Marie despertó esa mañana y se asustó al notar que no estaba en su habitación. ¿Dónde había pasado la noche? Lo último que recordaba era que estaba con Griffin Arlen...tomando un par de copas de wiski, charlando, riéndose, besándose. ¿Estaba entonces en su habitación?
Se levantó de la cama y se percató de la ropa que llevaba puesta, era una franela de Kloss posiblemente unas cuatro tallas más grande que ella, no llevaba nada para cubrir su parte de abajo aparte de su ropa interior y se alivió quizás un poco por el hecho de que permanecía con ellas, quizás nada malo había sucedido, quizás ella estaba pensando de más.
Observó la habitación en la que se encontraba, todo parecía indicarle que era la de Griffin Arlen, tenía en una estantería una fotografía familiar en dónde él aparecía unos años más joven y al lado otra de él acompañado del resto de los integrantes de Kloss, en la pared frente a la cama había un cuadro de Denisse Roscoe que ella fácilmente reconoció, habían un par de libros en la mesa de noche de un escritor que ella no conocía y el famoso bajo plateado con el que Griffin tocó en toda su gira por Europa se encontraba a un costado. Definitivamente estaba en su habitación, pero ¿en dónde estaba él?
Salió de su habitación todavía un tanto confundida, ni siquiera sabía en donde se encontraba su ropa y tenía miedo de descubrir que había hecho algo malo. No era como si le molestara o le incomodara el hecho de haberse acostado con Griffin Arlen, no era el primer hombre con el que estaba y no iba a ser el último pero Marie era de la clase de chica que no estaba con cualquiera por la sencilla razón de que no le gustaba que los chicos pensaran de la misma forma, que ella era una cualquiera, otra chica más en la lista.
— ¡Me mataste! ¡Se supone que éramos del mismo equipo! —escuchó la voz de Griffin sonar en la sala, caminó con cuidado hacia ella para no ser notada tan rápido y lo descubrió a él sentado frente a la pantalla del televisor junto a Axel Trail.
—No no, no me vengas con eso de la lealtad porque tú me mataste la última vez que jugamos—se cruzó de hombros el rubio—. Estamos a mano—Griffin lo miró con indignación y sólo asintió para reiniciar entonces la partida. Axel volteó un poco y se dio cuenta de que Marie estaba allí parada observándolos por lo que le dio una mirada a su amigo para que este también volteara.
— ¡Hola Marie! ¿Qué tal dormiste? —se levantó del puf y se acercó a ella para darle un beso en la mejilla—. Inés vino en la mañana a limpiar y te preparó el desayuno, bueno, la verdad es que yo había comprado empanadas pero ella dijo que era demasiado grasoso y muchas cosas más que no me acuerdo, así que te hizo algo más de desayuno.
—Eh, nosotros...
— ¿Qué? —la miró curioso, Marie le dio una mirada a Axel quién había iniciado una partida en solitario—. Ven, ella guardó tu comida en el microondas.
La tomó de la mano y la llevó hasta la cocina, le pidió que se sentara en los taburetes del mesón y le pasó el plato lleno de comida. Sacó un vaso de la repisa y lo llenó de jugo de naranja.
—Bon Appétit—le dijo en francés.
—Griffin, nosotros...—no culminó lo que iba a decir porque Axel entró a la cocina.
— ¿Tienes Twistos? —preguntó el rubio buscando en la despensa—. No tienes Twistos—dijo con fingida tristeza—. ¿Por qué?
—Porque siempre te los comes y se me olvida comprar más—respondió el pelinegro.
—Estoy sufriendo de un mal de amor y tú no me quieres dar Twistos—fingió un sollozo, Griffin se rió y se acercó para darle un buen abrazo a su amigo—. Oh, ¡aléjate! —el pelinegro lo abrazó con más fuerza—. ¡Griffin aléjate!
ESTÁS LEYENDO
La Musa y Marie
Teen FictionDean solía dibujar paisajes y siluetas incompletas, se había convertido en un artista sin inspiración quién soñaba buscar por todos lados a aquella persona que lograra cambiar su perspectiva por completo pero nunca pensó que la encontraría en un caf...