Ese día, algo que quizás Dean no había esperado acababa de suceder. Se había levantado temprano en un intento de iniciar su rutina de ejercicios cuando recibió un mensaje de un número desconocido que lo estaba invitando a salir. Extrañado dejó lo que estaba haciendo y marcó el número esperando que alguien le contestara.
—Hola Dean—escuchó una voz conocida al otro lado de la línea—. ¿Llamas para aceptar mi invitación? —el chico intentó buscarle el dueño a aquella voz pero quizás no la había escuchado tantas veces como para reconocerla tan rápido.
—Me gustaría decir que sí pero todavía no sé quién eres—confesó, escuchó una risa.
—Soy Joanne—respondió—. Ya sabes, la chica de tu pintura—dijo coqueta. Dean permaneció unos segundos sin saber qué decirle, no se esperaba que ella le escribiera ni muchos menos lo invitase a salir.
— ¿Cómo conseguiste mi número? —ella volvió a reír.
—Tengo contactos, cariño. Entonces, ¿saldrás conmigo hoy o debo buscar a alguien más para charlar un rato?
—No, yo...saldré contigo—habló sin saber específicamente porqué había aceptado tan tranquilo. No era el momento justo para verla, más cuando estaba intentando hacer que Marie volviera.
—Perfecto. Hoy a las tres estaré firmando libros en el centro comercial, podemos vernos antes para almorzar, ¿te parece?
—Claro—sonrió a pesar de que ella no iba a verlo.
—Mi asistente pasará por ti, pásame tu dirección por escrito y estará el auto afuera a las doce—dijo—. Entonces te dejo, te veo en unas horas, guapo—coqueteó para luego colgar.
Dean permaneció en silencio por un par de minutos intentando asimilar lo que había ocurrido, Joanne lo había invitado a salir y él había aceptado, ¿por qué había aceptado?
Ni siquiera tenía muchas ganas de verla ese día. Su aparición, a pesar de ser muy grata, le había traído problemas en su amistad con Marie; aunque Marie no supiese que era ella la otra chica con la que Dean se veía, él sabía que sería cuestión de tiempo para que ella se enterara.
De igual forma continuó con el ejercicio que estaba haciendo antes de la llamada y al terminar decidió esperar unos minutos para luego tomarse un baño y acomodarse para cuando el asistente de Joanne pasara a recogerlo, también se tomó el tiempo de mandarle el mensaje con su dirección y de comer una manzana picada para no sentirse vacío luego del ejercicio.
— ¿Por qué estás tan arreglado? —preguntó Gastón entrando a la cocina junto a su mejor amigo, Dean se llevó un trozo de manzana a la boca y tragó.
—Saldré con Liam—Gastón frunció el ceño.
—Tú no te arreglas cuando vas a salir con Liam—se cruzó de brazos, Dean rodó los ojos.
—Deja de ser tan metiche en mi vida—respondió.
—Soy metiche porque me importas—dijo—, pero está bien, haz lo que se te dé la gana. Stuart y yo vamos a hacernos unos emparedados y nos pondremos a ver un maratón de Liam Neeson—fue hasta la despensa y sacó la bolsa de pan mientras que su amigo sacaba el resto de las cosas del refrigerador.
Dean no comentó nada al respecto y terminó de comerse la manzana para esperar que se hicieran las doce y bajar a ver si el asistente de Joanne había llegado.
En efecto, sí lo había hecho. Lo estaba esperando dentro de una camioneta cherokee blanca que llevaba un letrero en el vidrio delantero con su nombre para que así él pudiese reconocerlo; se acercó a él y se montó para comenzar una conversación con el chico.
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La Musa y Marie
Teen FictionDean solía dibujar paisajes y siluetas incompletas, se había convertido en un artista sin inspiración quién soñaba buscar por todos lados a aquella persona que lograra cambiar su perspectiva por completo pero nunca pensó que la encontraría en un caf...