Q U I N C E

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Estuve sentada en el mismo lugar por varias horas, ya estaba cansada, puedo asegurar que más de una vez intente escapar, sin embargo me rendía al ver la mirada retadora de Issing a través del espejo.

Cuando la pesadilla terminó salimos del local de belleza, Issing no me permitió observar cómo me había sentado el color, solo atinó a murmurar unos halagos para pagar y salir corriendo de allí, este chico era muy extraño.

- Pequeña Haesoo, vamos a renovar tu armario, porque probablemente toda tu ropa este ardiendo en llamas.

- ¿Llamas?

- Shh, solo concéntrate en la palabra <<renovar>>, ¿va?

- Uhm.

Recorrimos varias tiendas, siempre abandonándola con más cantidad de bolsas con la que ingresamos, cuando Issing dijo que ya era suficiente volvimos al departamento. Al entrar todo estaba vacío, como si nadie lo hubiese habitado.

- Jimin es muy rápido. – exclamó el chico al lado mío con un tono burlón.

- Lo es.

- Issing lleva mis maletas a la camioneta, tenemos que irnos de aquí, la hora del vuelo está por llegar.

El aludido asintió con la cabeza y tomó camino hacia la habitación, mordí el interior de mi mejilla en un acto nervioso, ¿le gustaba? ¿No?

Pronto sintió unos ásperos dedos acariciando su cabello.

- Me gusta.

- ¿En verdad? – pregunté levantando la mirada del suelo a sus ojos.

La pequeña sonrisa en sus labios me lo demostró, sin necesidad de ninguna palabra.

- Nadie va a separarnos, ¿lo sabes?

- Sí.

- Porque siempre me amaste, siempre lo hiciste.

- Lo hice. – murmuré sobre sus labios.

El mismo dolor de cabeza hizo acto de presencia, sentía como una aguja perforaba mi cerebro una y otra vez, para tratar de calmar el dolor acaricié los labios contrarios con los míos.

- Te amo mucho.

- Perdón.

- No, no, no sigas que me harás llorar.

Esas palabras hicieron un gran hueco en mi pecho. ¿Quién era yo? Separé mis labios de los suyos.

- ¿Te hice mucho daño? – pregunté marcando distancia entre los dos, sus ojos aún se mantenían cerrados. – Soy una mala persona, ¿no es cierto? Te hice mucho daño, te juro que yo no quería hacerte daño, ¿qué te he hecho?, ¿qué te hice?

A la última palabra dejé escapar un sollozo, soy una mala persona, ¿cómo pude hacerle tanto daño a la persona que quería?

-°-

- Ella tiene serios problemas mentales por su lesión.

- Pero, ¿cómo puede ser que se recuerde de ese nombre?

El psiquiatra ladeó una pequeña sonrisa recordando las palabras de su paciente.

- Ella siempre decía que era su ancla a su pasado. – repasó sus ojos por el rostro de Dalai encontrando justo la expresión que quería presenciar. – Esas son solo palabras disfrazadas, Dalai, no te fíes.

- ¿Qué quiere decir?

- La primera vez que tuve un contacto directo con ella, pensó que yo era <<Jimin>>.

- Sigo sin entender. – murmuró avergonzado.

- Para ella todos pueden ser <<Jimin>>.

Dalai entre abrió la boca sorprendido, él no era psiquiatra, sin embargo de igual manera se daba cuenta de lo grave que era la situación, ahora comprendía un poco la preocupación de su mayor.

- La persona que ahora mismo se encuentra con ella era parte de su pasado, entonces fácilmente pudo haber caído por sus mentiras, además tiene de socio a Zhang, un mentiroso y usurpador de primera.

- ¿Usted no sabe dónde se encuentra el verdadero <<Jimin>>?

- El problema es que no sabemos con certeza quién está con Lenahi, pero de lo que estamos cien por cientos seguros es que es alguno de los dos hermanos, los dos estaban locos por ella.

- Yo creo que es el de apellido Min, por su expediente médico.

- No creas que él otro este limpio, fue el asesino del padre de Lenahi.

Dalai se quedó sin palabras, los dos hermanos realmente no estaban bien, mentalmente.

- Su actuar meticulosamente puede apuntar en que se esté tratando del verdadero Park Jimin.

-°-

- No, no, no llores. – murmuró con una voz aguda, como si estuviese a punto de llorar.

- ¿Por qué lo hice?

- Tú no quisiste hacerlo, en verdad, me ahoga verte derramar lágrimas.

- Perdóname.

Su pecho comprimió mis pequeños sollozos, sus brazos me cobijaron cálidamente. Cuando pude tranquilizar mi respiración, marqué un poco de distancia entre los dos, Issing observaba la escena con su habitual sonrisa burlona y sus ojos adormilados, guiñó un ojo en mi dirección y pasó al lado nuestro como si no hubiese presenciado nada. La vergüenza invadió cada poro de mi ser, era muy sensible.

- ¿Dónde iremos?

- China.

Una gigantesca sonrisa se hizo presente en mi rostro.

- El doctor está allí, ¿podemos ir a visitarlo?

- Estoy seguro que a Issing le encantará la idea. – respondió burlonamente observando hacia la puerta principal abierta.

- ¿Alguien dijo mi nombre?

- ¿Tú conoces al doctor Wu?

- Haesoo, tenemos que irnos.

Issing salió de allí con una mueca de disgusto. Había muchos secretos que estaban ocultándome, y cada vez me costaba mucho más mantenerme al margen.

- Estoy seguro que le encantará volver a verte.

AnormalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora