«Es todo o nada, amor. Es lo que quiero de ti.» Tarareó Dean mientras pintaba en el lienzo el dibujo que había hecho el día anterior, «quiero, quiero tus besos y quiero volverte a ver». Quizás lo que más le gustaba a Dean de Kloss era el contenido de sus canciones, a pesar de admirarlos en cada cosa que hacía, Dean pensaba que Axel Trail merecía todos los premios posibles sólo por escribir su primer álbum.
Ellos habían sido la razón principal por la cual él empezó a tomarse su trabajo como artista como algo serio. Cuando estaban sacando el segundo álbum, habían realizado un concurso para incluir un dibujo de algún fan dentro del mismo. Dean ya dibujaba e incluso había mandado solicitudes para ingresar a la universidad y estudiar diseño e ilustración, sin embargo no lo veía como algo serio, quizás un hobbie; participó y casi ganó el concurso, por lo que se dio cuenta de que si eso era posible, entonces podía llegar lejos con lo que hacía, tener quizás algún día su propio libro de ilustraciones y convertirse en uno de los mejores artistas de la ciudad, así como Denise Roscoe lo era.
«Pero parece que tú no quieres, que no deseas saber más nada de mí» Siguió cantando y por un momento se identificó con la letra de la canción. ¡Bendito sea Griffin Arlen por haber escrito esa canción! Lo curioso—para ustedes que saben más de esta historia—era que Griffin Arlen era la razón por la cual Marie no lo estaba buscando.
Pintó a Marie en el lienzo, su rostro muy bien detallado y sus labios de color rojo escarlata para que pudiesen resaltar con todo lo opaco de la pintura. Esta vez no le importaba si ganaba el concurso, lo que quería hacer era una gran pintura y poder llegar a mostrársela a ella.
—Deandré—llamó su mamá entrando a la habitación, Dean pausó la música y la miró—. La cena está servida.
—Voy en un rato, deja que termine—ella negó.
—La cena está servida y si no vas a la cocina en este momento, haré que las moscas se la coman.
—A esta hora no hay moscas.
—Entonces se la daré a Gastón—Dean rodó los ojos y dejó su pincel en un frasco con agua para quitarse luego la camisa que siempre usaba para no mancharse y lavarse rápido las manos en el baño de su habitación.
—Tan buen chico—se burló su mamá y salió de la habitación con él detrás para así llegar a la cocina y sentarse en la mesa en donde su padre y su hermano ya lo estaban esperando.
Su papá estaba contándoles sobre un caso que estaba atendiendo en consulta mientras que los pensamientos de Dean andaban en cualquier otra parte. Bueno, en realidad iban a un solo lugar: Marie.
— ¿Les puedo pedir un consejo? —preguntó interrumpiendo la historia de su padre.
— ¿En qué lío te has metido para que tengas que venir y pedirnos un consejo? —le respondió su hermano.
—Estoy de la deblin—confesó.
— ¿Y ahora es que te das cuenta? —su padre se rió mientras que su mamá regañó al pelinegro por responder de manera un tanto grosera.
— ¿Qué sucede, cariño? —preguntó su mamá amablemente.
—No soy de abrirme muy fácil pero tengo un lío en mi cabeza y sé que es por mi culpa. Yo mismo me metí en toda esta situación y deblin que no sé qué hacer.
—Si te gusta Marie, entonces ve y díselo—mencionó el papá entendiendo hacia dónde iba el tema. Recordaba un poco la conversación que habían tenido semanas atrás.
—Ya lo hice y quiere que seamos amigos—se llevó un pedazo de carne a la boca.
—Oh, ya no hay vuelta atrás entonces, te ganaste un paso a la friendzone por andar de dándote el interesante con Joanne Jones—mencionó Gastón, Dean rodó los ojos.
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La Musa y Marie
Novela JuvenilDean solía dibujar paisajes y siluetas incompletas, se había convertido en un artista sin inspiración quién soñaba buscar por todos lados a aquella persona que lograra cambiar su perspectiva por completo pero nunca pensó que la encontraría en un caf...