I. Burla [EDITADO]

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Harry entró sin demasiados ánimos a la misma aula de cada lunes a primera hora, tendría la misma rutina que siempre llevaba a cabo antes de iniciar la clase: sacar de su vieja y desteñida mochila color mezclilla los libros necesarios, para después esperar el inicio, viendo algún punto fijo y pensando en la maldita mala suerte que le tocó vivir desde tan joven, diecisiete años y su familia ya no estaba con él.

Más de la mitad de sus compañeros ya se encontraba ahí esperando en sus incómodas asientos azules al risueño y agradable profesor de ciencias: Niall, un hombre de veintitrés años castaño, antes teñido de rubio, con unos preciosos ojos celeste tan profundos llenos de comprensión, y envidiablemente guapo, obvio. Niall se llevaba muy bien con algunos de sus revoltosos alumnos —casi, casi— como amigos, un ejemplo de esto es el ojiverde.

A Harry le gustaba hablar con el rubio parlanchín porque además de ser profesor de ciencias, parecía psicólogo, uno casi profesional, el rizado llegaba a cuestionarse si habría estudiado psicología en algún momento de su corta vida, ya que lo ayudaba en cada uno de sus problemas emocionales. Sí, el chico guapo de rizos y orbes verdes, un poco popular sufre de una severa depresión y todo por culpa de sus padres y de su irresistible compañero, —de la mayoría de clases— Louis Tomlinson:

Se enamoró de él hace tres años, cuando lo vio entrar por la puerta todo agitado —pues llegaba tarde a su primer día de clases— y con una gran sonrisa pintada en sus labios rosados, dejando al descubierto una resplandeciente dentadura blanca, desde ese momento le pareció perfecta la forma en la que agitaba sus pestañas, sutilmente siendo coqueto; su manera de expresarse, hablando pausado y revolviéndose en algunas ocasiones con las palabras; en la que caminaba por los pasillos luciendo su curvado cuerpo; y en la que acomodaba su fleco castaño cuando estorbaba en su visión. Le parecía perfecto todo de él, sin embargo el castaño apenas y lo miraba.

Louis ignoraba a uno de los chicos más guapos de su grado, pero también uno con la más baja autoestima, Harry Styles, un chico de rizos color chocolate, ojos esmeralda brillantes, hermosos labios rosados y ese par de pequeñas cavidades en sus mejillas conocidas como hoyuelos, tan perfectamente profundos, siempre siendo visto por sus hambrientas compañeras, quienes rogaban por un lugar en su vida, y es que, a su parecer, el chico es perfecto. Pero claro, tenía que ser gay.

Harry se sentó hasta el fondo, como de costumbre, allá donde nadie pudiera ser capaz de molestar o siquiera hablar, porque no le gustaba demasiado convivir y mucho menos llamar la atención, así era —ahora— el rizado, aunque nunca lograba pasar completamente desapercibido como quisiera. Que irónico cuando deseas ser invisible para todos a excepción de alguien, pero en realidad ese alguien es el único al que no le importa tu existencia.

Sin embargo, su amiga Ariana llegó a su lado para invadir la soledad que el ojiverde tanto deseaba, ella era la única mujer que a Harry realmente le agradaba en el instituto, aunque a diferencia de él, la castaña era demasiado extrovertida y muy social, siempre con una hermosa sonrisa en sus labios soltando melodiosas risas por su camino, alegrando el día a cualquiera, inclusive a él.

Le dedicó una sonrisa tímidamente antes de que la campana sonara indicando el inicio de la amada clase.

Y justo en ese momento entró por la puerta el engreído grupo de cinco al que pertenecía Louis, siempre al frente, junto al enemigo —antes mejor amigo— del rizado: Zayn, la mano derecha del mas bajo. Además de otros chicos que no importaban demasiado en su vida: Matthew, Hermes y su novia Melina, la única mujer del, bastante popular, grupo de amigos.

Se quedó embobado viendo a la única persona que le importaba entre ellos, apreció aquéllos ojos zafiro que tanto amaba mirar con detalle a lo lejos, los que, aunque no devolvían nunca la mirada, eran —metafóricamente— los faroles que indicaban su camino cuando estaba perdido entre las tinieblas. Todo comenzó a ir en cámara lenta para el ojiverde, la mayoría de los presentes dirigían su mirada a aquéllos tonificados cuerpos, con sus extravagantes ropas que llamaban la atención de cualquiera, mostrando en sus rostros unas blancas y radiantes sonrisas las que conquistaban a todos y cada uno de los admiradores, caminando con sus imponentes gestos que dominaban sin excepción.

Gracias a Niall [Larry Stylinson].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora