El aire lucha por entrar a mis pulmones, mis manos se aferran con fuerza a la manta cubriendo mi cama, y mis ojos amenazan con salirse de su órbita.
—Drea... —Un grito silencioso me hace arquear la espalda. La frente sudorosa de Tobías cae sobre mi pecho, haciéndome saber que ya no le quedaban energías para más, lo que me dejaba algo tranquila.
—Y-ya no puedo más. —musito, dejando que un quejido se filtre de mis labios cuando el sale de mi interior. El cansancio se apodera de mi cuerpo como si de un camión se tratará.
Sentía la mirada de Tobías sobre mí, pero ciertamente, las fuerzas para sentir vergüenza se encontraban bastante lejos de mi sentido común.
Justo en el interior del auto donde deje que el hiciera de las suyas.
Donde prácticamente le rogué que me follara.
—Necesitas una ducha caliente.
—Necesito dormir —Discrepo, tirando de la sabana con mis últimas fuerzas. Lanzo una rápida mirada hacia el lugar donde se encontraba Tobías, y no me sorprendo al encontrarlo colocándose su ropa. De alguna extraña manera, no me sentía mal. En realidad, estaba rezando para que se marchara con más prisa—. Cierras la puerta cuando te marches.
Sus movimientos se frenan un poco, pero los retoma nuevamente cuando se coloca aquel saco que hacía pecar a más de una. Por su expresión, no esperaba esa reacción de mi parte.
—Levántate —Su voz ronca demanda, a lo que sólo respondo con un leve quejido. La sabana es casi arrancada de mi pie, y él no pierde oportunidad en colocar una nalgada en mi trasero, haciendo que mi quejido se alargue un poco más—. No lo volveré a repetir, Drea.
—Los mandones no van conmigo. —Gruño, levantándome de la cama con lentitud. La incomodidad aparece en mi ingle cuando me pongo de pie. La sensación de estar completamente vacía se sentía extraño.... Como si necesitara a Tobías una vez más para no olvidar que él estuvo ahí durante la mayor parte de la noche.
Debo levantar la cabeza para poder observa el azul de sus ojos. La poca luz que entraba por la ventana de mi habitación, hacía que el brillo en ellos me animaran a observarlo.
Aun más de lo que lo hacía.
Su mano se aferra la parte posterior de mi cabello, sujetando de manera que no puedo tirar mucho de mi cabeza. Sus labios se encuentran con los míos, mordiendo con suavidad mientras sus manos libre se desliza a lo largo de mi espalda hasta detenerse en mi trasero.
—Quisiera quedarme, pero tengo cosas que hacer. —Mi ceño se frunce. ¿Qué darse?, ¿a que cuento?
—No quiero que te quedes. —Suelto, sin siquiera pensarlo. Tiro de mi cabeza, logrando soltarme de su agarre—. Él que haya tenido sexo contigo no significa nada más, Tobías. Sólo es sexo.
—Tú y esa lengua —Gruñe, dando un paso lejos de mi. Sus ojos me observan por una última vez, para luego marcharse de mi habitación. Me quedo de pie, completamente desnuda, en medio de la habitación hasta que escucho la puerta principal cerrarse con algo de fuerza.
No puedo evitar que una sonrisa llena de satisfacción se apodere de mis labios cuando me dejo caer sobre la cama. El reciente recuerdo del cuerpo de Tobías cubriendo el mío sigue fresco en mi mente, bromeando conmigo.
El cálido pelaje del Señor Midas termina casi sobre mi brazo, el gran felino parecía de mal humor, pero aun así, llega hasta mí para dormir plácidamente.
—Sabes que tu eres mi único, Señor Midas.
***
—¿Por qué tan feliz, Drea? —La voz de Lila me hace dejar de lado al pequeño gato en mi mano por una fracción de segundo. Sus labios cubiertos de rojo carmín llaman mi atención, a lo que ella sólo se encoge de hombros—. Es de mi mamá, no parece molestarle, pero eso no es importante, ¿Quién te tiene tan feliz? No has parado en todo el día.
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WildFire ©
ChickLit"Tocame como a tu primera guitarra, donde cada simple nota es demasiado fuerte." -WildFire, De...