—Mamá, si no me das las llaves, buscaré las de repuesto— le aseguro él mirando su reloj —. Tengo examen en veinte minutos, y tengo que estar allá en diez, si quiero que el profesor me pase.
—Hubieras pensado eso mejor cuando te quedaste dormido— le aseguro su madre —. ¿Cuantas veces hablaremos de esto?
—El miedo no detiene a la muerte, el miedo detiene la vida— le aseguro su hijo —. Dame las llaves.
—Diana, solo entrégale las llaves de la cosa esa— pidió Oriel, el padre de Oliver.
—No— dijo la mujer —. Esas cosas son peligrosas.
—Bien, son todas tuyas— se rindió Oliver antes de subir las escaleras corriendo.
Busco en la caja que tenia escondida en el vestidor de su habitación. Y cuando consiguió las llaves la tomó. Coloco la caja donde estaba, y en ese momento se cayó al suelo el relicario.
Lo miro. Él sabia perfectamente quien era la dueña. Pero no se atrevía a regresarlo. Al menos no por ahora. Lo dejó junto a la fotografía de Sarah. Y salió del lugar.
—¡Nos vemos cuando regrese!— se despidió en un grito antes de salir de la casa.
Abrió el garaje, y sacó su motocicleta nueva. La había comprado ante de la muerte de Sarah. Y la sacaba muy pocas veces gracias a la opinión de su madre sobre ella. Además, solo la usaba cuando no debía llevar, ni recoger a Olivia.
—Tú madre va a matarnos— dijo la pelirroja sin soltar la mano de Oliver.
—La verdad busco algo menos moderno, ya sabe, algo que sea tipo clásico— dijo Oliver al vendedor mientras caminaban alrededor de las motocicletas.
—Tenemos una sola— dijo el hombre mientra los guiaba por el lugar —. Vengan conmigo.
En ese momento la motocicleta apareció justo delante de ellos. Negra, y perfectamente pulida. La mirada de Oliver se ilumino. Y Sarah supo entonces, que nada de lo que ella dijera iba hacerlo cambiar de opinión.
—Quiero está— aseguró Oliver soltando la mano de Sarah para caminar por la motocicleta.
—Tienen autos muy bonitos, Ollie. Me gust...— el la miró a los ojos, estaba claro que el no iba a ceder.
—¿Qué es lo que dices siempre?— le cuestiono él con una sonrisa.
—No vas a usar mis propias palabras en mi contra— dijo ella cruzada de brazos —. Tú madre no te dejará usar esa cosa.
—El miedo no detiene a la muerte, el miedo detiene la vida— dijo él mirandola a los ojos —. Mi madre se volverá loca, pero terminará aceptandolo— miró al vendedor, quien los observaba —. Me la llevaré.
—Dado que tienes dieciséis, necesito un permiso de tus padres— él asintió y lo saco de su bolsillo junto al cheque —. Esta todo lo que necesita.
—Bien, iré hacer todo el papeleo.
Cuando le entregaron todos los papeles, y las llaves. Él subió a la moto, y se coloco el casco. Le extendió uno a Sarah quien lo miro a los ojos como si estuviera demente.
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Never Again [Editando]
Ficção AdolescenteEllos podrían ser fácilmente el Cliché más perfecto que van a encontrar. Porque eso son. Pero también hablamos de la superación de un corazón roto. ¿Cómo amas a alguien que tanto daño te hizo? Y lo más importante ¿Qué tanto amor propio te tienes? ...