Observó a la chica desde la ventana y notó cómo hizo una mueca para luego desaparecer y aparecer minutos después en la puerta. Ella se acercó a él sin decir una sola palabra y sorprendiéndolo lo tomó de la cara y lo besó.
Dean ni siquiera sabía qué estaba sucediendo y mucho menos porqué estaba correspondiendo el beso.
Ella se separó de él rápido, el beso había sido corto pero el efecto que éste traía sería duradero.
—Hola—le dijo y le dio una pequeña sonrisa tímida, Dean tardó en responder porque todavía seguía un poco aturdido por el beso.
—No sé qué hago aquí—le dijo, ella se rió y lo tomó de la mano para llevarlo dentro de la casa.
—Está haciendo frió afuera—le dijo y caminó junto a él a la cocina—. ¿Algo de tomar? ¿Café, jugo, agua?
—Un jugo si es posible, gracias—respondió y se sentó en uno de los bancos del mesón de su cocina. Ella asintió y fue a servirle un poco.
Él la observó mientras lo hacía, tenía tanto tiempo sin saber de ella, ¿cómo era posible que todavía se acordase de dónde vivía? O mejor aún, ¿por qué acudía a ella en ese momento?
¿La extrañaba? Sí, sí lo hacía. ¿La seguía queriendo? No, eso ya era cosa del pasado para él y se había obligado a no aferrarse a las personas que ya no estaban en su vida. Porque él se conocía muy bien y sabía que si no lo hacía terminaría regresando a ellas, justo como lo estaba haciendo en ese momento.
— ¿Todavía no te gusta el café? —preguntó la chica de cabello rojizo, Dean negó y ella sólo se rió entregándole un vaso de jugo de naranja—. Hay cosas que nunca cambiarán entonces—él la miró e intentó ocultar una sonrisa—. Dean yo...
—No vine para hablar sobre ese día, Ava—comentó y le dio un sorbo al jugo. La chica apoyó sus manos en el mesón y lo miró con inquietud.
— ¿Y por qué estás aquí?
—Ni yo mismo lo sé—confesó—. Yo sólo...no sé, creo que quería verte.
—Yo también he querido verte desde hace mucho—posó una de sus manos en la mejilla del pelinegro y la acarició, Dean la detuvo—. ¿Sigues molesto?
—No, ya lo he olvidado—respondió y miró su jugo, ¿por qué había decidido ir hasta su casa?
Ava se acercó a él y lo sorprendió al darle un abrazo, tenía tanto tiempo sin hacerlo que lo vio más como una necesidad que como una muestra de afecto.
—Disculpa si te incomodé—le dijo, Dean sólo se encogió de hombros.
— ¿Recuerdas cuando te contada mis problemas existenciales? —ella asintió—. ¿Podemos retomar eso? Tengo la cabeza hecha un lío.
— ¿Problemas amorosos?
—No sabría qué nombre ponerle realmente.
~•~
Eran las nueve de la mañana, Marie acababa de salir de su única clase del día y estaba sentada en uno de los bancos de su universidad, con la tarjeta que Griffin Arlen le había entregado mientras la observaba fijamente y se debatía si debía o no llamarlo en ese momento.
¿Era una buena idea? Seguramente.
¿Debía hacerlo ahora? Quizás.
¿Tenía miedo y pánico para hablar con Griffin Arlen? Absolutamente correcto.
Suspiró e intentó que su corazón se calmara un poco, tomó su teléfono y anotó el número que estaba en su tarjeta. Observó unos segundos la pantalla y decidió apretar la opción para llamar.
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La Musa y Marie
Ficção AdolescenteDean solía dibujar paisajes y siluetas incompletas, se había convertido en un artista sin inspiración quién soñaba buscar por todos lados a aquella persona que lograra cambiar su perspectiva por completo pero nunca pensó que la encontraría en un caf...