6.

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Mis pies se presionan con algo más de fuerza contra en suelo frente a mí. Caminar sobre la nieve no era fácil, mucho menos cuando un Dios Griego te seguía de cerca.

Tener a Tobías Vidal detrás de mí sólo había logrado ponerme nerviosa. Pegando incorrectamente varios volantes que Ariana se había encargado de entregarme luego de fotocopiarlos.

-Vas a terminar en el suelo si sigues caminando así, Drea.

-Quiero terminar rápido para irme -Me detengo frente a otro poste y, sin cuidado alguno, clavo el volante contra el mismo-. Puedes irte, no entiendo porqué sigues aquí.

-Tratando de que no huyas.

Una risa se libera de mi parte cuando camino delante de él, manteniendo mis ojos fijos en la resbaladiza nieve. Los volantes son presionados contra mi pecho cuando una ráfaga de viento azota contra mí.

-Sigo aquí, señor Tobías -Suelto, remarcando nuestra obvia diferencia de edades. Mi paso se detiene cuando la alta montaña de músculos llamada Tobías Vidal se detiene frente a mí. Sus ojos azules me observan con intensidad, y aquella deliciosa sensación aparece entre mis piernas-. ¿Qué?

-Deja de apretar las piernas -Trago saliva, y obligo a mi cuerpo a relajarse. Tobías da un paso hacía mi, dejando sus ojos sobre los míos. No era capaz de pensar con claridad, lo único que venía a mi mente era él... él con sus dedos en mi interior-. Sé lo que estas pensando.

-¿Sí? ¿Lo escandalizados que estarían mis padres si me vieran follar con un hombre de su edad? -Puedo sentir la tensión de su cuerpo traspasar al mío, y una deliciosa corriente traspasa mi columna.

-Tanto tú como yo quiere eso, Drea -Sus largos dedos se deslizan con cuidado a lo largo de mi cuello y me sujeta por el cabello, inmovilizándome, pero sin llegar a tirar con fuerza-. Sólo imagínalo... Mi polla deslizándose en tu apretado coño...

Sus labios están cerca de los míos, a sólo milímetros de tocarse, pero él no hace el mínimo acercamiento. Tengo la imperiosa necesidad de acercarme a él y plantar mis labios contra los suyos, pero ahora mi orgullo hacía acto de presencia.

-Eres un depravado -Suelto, colocando mi mejor cara de horror-. ¿Sabes lo que me estás diciendo? Mi padre es militar, podría matarte sólo por dirigirme una mirada.

La sonrisa que me dedica, no hace más que incitarme aun más a acercarme a él, pero me contengo, alejando su agarre de mi cabello, él cual sede sin negación alguna.

-Oh cariño -Su arrogancia sólo aumenta el nivel de irritación en mi sistema-. Si tu padre supiera todo lo que quiero hacerte ahora mismo, juro que estaría 20 metros bajo tierra.

Me alejo de él cuando intenta tocarme de nuevo, pero eso sólo aumenta la diversión en su mirada. Sus ojos se posan en un punto detrás de mí y su expresión cambia.

-Iré por ti al refugio -Dice, sin siquiera importarle mi replica. En un movimiento rápido, sus brazos me envuelven con fuerza y sus labios se cierran sobre los míos. Un gruñido se escapa desde el fondo de su pecho y, cuando soy apenas consciente de lo que ocurre, él me suelta, dejándome completamente desequilibrada. Se acerca nuevamente a mí y presiona sus labios contra mis oídos-. Si te vas, juro que te follaré tan duro que no podrás sentarte en dos semanas.

-Drea, ¿Necesitas ayuda con eso? -La voz de Ariana logra separar a Tobías de mí, pero los ojos de este nunca se despegan de los míos-. Yo... uh... ¿Interrumpo algo?

-No. -Respondo con rapidez, pasando por alto la mirada amarga de Tobías. El parpadea con lentitud, y luego inclina la cabeza en mi dirección, murmura una leve despedida hacía Ariana, y se marcha, dejándome hecha un manojo de nervios y excitación.

WildFire ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora