—¿En serio tengo que ayudarte a atender un parto? —Mi queja es ignorada por Jacob. El hijo mayor de Nora, había regresado del pequeño descanso en la casa de su abuela, el cabello castaño del alto hombre me hipnotiza por un segundo, me traía a la mente el recuerdo de mis manos enredadas en el cabello de Tobías.
—¿Prefieres perder tu tiempo respondiendo llamadas? —La burla en su voz me hace rodar los ojos.
La decisión de Nora, en dejar a Ariana bajo mi cuidado, me parecía más un castigo para mí, que para la castaña. Tenerla todo el día sentada junto a mí, respondiendo llamadas y limándose las uñas, era verdaderamente irritante.
—No la odio —digo, refiriéndome a Ariana—. El único problema es que no ha madurado, aun para estudiar medicina veterinaria.
—Tiene 19 años, Drea —Jacob se detiene, tendiéndome un par de guantes cuando llegamos a la jaula de una de las perras que estaba lista para alumbrar—. No todos hemos trabajado duro desde pequeños, sólo le hace falta una sacudida.
—¿Jacob, en serio es necesario que haga esto? —El recuerdo de la última vez que atendí un alumbramiento junto a Nora, me hace entrar en pánico. Los gritos por parte de la rubia, me hacen estremecer de pies a cabeza.
—Marcos no vendrá hasta pasado el medio día, Drea, y no quiero que la castaña arruine todo, eres mi única salida.
Jacob se ríe de mi mala interpretación de un berrinche y me empuja al interior de la jaula, luego, el ingresa y cierra la puerta detrás de él. La visión del pastor alemán tirado en el suelo con un gran estomago a punto de estallar me hace agachar a su altura para acariciar su cabeza.
La perra parece agradecerlo y lame mi mano con cariño.
—Tu mantenla ocupada —Jacob dice, a lo que asiento con rapidez—. Puede que uno de los cachorros nazca muerto, y es por eso que estamos aquí, no quiero perder a ninguno.
—¿Es la perra que ingrese hace una mes, no? No se notaba que estuviera preñada.
—Bueno —Jacob se ríe una vez que se sienta en el suelo junto a la perra—. Las mujeres saben ocultar muy bien las cosas cuando se lo proponen.
—¿Qué quieres decir? —Los ojos cafés de Jacob se clavan en los míos, y por un ligero momento me siento incomoda. Si, él era verdaderamente apuesto y si, también había rechazado salir con él en varias ocasiones.
—Ariana me dijo que estabas saliendo con un hombre —Dice, como si no le importara, y me hace sentir incomoda, por el simple hecho de referirse a Tobías mientras manosea a una perra lista para alumbrar—. También me dijo que era bastante mayor...
—Ariana puede decir lo que quiera —Mi enojo sale a simple vista, pero realmente no me importa—. No estoy "saliendo" con Tobías —Sé que en cierto punto estoy mintiendo, porque, aunque no estuviéramos saliendo, había tenido más sexo con él que con mis ex novios—. Él sólo está siendo mi chofer hasta que mi auto salga del mecánico. Por culpa de ella tuve un ligero inconveniente con un choque.
—Si —El chillido que suelta el animal me llama la atención, y es cuando me percato del que el primer cachorro estaba saliendo. Era realmente incomodo—, también me dijo eso.
Miro a otro lado, intentado no sentirme más incomodo de lo que estaba.
Ciertamente, desayunar antes de atender un alumbramiento, no había sido la mejor idea del mundo.
—Marcos me dijo que los vio besándose —Bueno, ahora sí que no tenía salida—. No es por entrometerme, Drea, pero según lo que Marcos dijo, no creo que sea el indicado para ti.
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WildFire ©
ChickLit"Tocame como a tu primera guitarra, donde cada simple nota es demasiado fuerte." -WildFire, De...