35.

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La gran noche había llegado y, luego de que una hora haya pasado desde que Tobías abandonó la habitación, no he movido ni una sola de mis extremidades. Estaba lista, mamá y Andrea se había encargado de mi maquillaje y de ayudarme a colocar el vestido, los tacones negros que Tobías había escogido cubren mis pies, sin embargo, no podía ponerme de pie.

Me sentía tranquila, pero, al mismo tiempo, sentía como una montaña rusa estuviera en mi estómago. Me sentía nerviosa, pero no a niveles de querer huir, estaba nerviosa porque podía escuchar la cantidad de gente que estaba en la casa, en el patio trasero y, otro que aún se encontraban llegando. Mamá y Andrea me habían dicho que no tenía que estar preocupada por nada, pero habían causado todo lo contrario en mí.

La idea de que algo salga mal frente a todas esas personas, conocidos y amigos de Tobías, me ponía extremadamente nerviosa. Sería juzgada por eso.

Me obligo a tomar una lenta respiración, dejando que mis pulmones se llenen de aire, pensando en algo más.

La puerta suena y, como puedo, indico que está abierta. Cameron me observa con una sonrisa divertida y, en silencio, cierra la puerta detrás de su espalda.

—¿Estás nerviosa?

—Muchísimo.

Como si nada, camina hacia mí y se sienta a mi lado en la cama para decir—: Yo también, bajé a dar un pequeño vistazo y volví a subir cuando todo el mundo me miró. Oficialmente soy otro Vidal.

—¿Fue incomodo?

—Demasiado —dice—, creo que fue peor cuando todo el mundo se acercó a disculparse por la muerte de mamá. Yo no estaba triste, en cierto modo estaba feliz... ella no iba a sufrir.

—Tu mamá debe estar orgullosa de ti —digo, dándole mi mejor sonrisa, mi mano se pase por su cabello, tratando de re-colocar los mechones castaños que se salían de control—, eres muy inteligente y un buen chico.

—Eso no sirve con Andrea —Él suelta un suspiro y siento necesidad de hacer entrar en razón a mi hermana. Luego de la pequeña discusión por el beso que Cameron le había dado, Lucas se había tomado el tiempo de explicarme todo con lujo de detalle. Al parecer, la época de adolescente hormonal no había terminado en Andrea, ella seguía siendo la chica loca y, un tanto dramática, de años atrás. Entre ella y Cameron había una extraña relación en la que ella no sabía lo que quería.

Al parecer ser un Vidal te da el poder de entender a una mujer, mucho mejor que esa propia mujer.

Cameron pone los ojos en blanco cuando dejo de pelear con su cabello y, como si nada, se levanta de la cama y extiende su mano hacía mí para luego decir—: ¿Vamos? Será mucho mejor si dos extraños bajan a conocer toda esa gente, podemos huir cuando queramos.

Tomo su mano, sin poder esconder mi risa ante sus palabras, cuando me coloco de pie, la puerta se abre, revelando a una tanto apresurada Andrea, quien queda con la palabra en la boca cuando me ve junto a Cameron. Parpadea y, como si nada, sus ojos se detienen sobre los míos.

—Tobías te está esperando —dice, y sin más se marcha, dejándome con la palabra en la boca.

—¿Debo preocuparme por eso?

—No —Cameron suelta—, ella no quiere nada conmigo, pero tampoco quiere esté con alguien más, pero haré lo que quiera.

Asiento, sin no saber qué más decir, Cameron era la persona más madura que había conocido, fuera de su padre, sin embargo, la expresión cargada de tristeza que me ofrece, me hace enojar con Andrea. Quería a mi hermana, pero ella debía saber cuándo se estaba comportando como toda una hija de puta.

WildFire ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora