27.

12.2K 918 96
                                    

Mi corazón late con prisa, los ojos de Tobías están sobre los míos. Quiero levantarme y abrir la puerta únicamente para marcharme, sin embargo no logro mover un solo músculo de mi cuerpo. Estoy congelada, estática en el sillón mientras Tobías Vidal me pide ¿matrimonio?

—Tobías...

—Si vas a decir no, por favor, no digas nada —dice, su voz es ronca, sin embargo no parece nervioso, mucho menos temeroso. Abro la boca para decir algo, pero lo único que sale es una lenta respiración.

¿Por qué demonios hacía esto conmigo?

Yo estaba hecha un manojo de nervios mientras él solo está ahí, arrodillado frente a mí mientras me observa como si fuera suya. Como si yo realmente le perteneciese.

—Tú no quieres casarte conmigo, Tobías —digo, luego de lo que parece un eterno silencio. Mis manos se cierran en sus mejillas, tirando un poco de él—. Solo quieres tener el derecho de llamarme tuya, pero no te lo permitiré.

>>No soy un objeto.

—Nunca dije que lo fueras, Drea —Él dice, con voz suave. Nunca había escuchado a Tobías de esta manera. Aún cuando denota seguridad, soy capaz de sentir el temor que refleja su voz—. Cuando te conocí supe que eras especial —traga duro, tomando una de mis manos que descansa en su mejilla para moverla hacia su pecho, exactamente sobre su corazón—. Eres especial para mí, Drea.

Tomo una lenta respiración, sabiendo de antemano que no tenía una respuesta que darle a Tobías. Lo amo, sin embargo no lo conocía del todo. Solo conocía lo que él quería mostrar.

Y eso era lo que me daba más miedo.

No conocerlo por completo y que todo se derrumbe como un castillo de cartas. Que todo caiga sobre mí, lastimándome más de lo que parecía. No quería sufrir. No después de haber regresado a la anterior Drea a la vida. La Drea que estaba frente a Tobías no era más que una copia un poco mejorada de mis años antes de Bruno.

Años antes de que la sumisión y el sufrimiento se apoderasen de mí por miedo a terminar sola. No quería que eso se repitiera.

—No me voy a casar contigo, Tobías —digo y es mi última palabra—. Te amo, pero no estoy lista para unir mi vida a la tuya.

Trago duro, sabiendo que las palabras que abandonan mis labios duelen más de lo que parecen, y agrego—: Tú tampoco quieres hacerlo, no sé lo que quieres, pero, tal vez, estoy dispuesta a averiguarlo.

—¿Eso qué quiere decir? —dice, sus ojos azules están sobre los míos, observándome como si la respuesta a todos sus problemas estuviera a punto de salir de mis labios.

—Qué tu y yo —digo, presionando mi dedo en su pecho—. Volvemos al momento en que queríamos matarnos por chocar el auto del otro.

>>Borrón y cuenta nueva, Tobías Vidal, pero esta vez no será tan fácil.

—¿Qué? —suelta, como si no lograra entenderme del todo.

—Que debes irte —me recuesto en el sillón, siendo testigo de la expresión cargada de confusión del hombre del cual estaba perdidamente enamorada—. Tengo clases y debo despertar temprano.

Tobías abre la boca para decir algo, sin embargo la cierra cuando nota que tan en serio hablo. Con cuidado, se levanta del suelo, quedando de pie frente mientras me observa completamente confundido.

—Vendré mañana —dice—, te llevaré.

—Tengo auto y puedo ir por mi cuenta.

—Sí —ríe, pero ni una sola pizca de humor—, también sé que hay un abogado de cuarta detrás de ti, Drea, no pienso dejar que se acerque. —Arqueo una dirección hacia él, haciendo que una amarga expresión elimine la confusión de su rostro—. Hablo en serio, no lo quiero cerca de ti.

WildFire ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora