XXVI. Ziall

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Los chicos llegaron a McDonald's hace menos de quince minutos. Harry prueba su ensalada con una sonrisa burlona pintada en sus labios, sin concentrar su mirada en otra cosa que no sea el chico de ojos azules frente a él.

—¿Qué, tengo algo en la cara? —preguntó Louis al levantar su vista melancólica sólo para encontrarse con la divertida mirada del rizado. Siguió masticando el último de los nuggets de pollo sin cuidado alguno, importándole poco las miradas ajenas. Él sólo quiere recordar.

—¿Una cajita feliz? —cuestionó Harry.

El castaño cerró los ojos, siguió comiendo imaginando su niñez. En su cabeza esta era una tarde típica junto a su familia en su restaurante favorito, sus hermanas jugaban alegremente mientras los demás comían sin preocupación. En el horizonte el sol iba escondiéndose poco a poco, los rayos anaranjados atravesaban el cristal para acompañarlos entre risas infantiles. Una cajita para cada niño, un juguete para su colección y una sonrisa al viento. Eso bastaba para compensar la poca atención de sus padres: una tarde jugando y comiendo con sus hermanas a la espera del anochecer.

Sonrió aún sin separar sus parpados, la voz de Harry era lejana a sus oídos, como si no estuviera ahí, como si aquella visión lo hubiera tragado.

—Me trae recuerdos —contestó al fin cuando un escalofrío recorrió su espalda, trayéndolo a la realidad. Al abrir los ojos notó que gotas de lágrimas resbalaban por sus mejillas y su visión era borrosa, como las nubes grises los días de lluvia; la cara preocupada de Harry no pasaba desapercibida.

—Lou, ¿estás bien? —habló preocupado su acompañante, él asintió frenéticamente y secó su tristeza con la manga de su suéter azul. Murmuró un "lo siento" antes de comer lo que restaba de su hamburguesa, compartió las papas con Harry evitando algún tipo de contacto, ni siquiera volvieron a hablar en los siguientes siete minutos.

En la cabeza de Harry permanecía la duda: ¿En qué o quién estaría pensando Louis hace un momento? Tal vez sí supiera la respuesta podría ayudarlo. Iba a preguntarle, pero al momento de abrir la boca para hablar una garganta se aclaró a su lado. Miró hacía dónde provenía aquel gesto, encontrándose a nada más y nada menos que su profesor de química.

—Hola chicos, ¿podemos sentarnos aquí? Está un poco lleno —pidió el, ahora, castaño hombre. Harry miró a su alrededor y efectivamente el local se encontraba repleto de gente. Asintió con la cabeza y se puso a pensar un poco. "¿Podemos?"

En ese momento Zayn Malik apareció desde la puerta de enterada. Suerte de mierda, pensó Harry. El morocho se acercó a ellos con el cejo fruncido, y la mirada llena de inconformidad al igual que Harry. Tomó asiento a un lado de Louis y enfrente de Niall. Una sonrisa se formó en los delgados labios del más bajo al notar su presencia y alargó sus brazos para envolverlo en ellos. Harry sintió un poco de celos, sólo un poco.

—Puede ser una cita de cuatro —bromeó el profesor, pero nada más el rizado puso oírlo, ya que Zayn y Louis hablaban vigorosamente. ¿Podía llamar a esto como una cita, es decir una cita romántica o sólo una salida de amigos? ¿Qué sería para Louis?

—Genial —dijo lento y fingiendo una sonrisa nada creíble, más falsa que el culo de Dafne; Niall no se dio cuenta, estaba demasiado ocupado admirando a su pareja, mientras que Harry no dejaba de enviarle odio e imaginando cómo conseguir visión láser. Sin embargo la sonrisa que Louis portaba lo distrajo, brillaba tanto como el sol y el pelinegro era la causa. Se cruzó de brazos y a regañadientes se dispuso a admirarlo.

Su risa era el único sonido que sus oídos captaban entre todo el ruido.

Fue un lindo día y no sólo porque el sol resplandecía en lo alto y las nubes blancas espolvoreaban la cúpula celeste, sino también porque pudo darse cuenta de tres pequeños detalles sobre Louis que no deberían de haber pasado desapercibidos antes:

Gracias a Niall [Larry Stylinson].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora