XXVIII. Tormenta

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—Vamos Lou, despierta —pidió por enésima vez esa mañana. El cuerpo, recostado sobre su hombro, bajo las mantas se removió sólo un poco y un gruñido se ahogó en la almohada de plumas. Louis lo que menos quería era abrir los ojos.

—No quiero —rezongo, al menos esta vez contestó con palabras, dos palabras. Su voz sonaba débil, pues su cabeza estaba bajo la esponjosa almohada, para que la poca luz que entraba por el cristal no lo molestara, odió a Harry por mover las persianas.

—Ya he preparado el desayuno, tenemos que irnos —indicó, con un tono amable y cariñoso, el rizado se apoyaba en sus manos que estaban a cada lado del cuerpo del ojiazul, una rodilla en el borde de la cama y otra en el suelo, quince minutos en esa posición y comenzó a cansarse.

—Lo que menos quiero hoy es levantarme, estoy cansado, además está lloviendo horrible —se quejó. Tenia razón, la tranquilidad de la madrugada había sido interrumpida por los insistentes golpes de gotas de lluvia que las grises nubes expulsaban contra la ventana, como manifestación. Ahora, el sol no iluminaba mucho y todo indicaba que en cualquier momento los algodones oscuros en el cielo volverían a hacer de la suyas.

—Louis, amor; ya pasaron tres días, creo que has descansado lo suficiente —justificó dejando caricias por el brazo del castaño, inclinó un poco su cuerpo, sólo para sentirse cercano a él, para poder oler su dulce aroma, poder escuchar su respiración detalladamente, poder estar completo. Louis se quedó callado unos segundos, no se movía más que al inhalar, paralizado por las palabras de Harry.

—Dilo de nuevo —imploró, las palabras salieron en un zumbar, un susurro exigente que necesitaba escuchar esa prohibida palabra, esa hermosa palabra.

—Ya pasaron dos días... —repitió al instante, obedeciendo. Sin saber por qué, sólo lo hizo. Louis asomó su cabeza desde las cobijas, sus labios seguían cubiertos pero sus radiantes ojos lo miraban atento con un especial brillo, tenia las mejillas coloradas, muy levemente.

—Eso no, bobo —interrumpió, Harry elevó una de sus curvadas cejas el castaño regresó a su escondite con una risa dulce.

—¿Eh?

—Antes de eso —explicó Louis, no lo podía ver, pero imaginaba una sonrisa traviesa en su rostro, o quizá mordía su labio inferior, tratando de no soltar una carcajada, así lo visualizaba en su mente.

Últimamente Louis se comportaba diferente, más expuesto. Hacia todo lo que quería y, a pesar de que a Harry no le agradaba o estuviera mal, lo hacía si quería, su actitud ya no era tosca, más bien ahora era muy cariñoso, tímido y a veces, por el contrario, atrevido. Una extraña mezcla de todo.

—Louis, amor... —volvió a decir, cuando por fin comprendió, pero esta vez su voz sonaba ronca, áspera, seductora; tal vez porque le gustaba la reacción de Louis cuando hacía eso. El ojiazul libero un dramático suspiro enamorado, exagerando al soltar el aire.

—Me gusta que me llames así —murmuró, encantado, ahora sí, descubriéndose

—Me gusta llamarte así—estuvo de acuerdo, comenzó un camino de besos desde el brazo hasta el hombro de Louis, despacio, llegó hasta sus clavículas, ¡oh sus clavículas!, benditos huesos... y ahí se detuvo—, ¡a desayunar! —exclamó poniéndose recto, y saliendo rápido de la habitación, listo para servir el desayuno que había hecho.

—¡Jódete! —gritó. Quizá Louis no cambió tanto.

(...)

—¿Te he dicho que cocinas delicioso? —alagó Louis.

—Todos los días en cada comida -respondió sonriente Harry. Apreciaba mucho todo lo que el ojiazul le decía, cada palabra que de su boca salía tenía un valor especial para él, aunque a veces Louis buscaba algo más— ¿Qué quieres?

—Pasar tiempo con mi novio —dijo, aleteó sus pestañas inocentemente. Novio, novio, novio, sí Harry era su novio, pero sonaba muy perfecto cuando Louis lo decía.

—Primero iremos a estudiar —propuso, el castaño se cruzó de brazos y suspiró, el no quería enfrentar a sus amigos. ¿Qué diría Meli, Matthew, Hermes y Zayn cuando les contara? ¿Cómo reaccionarían? Prefería pasar un día más en recostado que descubrir aquello.

—¡Por favor Harry! Sólo un día más —imploró. El rizado lo meditó mientras observaba los gestos de Louis, sus ojos lo penetraban rogando por que aceptara, lo hizo, estaba completamente hechizado por esos zafiros brillantes.

—Bien, pero último día —El ojiazul se levanto y corrió hasta la habitación, emocionado por pasar otro día junto a Harry, pero se detuvo en la puerta, donde el cristal lo esperaba de frente. Las nubes grises cubría el cielo, las gotas rebeldes golpeaban contra el vidrio, los relámpagos iluminaban la oscura habitación y un tornado de emociones nacía en su estómago, pensó en su madre.

—Gracias —murmuró, como si la lluvia pudiera mandarle el mensaje, como si de alguna forma ese fuera su medio de comunicación. No sabía nada de ella, simplemente se fue. Miraba atentamente la ventana, 

A la espera de respuestas que, obvio está, no llegarían; podía ver el reflejo de su madre, podía imaginarla sentada a su lado.

—¿Qué pasa? —preguntó Harry, mirándolo con intriga desde el marco de la puerta.

—¿Cuánto tiempo llevas ahí? —devolvió, su mirada comenzaba a volverse cristalina, por la tristeza que contenía, se hacía tantas preguntas sin respuesta certera que sólo lo llevaban al dolor. Harry no respondió con palabras, en lugar de eso caminó hasta el y lo tomó entre sus brazos, resguardándolo de las dudas.

—Te quiero —Con cuidado, lo recostó nuevamente en la cama, quedando sobre él. Louis cerró sus ojos y se dejó llevar por el cariño que los labios de Harry dejaban sobre su rostro, pequeños y múltiples besos suplieron las gotas que habían sido derramadas sobre sus mejillas.

—Te quiero más —Se sentía bien, todo aquello era lo que lo había mantenido alejado de la tenebrosa realidad, Harry siempre sería la mejor solución para sus dolores y problemas, porque su amor era mucho más grande que el sufrimiento, el tiempo era mejor si estaba con él.

—Sólo no quedamos aquí...

—Y dormimos abrazados dejando a la tormenta afuera, esperando que el arco iris aparezca —concluyó. Parecía el plan perfecto para un día así, con un poco de café y amor. Definitivamente era mejor que ir a la preparatoria.

—Eso es imposible, porque está repleto d enuves y el sol...

—Cállate —ordenó, en realidad no tenía sueño y las preguntas rodeaban su cabeza, pero si tenía que fingir estar dormido para no alejarse de su novio, lo haría.

—Que cariñoso eres, Lou—dijo sarcástico, pero alegre de tener a alguien así en su vida. Todosnecesitamos una persona como él, porque aunque aparente e intenté ser intimidante,es simplemente adorable, prefecto.

Pasaron el resto del día así, disfrutando de la compañía del otro, tratando de no separarse, con sus brazos como telarañas, atrapándolos en un mundo imaginario alejado de la realidad, la espantosa realidad.

Algo así como cuando escuchas música con audífonos, sólo eres tú y el sonido, gozando. Sólo son Harry y Louis, ocultándose. 


(...)

NO TENGO CEREBRO PARA ESCRIBIR LPM. NECESITO INSPIRACIÓN Y ÚLTIMAMENTE HE TENIDO EXÁMENES Y PROYECTOS Y MUCHOS PROBLEMAS PERSONALES, SÓLO QUIERO DESAPRECER:( YA SÉ QUE EL CAPÍTULO ESTÁ CORTO Y MAL REDACTADO Y SIN SENTIDO, MATENMEEE.

LO SIENTO POR LA TARDANZA, PERO DE SEGURO HABRÁN MÁS DÍAS ASÍ, NO ME SIENTO MUY BIEN EMOCIONALMENTE.

GRITO PARA QUE ME HAGAN CASO, OK? AHR, ESPERO QUE NADIE MÁS ESTÉ SUFRIENDO LIKE ME. MUCHO LOFFFFFFFFFFFF PARA TODOS.

Gracias a Niall [Larry Stylinson].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora