XVII. Decepción

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Hoy por fin descansaba de aquella cárcel llamada escuela, era viernes y tenía el resto del día para disfrutar y esperar algún plan para el fin de semana, además de su primer paga como cuidador de Emma;  todo esta tan perfecto.

Harry estaba nervioso, sus manos  sudadas temblaban y su sonrisa era imposible de ocultar. Louis vendría a su casa en un rato y eso lo animaba demasiado. No había hablado con él más que por mensaje, pero esos textos decían todo lo que era necesario, había estado hablando por chat con él durante la noche y madrugada, lo cual le costó terminar dormido en su clase de matemáticas, todo iba mal en esa materia.

Emma se encontraba viendo otra película, ya que al parecer esa era su cosa favorita, en este caso El rey león. Se había hecho costumbre para Harry preparar algún postre y ver la televisión junto a la niña, pero esta vez no quería ver la pantalla, sino que quería esperar frente a la puerta hasta que Louis llegara.

Debían terminar su proyecto el cual ni siquiera habían comenzado, aunque eso no era lo que ponía de buen animo a Harry, el proyecto no le importaba realmente, lo que quería hacer es ver a Louis, hablar con él, estar cerca de él, nada más.

Preparó algo especial que quizá le gustaría al ojiazul, preparar la comida se había vuelto una especialidad para él desde que comenzó a vivir solo. Aunque la primera vez casi incendio el departamento, ahora es un buen cocinero. Y aunque la comida no fuera difícil la había cocinado con todo el amor que sentía hacia el castaño.

El timbre sonó y Harry corrió a abrir paso a Louis, esperó unos minutos y el chico apareció frente a la puerta con un semblante serio, aunque al ver al rizado una enorme sonrisa se formó en sus finos labios, ya no podía negar que no sentía nada hacía él.

Entró un poco incomodado, jamás creyó entrar a la casa de Harry, jamás creyó ser su amigo, jamás creyó llegar a siquiera hablarle. Tal vez no puedes evitar sentir amor hacía alguien que vez todos los días, por más que intentes ocultar aquel sentimiento, en algún momento será más fuerte que tu voluntad y para cuando abras los ojos, aquella persona que intentaste alejar y tú ya estarán juntos.

Harry nunca planeó entrar a esa escuela, ni siquiera pensó que en la  institución descubriría lo que quería realmente, no contaba con la llegada del ojiazul, nunca creyó que se enamoraría en ese lugar, y mucho menos imaginó que ese sentimiento sería para aquel chico castaño que solo era una persona más en el mundo, aunque para Harry, Louis es el mundo. La razón de respirar, la causa por la que su corazón seguía latiendo, y por lo que el seguía levantándose cada mañana a pesar de la porquería de vida que tenia, Louis lo impulsaba a seguir viviendo.

Cada pequeña cosa que Louis poseía era amada por Harry, cada defecto, cada palabra, cada suspiro, cada parpadeo, cada sonrisa;  todo, cualquier cosa, por diminuta que fuera, Harry la apreciaba.

Por que Louis lo merecía, necesitaba que alguien lo quisiera por lo que realmente es, no por lo que pretende ser la mayor parte del tiempo, aquel chico fuerte y rudo, aquel que todos conocen, sin darse cuenta que detrás de aquella imagen se oculta el débil e inseguro muchacho, uno que lo único que necesita es amor, aquel amor que Harry le ofrece y él simplemente rechaza, y todo por miedo de ser odiado por la mujer que le dio la vida.

Y aunque se conocieran poco, el amor era demasiado para contarlo, era incluso más que estrellas en el cielo, granos de arena en la playa,  y más que todo lo innumerable en el universo.

—Harry... —habló el ojiazul llamando su atención, su ceño estaba fruncido y Emma lo abrazaba por la cintura con una sonrisa. —¿quien es ella? —preguntó tratando de despegarse a la pequeña.

Gracias a Niall [Larry Stylinson].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora