XXXVII. Depresión (pt.2)

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Anne salió de la habitación con la cabeza gacha, las lágrimas cubrían sus ojos haciendo un delatador camino en sus mejillas. Nunca creyó que el día en que volvería a ver a su hijo sería con él a punto de morir, no imaginaba sí quiera que le hacia falta, ella juraba que él estaba bien, y sin embargo él estaba mal, de lo peor.

Pensó en que si todo eso sólo se hubiera retardado un mes, nada lo hubiera vuelto a unir a su hijo y él hubiera tenido que afrontar las consecuencias por su propio medio, el próximo mes era el cumpleaños de Harry y él tendría que depender de sí mismo

Dio unos cuantos pasos para tomar asiento en una vieja banca abandonada en el inmenso pasillo, la pintura comenzaba a ser carcomida y el frío del metal era intenso, notó que incluso había pequeñas manchas de sangre las cuales nadie nunca se dio la tarea de limpiar.

Cerró sus ojos e inmediatamente escuchó en su cabeza la llamada que recibió tres noches atrás.

Ella y Gemma cenaban en la gigantesca mesa del comedor, un sentimiento incomprensible se percibía por cada rincón de la casa. Había algo que le indicaba a Anne que ese era un día incluso peor que el anterior. No intercambió ningún gesto o palabra con su hija, ninguna de las dos quería romper la inmensa tranquilidad que quedó después de la pelea del día de ayer.

Desmond no estaba en casa, como se había hecho regular desde que él y Anne comenzaron a tener peleas más intensas y frecuentes, comúnmente sólo regresaba del trabajo para salir quince minutos después a algún bar con sus amigos, a ella realmente no le importaba, todo estaba jodido desde un tiempo atrás.

En cuanto el último cubo de manzana desapareció de su plato, la cansada mujer se levantó para directamente ir a descansar en una habitación, tan vacía como el desierto, así lo percibía ella, la única diferencia que había era el constante frío que las sábanas le daban. No se despidió de su hija, aunque Gemma la comprendía, la vida estaba siendo tan mala para ambas últimamente.

Cuando todo su cuerpo estuvo tendido en el doloroso colchón, buscó la relajación de cada uno de sus músculos: en sus piernas, brazos y su cara; quería tener un sueño pacífico como hacia años que no lo tenía y sin ayuda de ninguna pastilla que la ayudara, quería dormir con la tranquilidad de que todo estaba bien para su hijo en otro lugar, cada noche trataba de convencerse de que era así.

Pero no lo era, No justamente esa noche.

Cuando creyó que se sumergiría en un profundo sueño del cual no podría escapar, el teléfono en la cocina sonó, miró el reloj y se sorprendió al ver que marcaba 1:57 de la madrugada,  ¿quién podría llamar a esa hora? Pensó que podría ser su esposo, para avisar que no volvería hasta la noche siguiente, pero eso realmente no iba a suceder, esperó pacientemente que el molesto sonido se detuviera, sin embargo sólo seguía repitiéndose y parecía que con mayor frecuencia.

Trató de ser lo más amable posible cuando contestó.

"¿Hola?" El cansancio resaltaba en su voz.

"Buenas noches, habló del hospital San Bartolomé ¿me comunico con el señor Desmond Styles?"

Anne tenía tantas dudas en su cabeza, ¿hospital? No quería ni siquiera entrometerse "Lo lamento tanto señorita, él no se encuentra en casa... Si gusta puedo comunicarle que llamó"

"En realidad, buscaba a cualquier mayor a cargo del joven... Harry Styles" la piel de Anne se erizó al escuchar el nombre de su hijo, y su instinto materno hizo a su corazón preocuparse.

"Sí, habla con Anne Cox, su madre. ¿Ocurrió algo?" Sus manos comenzaron a temblar y su respiración a agitarse, estaba atemorizada de oír lo que la receptora al otro lado pudiera revelar.

Gracias a Niall [Larry Stylinson].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora