Capítulo 38

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     —¿Cómo te sietes?— preguntó Oliver tomando asiento en la cama junto a ella.

     —Cansada— susurro con una débil sonrisa —. ¿Viste a Matt?

     —Por supuesto que lo hice— le beso la mano —. Yo lo acompañe hacerlo. Yo quería hacerlo.

     —Jamás me perdonaré si algo como eso sucede— le seguro —. Me gusta tu cabello, West. No lo quites.

     —Bien— le beso la mejilla —. ¿Lista para el examen de mañana?

     —Te dije que no te hicieras esperanza con ese tema— susurro ella soltandole la mano —. El resultado no cambiará. Puedo vivir años, meses o días. Viviré con eso.

     —Solo, no seas cabezota, Sarah. Y dale un el gusto a todos.

     —¿Qué sucede?— preguntó Oliver atendiendo la llamada con el manos libre —Voy manejando.

     —Oliver— escucho sollozos, él se alarmó —. No sabía a quién más llamar, ¿puedes venir?

     —Voy en camino.

     Él cambio de dirección rápidamente. Y condujo lo más rápido que se le permitía. Cuándo llegó a la gran mansión delante de él, el guardia le abrió.

     Él entró. Y se bajo del coche corriendo. La puerta príncipal estaba abierta. No lo pensó dos veces y se abrió paso.

     —Lo lamento— sollozaba ella tirada en el suelo —. No sabía a quién mas llamar.

     —No digas tonterías, Danica— se acercó a ella —. ¿Fue ese imbécil otra vez?

     —Mi bebé, Oliver— él miró el sangrado entre sus piernas —. No puedo moverme.

     —Hay que ir a un hospital, pero yo no puedo moverte— él saco su celular de la chaquetas —. Llamare una ambulancia, ¿vale? Tranquila.

     Él hizo una llamada rápida. Y la ambulancia no tardo más de cinco minutos en llegar. Oliver los siguió en su coche. Y cuando llegaron al hospital se llavaron a Danica.

     Camino de un lado a otro mirando la hora en su reloj.

     —¿Es familiar de señorita?

     —Es mi amiga, me llamo para que la ayudara— aseguró —. ¿Cómo está ella?

     —Bueno, perdio a bebé— anunció el médico —. Su cuerpo sufrió fuertes traumas, ella asegura que se cayó de las escaleras, ¿sabe usted algo?

     —No mucho más que usted, doctor— mintió —. Me dijo exactamente lo mismo que a usted.

     —Bien, pero si le dice algo, le agradezco que me informe— el asintió levemente —. Venga conmigo.

     Lo siguió por emergencias hasta donde ella estaba. Llevaba una bata de hospital. Y estaba hecha un mar de lágrimas. Oliver se acercó a ella y la envolvió en un abrazo.

Never Again [Editando] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora