirarse porque así podía reflejar las emociones del resto y no sólo las suyas.

Observó a una pareja de chicos paseando por la mano y creyó interesante imaginarse qué emociones podrían estar sintiendo, ¿cómo sería para ellos que mucha gente siga rechazándolos? Bufó ante eso, era tan tonto que alguien tuviese esos prejuicios en pleno siglo veintiuno; el amor era amor, no importaba de qué forma lo vieses.

Se vio interrumpido cuando sintió que alguien tocó su hombro, volteó asustado pero se relajó al ver a Marie sentada a su lado—Hey—la saludó, ella hizo un movimiento con las manos mientras le regalaba una pequeña sonrisa. Dean la detalló disimuladamente, llevaba un suéter cuello de tortuga negro y una falda de color gris que él sentía que resaltaba perfecto con su tono de piel tan claro; tenía el cabello atado en una cola alta y desordenada pero él creyó que así se veía hermosa—.Estás muy bonita—le dijo.

—Tú también te ves muy bien—le respondió ella un poco tímida.

—La verdad es que fue lo primero que encontré—confesó logrando una risa por arte de ella— ¿Caminamos? —Marie asintió y ambos se levantaron de la banca para empezar a caminar.

—Cuéntame de ti—le dijo ella. Dean pensó muy bien su respuesta, ¿qué podía contarle? No sentía que él fuese tan interesante como para contarle a alguien sobre él.

— ¿Qué quieres saber?

—No sé, ¿qué te gusta hacer? Además de pintar que te he visto varias veces haciéndolo en la cafetería.

—La verdad es que lo único que me gusta hacer es pintar—se rió—, no veo una vida en donde no lo esté haciendo. Dibujo desde muy pequeño y luego pasé al lienzo cuando tenía unos dieciséis, ahí decidí dedicarme al arte—explicó—. Ninguna de las demás cosas que hago me llena de la misma forma que esto lo hace.

—Te entiendo, a mí me gusta cantar y realmente disfruto mucho haciéndolo pero siento que no hay nada más hermoso que componer tu propia música. Quiero producir mi música y quizás la de alguien más—reveló—, me veo en grandes discografías trabajando con bandas y cantantes muy famosos. Imagínate componer una canción para Kloss o mejor, una para Michael Bublé, sería una maravilla.

—Tendría envidia y de la buena—se rió el pelinegro volteando a verla. Creyó por un momento sentirse un poco nervioso por ella, ¿por qué? ¿Por qué Marie lograría ponerlo nervioso?

—Cuando trabaje con él, le diré que te cante una canción—comentó—, así me amará por siempre—Dean se rió por el comentario y asintió.

La Musa y MarieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora