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Desperté y estaba amaneciendo, todos los niños corrían para desayunar y yo corría para alcanzar a Chris, iba corriendo a toda velocidad por el pasillo, abrí los brazos como si fuera naruto, lo hice para tener más velocidad y me tropecé, caí al suelo y pegue dos vueltas más y termine de aterrizar.

—Que buen golpe —dijo el y mi labio tembló, quería llorar—. ¿Estas bien? —hice puchero y empecé a llorar con todo—. Hey niña... —me levanté y me aleje de ese niño.

—____, para —me detuvo Chris y lo mire con ojos llorosos—. ¿Que pasa? —Me levanto en sus brazos.

—¿Ella esta bien? —mire al niño que me vio caer—. Se dio un buen golpe.

—¿Te hiciste daño? —pregunto Chris y asentí—. ¿Cómo se cayo? —le pregunto al chico.

—Ella venia corriendo y tropezó —contesto el nene—. ¿Estas bien? —se acerco y comencé a llorar.

—Tranquila solo es un amigo —dijo y mire a Chris—. Se llama Yoyo.

—¿Yoyo? —pregunte y el sonrió, Chris me dejo en el suelo.

—Si —asintió.

—Chris —dije y el me miro, tome su mano

—Ven, quiero decirte algo —mire a Yoyo y me aleje con Chris.

—¿Que pasa? —pregunto y sonrió.

—Una niño me beso —dije con vergüenza.

—¡¿Quien?! —dijo el.

—Ese —señale al niño.

—¡Joel! —le grito y el niño se acerco—. ¿Que le hiciste? —Joel levantó los hombros y me miro—. No te hagas el santito Pimentel, ¿Que hiciste ayer?

—La bese —dijo.

—Con siete  años y besa a una de cinco —le pegó—. Cuidadito con sobrepasar te.

—Esta bien —dijo, era la primera vez que lo escuchaba hablar mucho.

—Pídele perdón —el miró a Chris y después a mi.

—Perdon —me dijo.

—Ah no así no —dijo Chris—. De rodillas —Joel re volio sus ojos y me miro, se arrodillo.

—Perdóname —dijo.

—¿Lo perdonas? —pregunto Chris y mire a Joel de nuevo.

—¿Me perdonas? —dijo Joel y mire a Chris, el me decía que no con la cabeza.

—Ño —dije.

—¿Por qué no? —pregunto.

—Ya deja la en paz, dijo que no, ahora no andes de bruto besucon al lado de ella —Río Chris.

—No lo haré,  perdón, perdón —se fue.

—Ven aquí —Chris me alzó—. A ver pequeña pícara... ¿Te gusta Joel?

—No —dije.

—No me mientas —me miró y mire como se alejaba Joel.

—No, no miento —hable.

—Mhhh no se —sonrio y me llevo a desayunar.

Atardecio y salí al patio a jugar, escuche mi nombre varias veces y abrace más fuerte a la muñeca de Sol.

—¡____! —mire para todos lados y nada—. ¡Por las rejas! ¡____! —la vi a lo lejos y corrí hasta ella—. No tuve tiempo de despedirme.

—Sol... —dije—. ¿Por qué te fuiste? —pregunte con ganas de llorar.

—Una familia me adoptó —sonrio—. Voy a una escuela, van otros niños y es genial —noto mi tristeza—. No llores —puso su mano en la reja.

—No lo haré —toque su mano—. Te extraño aquí.

—Y yo a ti —penso—. Tengo un plan —dijo y la monja nos llamó, la mire y luego volví a mirar a Sol.

—No quiero irme —le dije.

—No te preocupes, ve, prometo sacarte de aquí —acarició mi mano y me despedí con la mano mientras corría adentro, caí al suelo y volví a levantarme para no quedarme afuera.

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Huérfana  -Joel PimentelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora