—Entonces admites que te gusta Marie pero dejaste que se fuera—dijo Mei, su amiga de clases, cuando le estaba contando lo sucedido.
—No dejé que se fuera, la perdí—acomodó—. La busqué en la fiesta luego y no la encontré, Liam y Levi dijeron que no volvieron a verla tampoco. ¿Qué debo hacer? Necesito una opinión femenina.
—La cagaste feo—respondió ella, Dean rodó los ojos y le tomó la mano.
—Necesito que me ayudes, no que me digas lo que ya sé—le dijo—. Mei, ¿qué hago? ¿Cómo le hago creer en mis palabras?
—Está difícil Dean, debías haberle dicho todo lo que sentías desde hace mucho tiempo—respondió ella—. No puedes llegar ahora como si nada y hacer como si todo lo malo que hiciste nunca hubiese pasado. Las cosas, tristemente, no funcionan de esa forma—le dijo y continuó con el dibujo que estaba haciendo.
Él suspiró y apoyó su cabeza en la mesa en donde estaban ambos sentados.
— ¿Qué te sucede ahora? —preguntó Mei, había terminado ya de hacer su dibujo y lo estaba mirando—. ¿Sigues pensando en lo de ayer?
—Sí, lo arruiné todo—respondió, ella asintió estando de acuerdo—. Cuando salga de aquí voy a ir a verla. ¿Crees que es buena idea?
—Sí, debes demostrarle que no estás jugando con ella. Tómate las cosas enserio.
—Lo hago—mencionó y ella negó.
—No lo haces—respondió—, si lo hicieras, no estarías entonces aquí conmigo pidiéndome un consejo sino que estarías con Marie seguramente besándola o quién sabe qué otra cosa.
—Soy un idiota.
—Lo sé, todos lo saben—respondió ella nuevamente—. Mira, cuando mi novio y yo peleamos, casi siempre es porque yo me molesto por sus metidas de patas en las reuniones familiares, él siempre acomoda todo con una disculpa y una explicación de lo que pasaba por su mente cuando dijo esa metida de pata. Siempre nos arreglamos al final porque lo que pasa por su mente es tan loco que termino riendo.
—No entendí, ¿quieres que le diga a Marie por qué no acepté mis sentimientos por ella antes? —preguntó—. ¿Y si no sé por qué lo hice? ¿Y si es porque antes no me gustaba y ya? Antes sólo quería dibujarla.
—Te gusta esa chica desde la primera vez que la viste, no me vengas con tus estupideces.
— ¿Y entonces por qué pinté a Joanne Jones? ¿Por qué fui a la casa de Ava?
—Porque no querías aceptar las cosas, así de fácil—respondió—. Sólo ve a buscarla y ya.
Dean suspiró y le dio una mirada rápida para levantarse de la silla e irse de la casa de la chica. Iba a verla a la cafetería, tenía que verla.
Había pasado toda la noche sin dormir recordando su encuentro del día de ayer, la tenía tan cerca de él que sólo el hecho de recordarlo le provocaba una sensación de agrado. Recordaba sus besos, recordaba su olor, recordaba cómo ella lo había acariciado y suspiró frustrado porque necesitaba aclarar las cosas con ella.
Tomó el autobús que se dirigía cerca de la cafetería y en todo el camino permaneció recostado en el vidrio de la ventana pensando en lo que debía decirle.
~•~
Marie limpió la mesa seis por tercera vez en ese día, odiaba no estar detrás de la caja registradora porque sus días terminaban siendo más cansados de lo normal. Evan se encontraba ayudándola moviendo las sillas y ordenándolas mientras que Gretta y Sam, otro de los trabajadores, acomodaban todo lo que se encontraba en la cocina. Esa era su rutina de cierre siempre, debían percatarse que nada estuviese en otro lugar para poder cerrar la cafetería por ese día.
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La Musa y Marie
Teen FictionDean solía dibujar paisajes y siluetas incompletas, se había convertido en un artista sin inspiración quién soñaba buscar por todos lados a aquella persona que lograra cambiar su perspectiva por completo pero nunca pensó que la encontraría en un caf...